Tu enemiga

2031 Words
Cuatro años atrás: Contrariada por no saber cómo actuar ni qué decirle, Chloe, después de volver a ver al detalle las fotografías, no le quedó lugar a dudas de que sí, eran ellas. Sintió tristeza por ver como el pasado y su retorcida historia familiar la perseguían. —Ministra creo que…, que aquí hay un error de interpretación —adujo Chloe tratando de pensar con claridad. Su cabeza era un caos y las emociones la atropellaban. El estado de humor de Anne no le ayudaba—. La situación no es lo que parece… —¿Cómo te atreves a decirme mentirosa en mi cara muchacha atrevida? La mujer la interrumpió, en lugar de calmarse para Chloe fue evidente que sus niveles de ira parecían aumentar. —Hay un mal entendido en todo esto, Ministra —Le dijo Chloe. —Aquí todo está perfectamente claro, no pretendas desmentir lo evidente para seguirnos engañando —reclamó en un estado de alteración injustificable para Chloe que no tenía nada que ver con las decisiones de su familia. —No, no es eso, jamás los he engañado, ¿Cómo cree que podría hacer eso? —cuestionó Chloe totalmente acelerada—. Solo digo que no tengo nada que ver con lo que está reflejado en esas imágenes —respiró profundo porque comenzó a sentirse mal, como si le faltara el aire, comenzó a sentir un frío extraño, llevó su mano derecha a su frente en un acto reflejo para hacer presión en esa área al sentirse cada vez peor—. Las personas de las fotografías sí son mi madre y mi hermana, lamentablemente ellas trabajan en ese lugar, llevan años trabajando allí, es algo que jamás podré ocultar, pero tampoco me encargo de divulgarlo, no me enorgullezco. —¿Crees que todos somos estúpidos para dejarnos engañar por tu forma de actuar? ¿Qué creías? Puede que George se haya dejado envolver en tu trampa porque no lo niego, eres bonita, tienes buena presencia, hasta te esforzaste para llegar lejos, te investigué, tienes muy buenas referencias que te hacen ver como una mujer brillante, pero sucede que eso no te hace una mujer digna, no para mi hijo, no para entrar en mi familia, ni siquiera para ser el modelo de mujer a dirigir este país —se sonrió con malicia—. No imagino que una prostituta se venda como la mujer ejemplar para dar consejos de moralidad y transparencia cuando llevas en tu sangre ese maldito gen. Si alguien estaba alterándose más y más con cada acusación era Samantha, su coraje se vio elevado y estaba deseosa de tomarla por el cabello y barrer el piso que estaba cuidadosamente lustrado con su humanidad. —Ay señora, creo que debería detenerse, se está excediendo —Samantha que había permanecido callada porque entendió que era algo personal entre ella y Chloe, al ver que estaba empeñada en que Chloe accediera a verse como ella insistía, se sintió rebasada en su paciencia. —Tú te callas —le dijo a Samantha. —No, aquí quien tiene que callarse es usted, creo que habló de más, ofendió de más, cree que Chloe no tiene quien la apoye, usted puede ser la madre del senador, pero eso no le da derecho a pretender maltratar y que los demás se queden callados cuando no tiene la razón —le dijo Samantha sintiendo ira al ver como pretendía minimizar a Chloe—. Si no sabe cómo son las cosas cierre la boca, guárdese sus groserías. —No voy a discutir contigo lo que bien sé, las quiero fuera de aquí ahora mismo, porque sino lo hacen quien va a llamar a los guardias de seguridad soy yo, y de paso pondré a circular en todos los medios la verdadera historia de vida de la secretaria del senador —le dijo tomando una de las fotografías que le acababa de arrancar de la mano a Chloe que estaba fría y sin reacción escuchandola amenazar y decir cuanto le gustó dejar salir de su boca—. Te voy a destruir, no me tientes, puedo ser una pesadilla si me propongo. —Puedo desmentir todo eso, porque nunca he sido ni seré una prostituta, no he tenido necesidad de caer en esa vida —le dijo Chloe al verse totalmente perdida, buscó darse consuelo al imaginar que sería su palabra en contra de la de ella. —Atrévete a desafiarme y verás como te destruyo en un chasquido de mis dedos —la amenazó enfatizando en el tono de su voz—. No puedes fingir lo que muchas personas saben, trabajaste en ese mismo lugar —cruzó uno de sus brazos debajo de sus pechos y sobre éste apoyó el otro brazo para tocarse el mentón y tamborilear sus dedos bien arreglados sobre el mismo a modo de estar pensando, la actitud que adopta quien se siente ventajoso en una situación. —Sí, le confieso que sí —aceptó Chloe levantando la cabeza para demostrarle no sentir vergüenza por haberlo hecho—, sí trabajé en ese lugar, pero fue algo temporal, solo fui mesera ¿Acaso es un crimen haber trabajado atendiendo mesas? Lo hice por necesidad, no conseguía nada más en que emplearme, algo debía hacer para alimentarme —agregó sintiendo que las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, ya no las pudo contener más. Era inevitable no reaccionar de esa manera, se sentía fatal, aunado a que por su estado de gestación estaba más vulnerable y propensa a dejarse afectar por cualquier hecho que la hiciera sentir atacada. Anne la estaba acusando de algo que jamás en su vida consideró hacer, intentó hacer que su madre y su hermana se alejaran de esa vida, y en lugar de eso le volvieron la espalda, se convirtieron en sus enemigas. —Deja de fingir, todo el mundo sabe que todas las que trabajan en esos sitios es porque les gusta la vida fácil, eso de atender mesas es una vulgar fachada, es