~* Capítulo 04: Presentaciones Apresuradas *~

2637 Words
El viernes por la tarde crucé la calle justo a las cuatro, aún había mucha luz de sol pero el clima estaba fresco y el viento no estaba tan inclemente como los últimos días. Llegué a la puerta de Bavarian´s justo a tiempo para ver a Tom tropezar con el orillo de la acera, el chico logró maniobrar para no dar de cara contra el barandal metálico que rodeaba los arbustos. —¡Puta acera! —exclamó al pararse en sus dos pies nuevamente, amagando con dar un fuerte pisotón al suelo. —Sí, es desde que nos volvimos una ciudad futurista y las aceras de mueven de lugar… Hay que tener mucho cuidado de dónde se pisa. —Tom me lanzó una mirada asesina. —No te la des de chistoso, que no estoy de humor. Fruncí el ceño al oírle, era muy raro encontrarlo de mal humor. Tom Becker era uno de los meseros del bar, un tipo alegre y bromista… a veces demasiado, pero era un sujeto agradable; siempre dispuesto a ayudar a los demás, y yo particularmente admiraba su puntualidad, normalmente solía llegar a trabajar al mismo tiempo que yo, y yo siempre llegaba un poco antes de lo debido. —¿Por qué? —pregunté intrigado. —Terminé con Alice —se apoyó con desánimos sobre la pared. —¿Esa no es la chica con la que sales desde hace apenas una semana? —Él asintió— ¿Y qué pasó? —Pues… Básicamente… Está loca —sacudió sus manos al aire, exasperado—. Se la pasaba revisándome el móvil, preguntándome quién era cada persona en mi lista de contactos, y luego vio una foto de Laura y perdió la cabeza. —¿Y por qué tienes una foto de Laura en tu móvil? —pregunté extrañado, viendo cómo él se quedaba mudo por unos segundos; Laura era otra de las meseras. —Larga historia, pero no viene al caso… Solo la tengo, y eso la enloqueció. Tuve que terminar con ella antes de que me matara. Sonreí mientras terminaba de abrir la puerta, Tom siempre tenía alguna divertida anécdota que contar, la mayoría de ellas estaban ligadas a mujeres ya que era un tipo de personalidad llamativa, lo curioso es que las cosas siempre le salían mal, siempre había una mujer nueva no porque él así lo buscara, sino porque parecía no encontrar a la indicada. «Pero al menos él está más cerca de encontrar a alguien de lo que estaré yo», pensé con un dejo de amargura. —Aguarda —le ordené antes de entrar al bar. Me tome un par de minutos para inspeccionar todo, y encender todas las luces; y cuando regresé a la puerta ya Viktor se encontraba en su lugar. —Lo siento, Bas. Tuve que llevar a Lucca a las inscripciones y… —Descuida, hombre. Solo fueron unos minutos —le interrumpí restándole importancia, lo cierto era que en las últimas semanas yo había adoptado más responsabilidades de las que me correspondían con tal de aliviar un poco a mi compañero. Viktor era un padre de familia, que trabajaba de seguridad en un local nocturno para poder alimentar a todos en casa, cubría él solo los gastos ya que su esposa no podía salir a trabajar por tener que cuidar a su padre enfermo. La vida del hombre no era nada fácil, y teniendo yo tanto tiempo libre como tenía… Procuraba encargarme de todo por el bar, así él solo tenía que cumplir horario, al menos hasta que su estrés disminuyera un poco. Cuando finalmente estuve fuera del local otra vez, Tom estaba charlando con Manuel, nuestro bartender; ambos me miraron impacientes pero solo cuando les hice un gesto con la cabeza fue que entraron al bar, me quedé de pie en la puerta de la calle, esperando a que todos llegaran. Había pasado poco menos de media hora cuando el auto de Franz cruzó la esquina y se estacionó en la acera de enfrente. En cuestión de segundos estuvo en la puerta, cargando unas cuantas carpetas, a leguas se veía malhumorado. Abrí la puerta tan pronto puso un pie en la acera, a nadie le gustaba lidiar con Franz cuando estaba de mal humor. —Buenas tardes, Bastian —saludó con la educación que le caracterizaba—. Vamos a adentro, hay un par de cosas que conversar. Asentí y en silencio caminé unos pasos a su espalda. El viernes era el día en que Franz le gustaba hacer reunión de personal, y asumí que el tema de esta vez sería la inclusión de Bárbara en la plantilla. De pronto pensar en ella me subió el ánimo, solo faltaba un día para poder verla otra vez, pero no tuve demasiado tiempo para pensar en eso puesto que Franz se aclaró la garganta y se detuvo cuando estuvimos en el salón principal. —¿Qué tal, chicos? ¿Estamos todos? —preguntó barriendo el lugar con la mirada, pasando de un rostro a otro hasta dar él mismo con la respuesta, soltando el aire exasperado— ¿Dónde está Allison? Su expresión pasó de simplemente tener un mal día a estar realmente encabronado, lo cual hizo que todos nos