Recordar el dolor(2)

1528 Words
Continuación del Flashback: Con satisfacción Anne se aseguró de ver la salida de quien consideraba su enemigo por la puerta principal, no esperaba sentir tanta satisfacción de ver lo fácil que se le dio sacar del camino a quien para ella fue un obstáculo. Sintió repugnancia de ver a la mujer con la que su hijo pretendía hacer una vida, a quién pretendía incluir como una Gautier más. Mira con buena fortuna tener la habilidad de percibir la plaga cuando apenas comienza a hacerse presente. No podía esperar que se regara por toda su familia, George había sido contagiado por ella. Para preservar el buen nombre de los Gautier estimó que era necesario poner todo de su parte para evitar que el diera un mal paso. Se mantuvo observante en tranquilidad a la espera de asegurarse que no iba a regresar ella o su hermana a buscar a George, como no fue así, decidió volver al salón, pero no sin antes asegurarse de dejar a los guardias de seguridad del hotel al pendiente de ellas por si se atrevían a regresar. —Mamá —George se acercó a ella con una ansiedad superior a la que ya sentía—. ¿La conseguiste? —No, más bien pensé que estaba aquí —fingió buscarla con la mirada. —Pero, si no está en la habitación, ¿dónde pudiera estar? No pudo haberse desparecido —adujo George mostrando mayor preocupación. —La mandé a buscar también con una mucama a ver si estaba en algún otro lugar de ese nivel, la habitación estaba vacía, ella ni su hermana estaban allí —le dijo fingiendo preocupación—. ¿Será que le pasó algo? George tomó el teléfono móvil para marcarle a Chloe. —No la vas a llamar, seguro que de lo que menos estará pendiente es del teléfono —le dijo Anne supuestamente haciéndolo entrar en razón, cuando solo buscaba ganar tiempo. —Iré al lobby para preguntar si la han visto —propuso Friedrich y salió apresurado. George se giró sobre sus pies desesperado porque ella no aparecía. Miró el rostro de los presentes y sintió temor. No habían transcurrido muchos minutos y su padre regresó con ambas manos en la cabeza. Hubiera podido haber interpretado su gesto corporal tal como lo percibió, pero se negó a considerar que el mensaje que recibió fuese posible. —George, hijo —su padre llamó su atención incluso estando con la mirada colgada a la suya—. Se fue —esas dos palabras atravesaron el pecho de George—. El guardía de seguridad me dijo que se fue, lo confirmé con las cámaras de seguridad, la Licenciada abandonó el hotel hace cuarenta y cinco minutos con su hermana. —No puede ser —respondió George negado a que fuera verdad—. No, ella no puede hacerme eso. Chloe no es así, debe ser una equivocación. —Hijo, Friedrich —Anne llamó la atención de manos—. Bajen el tono de la voz, la gente no puede enterarse de esto —dijo en voz baja fingiendo estar apenada—. ¿Estás seguro Friedrich? ¿No será que eran otras chicas? —Yo mismo vi las cámaras —confirmó el ministro—. Lo lamento hijo, esa chica creo que te ha abandonado —declaró el ministro mirando a George con compasión. Ante semejante noticia, George se dobló para caer sentado en una de las sillas, con suerte había una que fuera a amortiguar su caída porque por lo sduro de golpe que acababa de recibir no le importó si iba a caer y mucho menos correr el riesgo de accidentarse, sólo vivió su dolor, un dolor que jamás en la vida había experimentado ni imaginó poder sentir. No hizo nada, solo se quedó allí postrado mirando al vacío sin ningún tipo de reacción, su rostro era el del George de siempre, incólume aunque por dentro estaba hecho añicos, un caos, estaba viviendo lo que era convertirse en un remedo de hombre, uno que en medio de la explosión que estaba experimentando emocionalmente buscaba respuesta a las interrogantes que no se había formulado porque su cabeza estaba en blanco. La decisión de Chloe lo dejó sin palabras, sin tener capacidad de imaginar nada más que la había perdido. —Sácalo de aquí por favor —le pidió Anne a Friedrich. —Vamos hijo, vamos —le pidió el ministro. —Anda, yo me encargo de resolver este bochorno. Con dificultad, George se incorporó a la silla y le hizo caso a su madre. No quiso darse tiempo a que los pocos invitados lo compadeciera, aunque