—Hola —Chloe se sobresaltó al escuchar una voz susurrada en su oído.
Era Travor, reconoce a la perfección el tono de su voz, solo que no lo esperaba. No habían hablado en el transcurso de la mañana. Ella no solo llegó a la hora justa sino que tuvo tanta actividad que no se dio tiempo a revisar su teléfono.
Chloe trabaja con niños especiales, tomó una preparación intensiva de dos años y medio de auxiliar de educación especial, su hijo la motivó, a Nahel le fue diagnosticado síndrome de asperger al año y medio de nacido. Dada su poca familiaridad, por no decir ninguna con esa condición, se desesperó.
Era una mujer totalmente ignorante en el tema de cuidado de niños, y más si tienen alguna condición especial. Tenía mucha ilusión de recibir a su bebé. Quedó de piedra cuando le dijeron en una consulta que estaba esperando no uno sino dos bebés. Pareció ser el segundo golpe que le daba la vida, el mundo se le fue encima, fue una experiencia dura, pero la compañía de Samantha fue fundamental en su vida. Llegado un momento su hermana al verla tan mal anímicamente congeló dos semestres para apoyarla en esa fase más dura en su vida. Verse sin George al recibir semejante noticia la desequilibró. Todo ese proceso la hizo aislarse de la realidad sin que se diera cuenta.
Estaba tan abstraída en su mundo que jamás pudo percibir que llevaba detrás a un hombre siguiendo cada paso que dio desde el mismo instante que abandonó el hotel la tarde en la que debió haberse celebrado su boda con George. Anne de Gautier se quiso asegurar que ni ella ni George buscaran acercarse el uno al otro. Jamás se dio y Chloe no hizo intento alguno de probar más de la maldad de esa mujer.
Chloe solo fue consciente de que tenía a un espía detrás una tarde después de haber llegado de una de las consultas de control de su embarazo, la tercera después que le informaron que tendría gemelos. Se encontraba sola en su departamento en Washington, descansaba del caluroso día, Samantha había ido a la Universidad a presentar un parcial. El guardia de seguridad del edificio la sorprendió al informarle por el intercomunicador que la ministra de relaciones exteriores estaba solicitando ingresar al edificio. No supo qué hacer, imaginó que al no acercarse a los alrededores del Palacio Legislativo ni a ningún organismo público había cerrado las puertas a cualquier contacto con ella y su familia. Cinco meses habían transcurrido desde que se dio la fatal experiencia de su rompimiento repentino con George.
Inicio del Flashback:
—¿La… la ministra? ¿Está seguro señor Noel? —Chloe le preguntó dudosa al guardia de seguridad de turno esa tarde.
—Sí, señorita Campbell, al frente tengo al jefe de sus escoltas, ella no se ha bajado del automóvil, está a la espera de que le autorice el ingreso —le explicó el hombre mayor a través del teléfono.
—Anote mi número de teléfono, dígale que me llame que estoy indispuesta de salud —le dijo Chloe al guardia de seguridad al tiempo que bajó la mirada para ver su vientre enormemente abultado.
Chloe en seguida pensó que no podía dejarse ver por ella, no en su estado actual. Recordando sus acusaciones del pasado, imaginó que al verla en ese estado Anne de Gautier fácil la iba a acusar de infiel y buscaría hacer de ella añicos. Emocionalmente no estaba bien para enfrentarla. No quería sentirse peor de lo que había estado sintiéndose día a día al sobrellevar su embarazo sola en compañía de Samantha, cuando en realidad quería que George ocupara el lugar que habían planificado tener, uno al lado del otro, como la familia que soñaron un día.
Le dio el número de uno de sus dos teléfonos móviles, no le iba a dar el de la casa para no tenerla ahí abusando cada vez que quisiera. Se podía deshacer fácil de un teléfono celular, no de su línea local.
