Ana Me desperté por el ruido en la casa, mi cabeza latía y estaba sudorosa, de nuevo tuve fiebre, llevaba más de veinticuatro horas así y no me gustaba, sobre todo porque no podía hacer mucho. La puerta se abrió mostrando a Chase, le sonreí y entró para acostarse a mi lado, su cabello castaño rojizo estaba despeinado, sus ojos verdes de veían apagados y la fila de pecas en la nariz y pómulos marcaban la tonalidad blanca de su piel. — ¿Te he dicho que eres hermoso? - acaricio su cabello. — Todos los días - sonrió. - Mamá, ¿Ron va a volver? - hice una mueca — Fue a trabajar, no creo que vuelva, estaba con un caso - suspiro. — ¿Por qué? - subió sus hombros. — ¿Sabías que no tiene esposa, ni hijos? - esperaba que no, yo me había acostado con él. — Sí - se quedó callado. —