tardó en ponerse de pie, no fue así para salir del salón. Si bien había decidido salir del hotel, antes necesitaba asegurarse que su madre decía la verdad, necesitaba tener la seguridad de que ella no estaba. Se desvió hacia los ascensores con la premura del esperaba conseguir y salvar algo. —¿Para dónde vas George? —preguntó su padre detrás de él. No le respondió, siguió hasta que abordó la cabina del ascensor y del mismo modo llegó a la habitación. Aun estaba vacia sin asear, el aroma de su perfume le confirmó que sí, Chloe hacia estado allí, y al recorrer la suite no encontró nada, nada más que el vestido de novia tirado al descuido sobre la cama y los zapatos y otros objetos en varios lugares de la habitación. Su ausencia era pesada. Marcó su número para hablarle, necesitaba confirmar lo que el silencio trataba de decirle, no recibió respuesta alguna. Las esperanzas de que solo fuera un imprevisto lo que postergó el momento le hizo soñar por un breve instante, pero el sentido común tomó la delantera en los hechos que lo rodeaban, debía ser objetivo y aceptar la realidad. —George salgamos de aquí, no hay nada ni nadie —le advirtió su padre tratando de hacerlo entrar en razón. No fue necesario porque ya había aceptado la realidad, en seguida se giró sobre sus país y abandonó la suite —Hijo, vamos a la habitación que tienes reservada, allí puedes estar hasta mañana —le propuso su padre caminando detrás de él—. Ven, necesitas ir a un lugar a descansar. —Me voy de aquí, padre —le dijo George más serio que nunca. George actuaba como si nada estuviera sucediendo, solo que su padre sabía quién era, no había nadie más que él lo conocía y doblegarse para dejar ver su dolor no era algo que iba a permitirse —Vamos, te acompaño —propuso el ministro. —No, me voy solo, no necesito a nadie, hablamos luego —adujo y estando en el lobby caminó hacia el parqueadero. Había dejado las llaves con el valet parking para que este le buscara puesto hasta su regreso de la luna de miel. Tuvo que esperar varios minutos mientras ubicaban su auto. Apenas este le fue entregado, abandonó el hotel, e incluso la ciudad, marcó el número de Chloe varias veces y no recibió respuesta alguna de ella. Con un dolor intenso en su interior manejó hacia las afueras de la ciudad y sin preverlo terminó llegando a la cabaña que compartía con Chloe. Al darse cuenta que el subconsciente lo había traicionado llevándolo al último lugar que hubiera visitado después de semejante abandono, se quedó agarrado al volante mientras miraba la entrada del lugar que había sido testigo del amor que comenzó a crecer en su interior por Chloe. Frustrado, al darse cuenta que había sido utilizado por ella, golpeó el volante repetidas veces y se dejó llevar por el dolor, lloró como un niño. No esperaba semejante traición. No de ella, Chloe se veía tan inocente tan transparente que lo último que hubiera podido imaginar era que ella estuvo jugando con él como bien le pareció conveniente. No supo qué hacer, su reacción fue volverla a llamar, necesitaba respuesta de las preguntas que no quería hacerse, interrogantes que estaban en su subconsciente y tenía temor de traerlas al frente porque no aceptaría un no, una respuesta distinta a que no fuera que ella le mostrara arrepentimiento o tal vez una excusa distinta a admitir que lo estaba abandonando justo el día de su boda por voluntad propia. La llamó una vez más y solo porque estaba asfixiado de que le contestara la operadora. decidió dejarle un mensaje. No supo más a donde ir y al final decidió entrar a la cabaña, y dejar el móvil allí en el auto. Total nadie más que él y Chloe conocían ese lugar. Su familia no lo encontraría. Aislarse era lo más conveniente en ese caso. Se bajó del auto y al llegar a la puerta al recordar que le había dejado el mensaje a Chloe volvió por él. Seguramente ella le contestaría apenas escuchara su nota de voz. Con esa esperanza ingresó a la cabaña, y allí sentado en la sala de estar dejó fluir el dolor que estaba viviendo. —No lo esperaba de tí, de ti no Chloe —dijo en un gritó desgarrador y se agarró la cabeza. Fin del Flashback
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