Aquel vestido era hermoso pero algo pesado; era tipo princesa, con mangas largas, ceñido a la cintura, una falda muy voluminosa llena de muchas pedrerías y un gran velo de tul, como de dos metros de largo; era muy impresionante de ver, ya que costaba como unos 30 mil dólares, toda una fortuna para una persona normal pero no para el millonario Nathan Dónovan. No obstante, Sabrina se veía tan pero tan hermosa, que si la llegabas a ver, parecía toda una princesa de cuentos de hadas. Sin embargo, a ella no le gustaba para nada, ya que ese vestido no era ni solo un poco de su agrado porque era extremadamente suntuoso para ella. Si fuera por Sabrina, ella se casaría con un vestido más ligero, y holgado sin tanta pedrería y tul como lo tenía ese. Así que, mientras las ayudantes terminaban de acom