CAPÍTULO XIILa tía Ella May, que estaba extendiendo la masa del pastel en la cocina, veía Virginia desde la ventana, la veía caminar por su granja, y cuando la vio llegar a la entrada, lanzó un leve suspiro, pues comprendió, por la forma como caminaba y por la actitud caída de sus hombros y por su cabeza inclinada, que no había encontrado nada en el buzón de cartas. Desde que regresó a casa, Virginia se acercaba dos veces al día al buzón que se encontraba al borde de la carretera principal, pero siempre volvía con las manos vacías. Como no podía concentrarse en lo que estaba haciendo, la tía Ella May salió de la cocina, atravesó la casa y se dirigió hacia la terraza que daba al jardín. Virginia se encontraba allí, entre las flores, brillante-el pelo con la cálida luz del sol. «¡Maldito h