removiéramos incómodos. Allison era nuestra segunda bartender, una chica agradable y buena en su trabajo, pero que tenía la mala costumbre de llegar tarde cada cinco de siete días a la semana, a mí eso solo me caía mal… pero Franz tenía un serio problema por ello, y tener a la pelirroja en su oficina ya se había convertido en cosa de todos los días. —De acuerdo —dijo mirando su reloj—, le daremos quince minutos más. Yo… —se rascó la barbilla con gesto pensativo—. Tengo una llamada que hacer. Se dio la vuelta y se dirigió a su oficina, escalera arriba. Karla y Laura, las dos meseras, intercambiaron miradas burlonas, Tom rió y Manuel solo sacudió la cabeza, para nadie ahí era una sorpresa ni el retraso de Allison ni el enfado de Franz, podía decirse que ya era una rutina, al punto que cuando pasaron los quince minutos la chica seguía brillando por su ausencia y Franz salió de su oficina hecho una furia. Lancé un silbido para llamar la atención de los chicos, que dejaron lo que estaban haciendo al ver la cara de nuestro jefe y se apresuraron a agruparse alrededor de la barra principal. —Bien, seré breve porque no quiero retrasarlos —comentó llevándose las mangas de su suéter hasta los codos—. Primero: En vista a que el Oktoberfest se acerca, Benn y yo hemos estado planeando algunas actividades festivas para llamar más clientes en esas fechas, habrá música en vivo, animadores y todo el asunto, pero los detalles se los daré más adelante. Segundo: Es probable que Tom tenga que asistir en la barra durante un tiempo así que necesitaremos más manos por acá. —¿Incluirás a alguien más? —preguntó Manuel, a quien también le correspondía encargarse del personal. —Sí, el día de ayer entrevisté a una chica y le ofrecí el puesto. Comenzará hoy —anunció, sorprendiéndome, porque estaba muy seguro de haberle escuchado decir a Bárbara que sería el sábado. —¿Hoy? ¿Y por qué no está aquí ya? Tenemos que ponerla al día, Franz; y eso tomará tiempo —Manuel estaba confundido, normalmente Franz organizaba mejor las cosas… Salvo por Allison, el bar funcionaba como un reloj suizo gracias a él, y de pronto todo me empezó a oler mal, pero él no tardó en sacarme de dudas. —Ustedes no tienen que hacer nada… Allison, y solo ella, se encargará de entrenar a la chica —respondió, mostrándome sus verdaderas intenciones, por lo que tuve que bajar la cabeza para reprimir una sonrisa. Por lo visto él veía aquello como un justo castigo por el retraso de su trabajadora. —Pero… —Manuel se detuvo al ser víctima de la helada mirada de Franz— ¿Estás seguro que Allison quiera…? —Lo que ella quiere me importaría si estuviese aquí para decirlo —respondió cortante—, pero como no está… entonces decido que será ella. A menos, claro, que alguno de ustedes quiera tomar su lugar y entrenar a la nueva. Pero les advierto que la chica nunca ha trabajado en un bar, así que… ¿Quién se ofrece? Miré en silencio los rostros de mis compañeros y supe la respuesta que darían incluso antes que Tom abriera la boca. —Allison me parece una buena elección —respondió el chico. —Sí, ella es la mejor para eso… La nueva se pondrá en línea de inmediato —agregó Laura, y así todos dieron su consentimiento, solo Vikktor y yo nos mantuvimos al margen. —Perfecto, vuelvan a lo suyo entonces —continuó Franz y luego se dirigió a Manuel—. Tan pronto como Allison pise en bar… la quiero en mi oficina. —Sí, señor —respondió Manuel. Luego todos soltaron risitas burlonas cuando el jefe se marchó, y empezaron a murmurar mientras volvían a sus labores. —Mi pobre zanahoria —comentó Vikktor riendo por lo bajo—, apuñalada por la espalda. —Ella se lo buscó. —Me encogí de hombros y empecé a caminar hasta la puerta, dándome cuenta de pronto que todo eso significaba que podría ver a Bárbara muy pronto, y aunque eso significaba que las cosas estarían complicadas en el bar esa noche… Sonreí de expectativa. *** Allison entró al bar unos diez minutos después de eso, hecha una flecha y con cara de tragedia… Al menos sabía reconocer cuándo estaba en problemas, pero no por eso dejaba de hacerme gracia lo que le esperaba. Y entonces salí para hablar con Viktor y hacer justo lo que hacíamos cada vez que aquello pasaba… Apostar. —Veinte a que la pone a trapear pisos otra vez —comentó él al verme. —Cincuenta a que no lo hace —respondí. —¿Crees que se conformará con lo de la nueva? —Asentí—. No lo sé, se veía en serio encabronado, él… Mi compañero dejó de hablar cuando un taxi se detuvo frente al local, y entonces la hermosa chica que se había colado a mis sueños la noche anterior apareció ante nosotros; y si fuésemos personajes de alguna caricatura, nuestra mandíbula hubiese caído al suelo en ese instante. Bárbara