la forma en la que se venden a los hombres — An,e continuó dándole argumentos para hacerla sentir miserable. Chloe se sentía mal, no por lo que decía, sino porque estaba comprendiendo que si de Anne dependía, ella y George no podrían realizarse como pareja. Debía deshacerse de esa mujer en el acto. Tenía apenas unos minutos para buscar a George y decirle la verdad antes de que fuera su madre la que con sus mentiras y todos esos argumentos sobrepuestos en una historia maquiavélicamente armada que no sucedió tal como ella pretende demostrarla, acabara con la vida que estaban destinados a compartir. —Además, el tiempo no importa niña, lo importante aquí es que eres una ramera, y las mujeres como tú en mi casa no entran, ni siquiera como mucama porque pondría en riesgo hasta mi matrimonio —se atrevió a decirle sin ningún pudor. Anne había ido decidida a acabar con ella, y sabía que tenía las bases para hacerlo, nadie le sacaba de la idea que Chloe había sido y seguía siendo una mujer de la vida alegre en búsqueda de un hombre incauto para hacerse de un lugar en la alta sociedad. No podía permitir que ella ingresara a un espacio que estaba reservado para personas intachables, aunado a que sus hijos son para ella lo más sagrado, y tanta significación tienen que no admite que puedan decidir por sí solos en la escogencia de la mujer que será la madre de sus nietos. Chloe estaba lejos de serlo, no la quería antes, no la quiere ahora, y menos después de comprobar sus orígenes y lo que fue en un pasado, que no niega que pueda volver a caer. Se niega a que el nombre de su hijo y de su familia caiga en boca del mundo solo porque George no supo escoger bien a la mujer que lo acompañaría. —¿Cómo puede decir eso si no me conoce? —cuestionó Chloe sin poder creer lo cegada que estaba esa mujer—. Le dije que solo fue un tiempo, es verdad lo que le digo, solo fui mesera señora. Si investiga bien, verá que soy inocente de lo que me acusa, seguro se arrepentirá de estarme señalando sin justificación. —Sin justificación —repitió Anne rebasada en su carácter al tiempo que arqueó una de sus delicadas y bien tatuadas cejas—. Bueno, ¡Qué más da! Un año, un mes, cualquiera sea el tiempo es repugnante saber que estuviste en esa vida —adujo arrastrando als palabras. Simuló acomodarse su vestido y el maquillaje a nivel de sus ojos. —Espero que entiendas que no vas a llegar lejos, no en mi medio ni en mi terreno, políticamente me encargaré de quebrarte, no te quiero en ningún espacio donde pueda estar mi hijo o algún m*****o de mi familia. —Señora, no puede hacerle eso a George, no cuando todo esto es una mentira —insistió Chloe al ver completamente perdidas sus esperanza, intentó acercarse más a la mujer, Samantha la agarró por el brazo para evitarle el mal sabor de ver como la mujer pudiera hacer algo más en su contra. —Claro que puedo, solo estoy cuidándolo, como madre me toca cuidar de él y si veo algo que él se niega a ver, es mi deber poner coto a eso que no le conviene, tu eres una desvergonzada que debí haber advertido desde el principio, pero te creí tan insignificante que no eras un riesgo, hasta ahora —suspiró al mirarla en forma altiva—. Mi hijo es tan estúpido que creyó que iba a pasar por alto ese tonto deseo de casarse con quien él quisiera. Pues no, afortunadamente estoy yo aquí para hacerle ver qué le conviene en la vida. —Le va a romper el corazón —dijo Chloe al sentir que el de ella estaba regado por el piso. —Lo superará, seguro solo eres un capricho, sabrá las mañas que usaste para envolverlo, no quiero ni pensar en tus asquerosidades —le dijo con desprecio. Así sin más Anne se giró sobre sus pies y caminó con elegancia hacia la puerta. —Creo que les ha quedado claro como son las cosas a partir de ahora —advirtió mientras avanzaba—. Diez minutos tienen para alejarse de los alrededores, no quiero saber que harás el intento de llegar a George, sino te mandaré a sacar de aquí con unas esposas en tus muñecas, saldrás de aquí como la vulgar delincuente que eres, porque eso son las mujeres de la mala vida, unas inmorales capaces de saltarse la ley por obtener lo que quieren, dinero y porque no los esposos de otras, las mujeres de bien. Esa vez fue Samantha la que se le iba a ir encima, pero Chloe la detuvo. La ira que Anne desencadenó en Samantha era inmensa así como lo era la tristeza que Chloe sintió en ese momento. En cuestión de segundos Chloe vio su felicidad pulverizada, sus sueños pisoteados y la esperanza de que su hijo creciera al lado de su padre como un imposible. Samantha y Chloe la vieron abandonar la habitación así sin más, en total tranquilidad y con el paso seguro de quien se quitó del camino un obstáculo más. —No entiendo nada de esto —le dijo Chloe a Samantha cuando la mujer desapareció de su vista, casi dejándose caer al piso, su hermana la sostuvo. —Sí entiendes —le dijo enfática—, y como sé bien que me entendiste a la perfección, límpiate las lágrimas y tomemos nuestras cosas para salir de aquí en el acto, no voy a permitir que esa mujer te siga humillando —le dijo Samantha en un tono de voz fuerte—. Esa mujer jamás te va a aceptar, es tu enemiga, ¡No ves! Te declaró la guerra y ahí llevas todas las de perder. Vamos Chloe. Se sentía mal por Chloe, pero debía estar fuerte, demostrarle que tenía fortaleza para obligarla a salir de allí sin exponerse a que esa mujer cumpliera su palabra.
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