CAPÍTULO VIIVirginia estaba enfrascada en un libro que relataba la historia de los comienzos del Castillo, cuando oyó que se abría la puerta de la biblioteca. No levantó la cabeza, con la esperanza de que la persona que había entrado la viera ocupada y no la molestara. —¿Y cómo va nuestra pequeña bibliotecaria? Virginia se vio obligada a levantar la vista. Marcos Ryll la miraba sonriendo, de una manera que la hizo sentir como si la estuviera desnudando con la imaginación. —Estoy muy ocupada, Capitán Ryll— respondió ella. —No tan ocupada que no pueda hablar conmigo, espero. Creo que usted y yo tenemos mucho de qué hablar. —No sé de qué podemos hablar usted y yo— señaló Virginia. —Bueno, para empezar, de lo atractiva que es usted y de lo mucho que me gusta. —Creo que debo aclararle, C