llevaba zapatos altos, lo que solo podía considerarse una segunda piel forrándole las piernas y una blusa de flores que con tan solo una ligera brisa la dejaría expuesta. Se veía jodidamente sexi, pero no entendí por qué iba vestida así, a Franz le daría un ataque; y a mí detrás de él… Esa noche íbamos a tener que cortar un par de cabezas; los ebrios y las chicas bonitas eran una mala combinación siempre. —Jesucristo —susurró Viktor a mi lado, haciéndome sonreír. —Hola, feliz tarde —saludó Bárbara deteniéndose frente a nosotros, y luego me miró directamente—. Hola, Bastian. ¿Qué tal estás? —Hola —sonreí como un estúpido—, estoy bien, me alegra verte. —A mí igual, admito que estaba ansiosa por volver… Aunque apresurado, fue bueno que Franz me llamara para empezar hoy. —Escuché el resoplido de mi compañero casi al tiempo que empezó a hablar. —Espera, espera… ¿Tú eres la chica nueva? —preguntó estupefacto. —Ehm… Bárbara, te presento a Viktor, él es el otro guardia; Viktor… Sí, Bárbara es la nueva mesera —les presenté y contuve un resoplido mientras se estrechaban las manos, él no salía del asombro. —Mucho gusto… Un placer conocerte. —El esfuerzo que estaba haciendo para no reír era patético, solo esperé que ella no se lo tomara a mal. Bárbara logró darle las gracias, pero luego la brisa en la que había pensado unos minutos antes se hizo realidad, haciendo que su blusa ondeara de un lado a otro, ella se apresuró a cruzarse de brazos para evitarlo y luego se sonrojó al vernos. —Sí, sé que estoy inapropiadamente vestida, pero yo no tenía pensado venir al bar —se excusó y se giró hacia mí—, se supone que empezaría mañana, pero me llamó hace un rato y me dijo que viniera y entonces no quise ir a casa a… —Aguarda… ¿Franz te avisó hoy mismo que tenías que empezar a trabajar esta noche? —preguntó Viktor frunciendo el ceño. —Sí, hace… media hora, quizás. Yo estaba en el mall y solo tomé un taxi hasta acá. —Ya veo… —Mi compañero asintió y me lanzó una rápida mirada, ya lo había entendido, Franz apresuró su entrada solo para castigar a Allison. —Ya los chicos encontrarán cómo solucionar lo de la ropa, por ahora lo mejor es que entres… Ya vamos contra el reloj —anuncié, no queriendo complicar más las cosas. Ella asintió y se apresuró a la puerta, pero cuando iba pasando por el pasillo de entrada al salón, se golpeó el brazo con uno de los pilares. —¡Recorcholis! —exclamó entre risas, llevándose la mano al codo. Apreté los labios cuando vi la expresión sacada de onda de Viktor detrás de ella, que alzó sus manos y articuló un “¿Qué?” mudo. —¿Estás bien? —pregunté y sonreí cuando le vi asentir con expresión adolorida— De acuerdo, vamos... Chicos, atención acá… Ella es Bárbara, nuestra nueva compañera. —¡Holis! —saludó la chica con extrema amabilidad, demasiada para encontrarse dentro de las instalaciones de Bavarian´s, y como confirmación a eso fue la expresión pasmada de cada uno de los chicos al verla, procuré ignorar la mirada de Manuel, que preguntaba a gritos si estaba bromeando. Bárbara se adentró más al salón y uno a uno fue presentándose con todos en el lugar, todos le respondieron con amabilidad, pero ninguno salía de su asombro. —¿De dónde diablos sacó Franz a esa chica? —susurró Viktor sin dejar de mirarla. —No lo sé, creo que es un favor que está haciendo. —¿Un favor? ¿Y qué debe? ¿La vida? —Oh, vamos… Dale una oportunidad a la chica —le reprendí con la mirada. —¿Qué le de una oportunidad? ¿Acaso no la viste? ¡Se la van a comer viva! —Sí la vi, y sé a lo que te refieres, pero ella tendrá que adaptarse o… marcharse, hombre. No le quedará de otra. —Pues no le niego que tenga entusiasmo, pero apuesto doscientos a que no quedará nada de ella para el final de la noche —resopló en medio de una risa—. Y tienes razón, Allison no trapeará pisos esta semana… Ya tiene castigo suficiente. Sonreí mientras él se adelantaba, caminando hacia la salida, pero no pude evitar dar un vistazo al grupo antes de seguirle. No tenía que preguntarles para saber que todos ahí estaban pensando lo mismo que Viktor, y me hubiese gustado poder decirles que no sería así, pero la verdad era que no lo sabía. Bárbara era una completa desconocida y no podía poner las manos al fuego por ella… Por mucho que quisiera hacerlo, solo me quedaba rogar que todos estuviesen equivocado y sí lograra adaptarse, porque nada me gustaría más que verla a diario y poder conocerla mejor, no podía ni explicarme a mí mismo lo que pasaba… Lo que sentía con tan solo verla, solo sabía que hacía mucho tiempo que no me sentía de ese modo, y aunque sabía que no llegaría a ninguna parte, no estaba listo para dejarlo ir.
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