CAPÍTULO VIIIDurante toda la noche, Virginia dio vueltas en la cama con remordimientos. Sabía que, de algún modo, debía salvar al Duque, permaneció inmóvil en la oscuridad, abrumada por sus sentimientos, Sabía no sólo porque lo amaba, sino porque nunca, ni en sus más alocados sueños, había imaginado que un asesinato pudiera llevarse a cabo con tanta facilidad y sangre fría. Debía impedirlo, a toda costa; pero, ¿cómo?, se preguntó. ¿Cómo decirle a él, que su primo planeaba asesinarlo? Le parecía estar viendo su mirada divertida e incrédula. Cerró los ojos y se sintió temblar de nuevo al sólo pensar en él. Ahora sabía que bastaba que él estuviera a su lado, que le hablara con esa voz que parecía ocultar una contenida pasión, para que ella se estremeciera en sus fibras más íntimas. Había c