—LUCERO— Jara había creado una réplica exacta de su hogar, tenía la apariencia de mi madre y se paseaba por las casas vacías, sin vidas, en total silencio. Supongo que a sus hermanas les fue imposible recrearlas o solo no quiso hacerlo; su larga cabellera trenzada se mecía en su espalda. —Jara.—me parecía raro decir su nombre y a pesar de que sabía hace poco de su existencia, era como si la hubiera visto toda mi vida. —No eres bienvenida aquí, Lucero.—estaba enojada e intentaba ignorarme. Era la primera vez que realmente nos veíamos frente a frente.—Vete. —¿A dónde? ¡Estoy muriendo! ¿Es lo que quieres ? Se que no debe de ser fácil para ti estar en el cuerpo de la hija del hombre que amas, pero también es como si fueras mi madre, eres lo único que me queda de ella. —¡No soy tu madr