Jalando fuertemente de su cabello, le alzaron la cabeza con brusquedad. Una mueca de dolor invadió su magullado rostro. —Sé que estás despierto —dijo aquella voz, dándole una ligera palmada en su hinchada mejilla la cual tenía un feo color entre morado y azul. Gruñendo de dolor, Nail abrió costosamente sus ojos y observó al hombre frente a él. Este dio vuelta una silla y se sentó en ella a horcajadas, recargando sus brazos en el respaldo de esta para observar al hombre frente de él y sonrió satisfecho. Nail tenía el rostro desfigurado debido a los golpes, la sangre seca parecía ser parte ya de él. Estaba amarrado y encadenado a la silla de metal que estaba fija en el suelo, y a su lado, había una mesa con artículos inimaginables que estaban destinados a torturar, algunos de ellos ya h