Secreto profesional

1704 Words
Cuatro años atrás: —Buenas noches —saludó George al llegar al gran salón de la residencia de sus padres. A su lado iba Chole, quien adoptando la actitud discreta y prudente que le caracteriza, se hizo a un lado de inmediato apenas su madre se acercó a él para apoderarse de su brazo. En el salón solo estaban Álvaro, el hermano mayor de George, el Ministro Gautier y cuatro personas más que hasta ese instante Chloe estaba viendo por primera vez. Se trataba de una mujer de aproximadamente la edad de Anne de Gautier, tan bella y cuidadosamente arreglada como ella, un hombre mayor, que aunque desgastado exudaba también elegancia, y dos mujeres jóvenes de aproximadamente una la edad de Chloe y otra más joven,, tan bellas y tan perfectas como la mujer mayor, todas rubias, coquetas, y Chloe tan acostumbrada a ver mujeres como ellas dos todos los días alrededor de ella y George, no le dio importancia. Solo se dedicó a observar a ver alrededor para ver si encontraba al resto de los miembros del equipo. —¿Buscas a alguien? —escuchó que le preguntó Álvaro. —Ho… hola —la saludó Álvaro—. ¡No sabía que había regresado Licenciado! —exclamó sorprendida. —Llegué hace una hora, mi madre desde ayer me llevaba con el tiempo marcado para que estuviera aquí, tuve que venir en el avión familiar sino, no llegó —le dijo mostrándose agotado. —Entiendo —respondió Chloe, negada a opinar sobre el tema, prefiere mantenerse al margen. —Los del equipo están en el jardín, con otro grupo de invitados —le señaló el camino—. te acompaño, la verdad afuera está más animado que aquí, me uniré a la conversación de afuera, sino me quedaré dormido aquí. Chloe sonrió sutilmente y caminó adelante de él. Al llegar al jardín se unió a sus compañeros de trabajo y se sumergió en una conversación banal pero respetuosa. —Por ahí le escuché a la Ministra que en cualquier momento anuncian el compromiso el senador —escuchó Chloe que dijo Aristides, un abogado, asesor del despacho, el tercero en la línea de la jerarquía de acuerdo a los rangos que George distribuyó en su equipo. ERa un hombre joven, brillante y trabajador pero con un gran defecto, es un tanto imprudente en cuanto a temas personales de los miembros del equipo, le cuesta mantenerse distante y discreto, a la prueba el comentario que acababa de hacer, lo que llamó la atención del grupo. Era de esperarlo porque al no haberle conocido a George novia en esos últimos meses, el tema de la futura esposa era toda una polémica y hasta motivo de excesivos coqueteos de muchas mujeres. Ella se mantuvo en silencio. —¿Vas a decir que no sabes quién es la que nos va a dar órdenes berrinchudas? —le preguntó Cecil, otra chica m*****o del equipo, otra abogado joven, bromista como ella sola. —No, no sé —adujo en un movimiento de cabeza— . Es su vida privada ¿Cómo creen que voy a saber esas cosas? —dijo apenada. —Precisamente porque eres su asistente personal, la persona que está con él todo el día, debes saber quién es la afortunada —dijo Cecil y provocó la risa entre sus compañeros, incluso en el hermano de George. —Que mi hermano tenga pareja es difícil, si no respira, ¿Creen que tenga tiempo para pensar en tener a una mujer que le va a quitar el poco oxígeno que medio respira? Es adicto al trabajo —se quejó Álvaro en una broma. —Eso quiere decir que hay que buscarle a una de inmediato, pero ¿Quién será la que se atrevería? él es algo exigente —opinó otro del equipo. —No se metan en esas cosas, sino quieren verse metidos en problemas mejor hacerse a un lado, es su vida privada, que él se encargue de resolver —sugirió Chloe. Se sintió hipocrita, pero algo debía decir, igual si comenzaban a hacer algo terminarían metidos en problemas. —Me permiten un momento —se excusó con la intención de ir al tocador. —Te acompaño —le dijo Cecil quien leyó su intención oculta. La joven rubia estaba necesitando desde bastante raro atrás ir al tocador, pero pese a ser bromista le apenaba volver a entrar a la enorme casa sola. —Es inmenso este lugar —le dijo Chloe en un susurro cuando se adentraron por el pasillo y pasaron cerca de una lujosa sala con todas las luces encendidas, era la sal del té, Chloe ya había estado allí con la Ministra discutiendo un proyecto en el que le colaboró hacía meses atrás. —Eres de las afortunadas, corriste con suerte de que el Senador te seleccionara y has tenido oportunidades que muchas quisiéramos tener —dijo Cecil susurrado—. No es envidia que conste pero por estar al lado de ese hombre cualquiera se convertiría en pulpo y ne una pinche lumbrera de ser necesario —suspiró—. Además de apuesto es inteligente, ¡Dios! Su mal carácter me lo restriego tu sabes donde con tal de que me deje estar cerca de él oliendo su loción las veinticuatro horas del día. Chloe aunque apenada sonrió por la ocurrencia de Cecil, es una chica super responsable y trabajadora, pero un tanto excesiva en sus formas de expresarse algunas veces. Chloe no dice nada para no hacerla sentir mal porque a fin de cuentas Cecil sabía cómo y con quién comportarse de esa manera. Chloe no era de las que le iba a reclamar por eso, ni siquiera porque se expresa de George como si fuera un pedazo de carne, su George. Ha aprendido a ser de piedra para no reclamarle a todas las que por él suspiran, o eso creyó. Iban pasando justo frente al gran salón cuando Cecil la jaló por el brazo. —Mira eso —le advirtió pero Chloe no entendió—. A las ocho —le dijo al tiempo que le dio un pequeño piquete con la uña para que reaccionara como advirtiéndole en el sentido que danzan las agujas del reloj. Al hacerle caso, se encontró con que George estaba parado en todo el ventanal con una de las dos chicas rubias que había dejado en el salón haciéndole compañía a todos, en el salón el resto estaba distante, como si la escena que a ella le pareció alarmante fuera la más natural. La rubia de más edad, es decir, la que era contemporánea con ella, estaba tan cerca de George que tenía sus pechos montados, literalmente su brazo, y él le hablaba en tranquilidad. Chole sintió algo similar al puñal de la traición atravesar su pecho, por su mente pasó el peor de los escenarios, recordó las palabras que en juego dijeron los chicos afuera. «Hay que buscarle a una de inmediato» las palabras resonaron en su mente, y así como las palabras hicieron eco ensordeciéndola, su estómago se revolvió, y sintió una punzada de dolor en la cabeza, tuvo que salir apresurada al tocador. Llegó a tiempo, volcó todo su estómago en el water y cuando terminaba de enjuagar su rostro, sin saber que le sucedia todo a su alrededor se puso n***o, No supo en qué momento se desvaneció. Cuando volvió en sí, unas luces enceguecedoras le obligaron a cerrar los ojos apenas los abrió. Se sintió desorientada, y sus fosas nasales se impregnaron con el aroma a cloro y otra mezcla de olores confusos. —¿Dónde estoy? —preguntó aturdida e intentó incorporarse para tomar asiento. —No, no lo haga —una voz masculina no solo detuvo su intención con el tono gutural de su voz sino que también unas fuertes manos la obligaron a pegarse más del famélico colchón de la camilla donde estaba acostada—. Debe acostumbrarse y luego se para poco a poco, no es aconsejable hacerlo de golpe en su condición. «¿Condición?» preguntó en su mente «¿Cuál condición?» se preguntó una vez más y en seguida recordó la reunión con George, y luego a la mujer con la que él estaba muy a gusto, recordó al bebé que llevaba en su vientre. Abrió los ojos de golpe y miró su alrededor, el hombre al frente de ella llevaba una bata blanca, alrededor había solo una cama, precisamente donde ella estaba acostada, y en uan esquina un paral con una bolsa plástica con un liquido extraño y una manguera colgando, se quedó viendo el recorrido de la misma y terminó en su brazo izquierdo, miró su muñeca y allí tenía conectada una vía. —¡Ay Dios! —exclamó al comprender que se había desmayado en el tocador de la residencia Gautier—. Quíteme esto, debo irme —reclamó preocupada por haber abandonado su trabajo, y a George, no entendía qué sucedía pero de algo si estaba segura, esa mujer no podía estar cerca de él. —No, no puede salir de aquí hasta que no esté seguro de que usted y su bebé están estables —le dijo él hombre y sus palabras la dejaron alarmada. —Mi bebé —repitió. —Sí, usted está embarazada —afirmó el hombre moreno tan alto como George, como si estuviera haciendo el gran descubrimiento—. ¿Usted no lo sabía? —le inquirió curioso. Chloe no se aguantó y se sentó sobre la camilla en un leve brinco. —¿A quién le dijo eso? ¿Dónde estoy? —Le preguntó. —A su amiga que está afuera esperando que despierte, y está en el Centro médico Harborview —ella la trajo en un servicio de emergencia. —Por favor no le diga a nadie más de esto —le pidió Chloe asustada. —Pierda cuidado es mi trabajo, parte del secreto profesional es no divulgar la información médica de mis pacientes. «Secreto profesional tortura de mi alma» pensó Chloe. —Me siento bien, ¿Puedo irme? —le preguntó esperando que George no hubiera hecho algo que los pudiera distanciar. En ese momento era cuando ella más lo necesitaba.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD