Camelia Miller, se encuentra ahora mismo en una habitación de hotel, con poca luz, besando a un apuesto hombre, que lo hacía apasionadamente.
Su exnovio, ha anunciado su compromiso con otra mujer, olvidando los años de relación y las promesas que le había hecho, Camelia sintiéndose devastada bebió tanto que ahora busca consuelo en los brazos de un hombre misterioso, pensando que ahora es libre y puede tener una aventura.
Mientras lo besa, las manos de él viajan por todo su cuerpo e intenta levantar la falda que ella lleva puesta, al sentir su toque por sus piernas ella lo detiene abruptamente. —Yo… no puedo.
El hombre se detuvo y la pasión en sus ojos se disipó enseguida, se dio media vuelta y encendió la lámpara de la mesita, obligando a Camelia a entrecerrar sus ojos, parpadeando repetidas veces logró ver el rostro del hombre que la acompañaba.
Su acompañante era nada más y nada menos que Blake Williams, un hombre extraordinario en el mundo de la literatura y representaba a la élite con incalculables activos, todos querían hacer negocios con este hombre, los que lo habían logrado eran pocos y lograban obtener buena fortuna, entre ellos su Hermano, quien había logrado que él aceptara la sociedad con la empresa, que ahora manejaba Diego.
Al verlo, Camelia se puso rígida de inmediato y su mareo se disipó.
Aparte de ser un m*****o de Élite, este hombre era un socio de su hermano y de su ex novio.
¡Ella estuvo a punto de tener intimidad con este hombre! que terrible, cerró los ojos y respiró profundo.
Blake, se alejó un poco de ella y la miró de pies a cabeza, mientras ella se levantaba de la cama.
¡Qué interesante!
Él se levantó y encendió un cigarrillo observándola agregó con una sonrisa. —Me gustaría saber qué sucede señorita Miller.
Bueno este hombre sabía quién era ella, era seguro que no podía mentirle y mucho menos quería ofenderlo, así que solo se disculpó con él.
—Lo siento, yo… no me siento bien.
El hombre la miró y volvió a sonreír.
—Acaso… ¿es por Diego?
Ahora no tenía la menor duda de que la había reconocido, pero optó por no decir ni una palabra.
Él se enderezo y apagó el cigarrillo.
¡Bueno, por fortuna, él no la hizo sentir mal!
se acercó a la puerta y la abrió para ella, Camelia enseguida salió y luego él salió detrás de ella cerrando la puerta, para luego guiarla al aparcamiento.
En el Maybach, ninguno dijo nada en todo el camino, pero por el rabillo del ojo la vio temblar, se quitó su saco del traje y se lo entregó, ella lo recibió agradecida y se lo colocó enseguida.
Mirando su bello perfil, Camelia pensó que este hombre guapo tendría a muchas mujeres detrás de él.
Antes de llegar a la villa de la chica, Blake se detuvo. Volvió ligeramente la cabeza para mirar a la joven y le entregó una tarjeta de presentación.
¡¿Qué?!
Ella estaba extremadamente sorprendida. ¡Él quiere volverla a ver! no habían dudas de aquello, pero ella dudaba de que eso fuera una buena idea, mezclarse con este hombre tal vez no sería bueno, así que decidida miró su perfil.
—Señor… Williams, sería mejor que no…nos volvamos a ver.
Blake solo dio un asentimiento con la cabeza; sin embargo él rechazó que ella le devolviera la tarjeta de presentación, se bajó del auto y le abrió la puerta para ella. Al bajarse, él se alejó lentamente.
Al comenzar a caminar sintió el peso del abrigo, había olvidado por completo devolverlo y, volvió su mirada hacia el auto, pero estaba muy lejos; ya no podía alcanzarlo.
Camino hacia la entrada de su casa y, al entrar, vio a su madre aún estaba despierta, en cuanto la vio la mujer se levantó del sofá.
—Camelia, regresaste… ¿Alguna noticia?
—No… ninguna.
intentó ocultar la tristeza en su voz pero con vacilación su madre sujetó sus manos.
—¿Es verdad lo que dicen en las noticias del entretenimiento?
La joven intentó preguntarle que había visto, pero la mujer cambió el canal por el que antes estaba viendo.
—¡Maldito, es tan cruel!... ¿cómo pudo hacernos esto? tu nunca lo abandonaste… nunca lo dejaste solo.
En las imágenes se veía a la familia Smith junto a la familia Taylor y, los jóvenes tomados de la mano, ahora su relación era formal.
—Solo… dejalo.
dijo en voz baja, soportando su dolor.
—Sé… que él fue quien envió a tu hermano a la cárcel… él lo uso…
—Tranquila mamá, déjame hablar con él.
Aunque ya no estaban en una relación, pensó que por los años que estuvieron juntos y la gran ayuda de su hermano a la empresa, él no sería tan cruel con ella.
La chica levantó su celular y marcó su número.
—Diego, tú y yo hemos terminado… te pido que no le hagas esto a mi familia.
Al escuchar su súplica, él bramó:
—No tenía más opciones y él era el indicado.