Camelia se encontraba pintando en su acogedor salón de pintura que tenía en la misma casa, cuando escuchó todo el alboroto, salió del salón y subió las escaleras lo más rápido que pudo; al ver a su madre llorando con desespero y a su hermano mayor ser detenido por dos policías, quienes dijeron al minuto siguiente: —Señor Miller, tiene derecho a permanecer callado, todo lo que diga puede ser usado en su contra.
—¡Josef!
El hombre miró a su amada hermana con tristeza.
—Tranquila Cami… es solo un mal entendido.
—Hermano…
la mujer sostuvo a su hija de la cintura y caminaron juntas hasta la salida.
—¿Mamá qué pasa… por qué se llevan a Josef?
pregunto desesperada.
—Tampoco lo sé hija.
Contestó e intentó consolar a su hija.
—Pediré ayuda a Diego.
soltó la joven sin saber que el verdadero perpetrador de aquel desenlace había sido el mismo hombre que acaba de mencionar.
Con vacilación la mujer la dejó ir, con la esperanza de que encontrara una ayuda.
Camelia, salió en su auto a toda prisa y llegó a “D&H Corporation” donde su novio y su hermano son socios.
—¡Señorita Miller, no puede pasar!
la mujer de la recepción intentó detener a la joven, que nunca había tenido que nombrarse para poder entrar, pero hoy la estaban llamando para que se detuviera, con esto en mente ella frunció el ceño, pero no se detuvo y, entró en el ascensor, subió y al llegar salió al último piso, caminando lo más rápido que sus pies le dan.
—¿Diego, porque Shila, me está…
sus palabras quedaron a medias al ver la escena frente a ella.
Diego, sostenía de la mano a una hermosa chica, quien borró su sonrisa en cuanto vio a Camelia, entrando tan libremente y, llamando a su novio tan abiertamente.
—Lo siento Diego… ¿de que me perdí?
preguntó ella, mientras entraba.
—Cami, te presento a mi futura esposa, ella es Hanna Taylor.
La joven al escucharlo sintió que su mundo se derrumbaba, con una oleada de emociones, salió de aquella oficina corriendo.
—¡Señorita Camelia… ¡Lo siento!
la joven de la recepción al llegar al último piso y ver cómo volvía a entrar al ascensor para bajar, su corazón dolió al verla tan lamentable.
Camelia la ignoró y al llegar salió de aquella empresa, despavorida y con un dolor agudo en su corazón.
Entró al auto y lo encendió, mientras intentaba mantener su mirada al frente decidió ir a un bar, sin saber cómo rayos lo logró, llegó a Mar Azul, un bar exclusivo de la ciudad, entró y pidió un trago el cual se bebió en un sorbo.
—¿Cómo es posible que hayan sucedido tantas cosas…
su voz se perdió por sus lágrimas.
Levantó su cabeza decidida a no llorar más y se secó con el dorso de la mano.
Un hombre que se encontraba en otra mesa, mantenía su mirada fija en ella, decidida a olvidar se levantó y caminó hacia él.