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A la mañana siguiente Allegra se levantó más temprano de lo habitual, se bañó y se vistió, apurada salió de casa rumbo al hospital de salud mental del centro. Manejó su viejo carro Ford y al llegar al hospital esperó paciente, pero no vio a Denzel por ningún lado. Allegra llamó por teléfono y cuando le envió al buzón de voz, decidió enviar mensaje de texto, pero tampoco respondió. Allegra se sintió incómoda y decidió irse, al girarse tropezó con una mujer, y le lanzó al suelo unos papeles, que de inmediato se apuró a recoger. —Discúlpame, No me di cuenta —dijo Allegra —No te preocupes —dijo la mujer sonriente—. ¿Trabajas aquí? —No. Un amigo me invitó para un voluntariado, pero no lo encuentro. —Tú debes ser Allegra, te invitó Denzel, ¿Verdad? —Sí. —Mucho gusto —dijo saludándola—.