Colgó la llamada y caminando lentamente, con cierto temor, se acercó al ventanal de la terraza para ver si de verdad se trataba de ella. De solo medio asomar la cabeza en seguida confirmó que sí, abajo una fila de seis automoviles de color n***o de vidrios polarizados del mismo color de la corriocería ocupaban el medio de la calle principal, paralizaron el tráfico vehicular.
No le quedó dudas de que si era ella, lo que no lograba entender era qué podría hacer allí si ella había cumplido al pie de la letra su orden. Chloe se alejó por completo de George, y de todos los espacios donde imaginaba que podrían coincidir.
Inmediatamente desde la distancia escuchó su teléfono repicar en su bolso. Supo que era ella quien llamaba, tuvo dudas en ir a sacar el móvil y al ver que se perdió la primera llamada y volvió a insistir no le quedó más opción que ceder.
—Di… diga —expresó al contestar.
—Chloe, hablas con Anne de Gautier —escuchó del otro lado el tono autoritario de la mujer que tanto le estaba desagradando, cuando en el pasado antes de conocer su naturaleza maléfica, ni le preocupaba—. Dile al inútil del guardía que permita la apertura de la puerta a mis escoltas y mi persona —agregó dándole una orden, como si Chloe aún le debiera obediencia.
Chloe sintió odio en su contra. Respiró profundo y se armó de valor para contradecirla.
—Creo que el señor Noel le informó que estoy indispuesta de salud, no la puedo recibir, creo que entenderá que para uno llegar a un lugar donde no lo esperan debe notificar previamente para ver si será recibido o no —le dijo Chloe tratando de mostrarse firme sin ser grosera.
Chloe esperaba que entendiera, había hecho una vida aparte de todos, tal como ella lo exigió. No entendía su necesidad de llegar sin ser invitada y para colmo forzar una conversación que ella no quiere sostener con quien destruyó su vida.
—Te voy a ser clara, no estás en posición de aceptar o rechazar una entrevista conmigo, agradece que actúo por esta vía y no como te mereces, autoriza el ingreso o de lo contrario verás el escándalo doble que se armara a tu alrededor —le dijo Anne en un tono de voz amenazante.
Chloe quedó consternada porque no solo la amenazó sino que colgó la llamada en su acostumbrada actitud de prepotencia.
Se rascó la cabeza al luchar entre aceptar o no, la duda de saber qué era eso de un escándalo doble le hizo ruido estridente.
«¿Qué más puede hacer para perjudicarme?» preguntó en su mente.
Volvió a mirarse el vientre, y en seguida no le quedó más que acudir al truco de la mentira de seguirle el juego si la acusaba de pierna suelta, igual ya no tenía nada que perder ante esa mujer, diría que tenía un novio con quien pese a no vivir ambos asumieron su embarazo.
Con esa idea, fue a contestar el intercomunicador que casualmente en ese momento repicó.
—Señorita Campbell…
—Hágalos subir, señor Noel —le dijo Chloe interrumpiéndolo—. Por favor esté atento, gracias.
Nerviosa dejó el auricular en la base y se fue despacio a la puerta, antes se detuvo a ver alrededor de su sala de estar, con suerte es ordenada, y nada estaba fuera de lugar. Solo su bolso estaba en un sillón y se apresuró a tomarlo y colgarlo en un perchero dispuesto en una esquina.
Al abrir la puerta un grupo de cuatro hombres vestidos de traje n***o, llevando lentes oscuros y un audifono comunicador en su oído, se detuvo frente a ella.
—Señorita, la ministra va a ingresar a su departamento —le dijo uno de ellos y se abrieron para dar paso a la magnánima Anne de Gautier, ahora la madre del presidente de su país, verla allí para cualquiera debía ser un honor, para Chloe era la representación de la desgracia, la visita de la miseria.
Chloe no le respondió, se hizo a un lado y la mujer invadió su espacio. Reparó alrededor, no fijó la vista en ella como Chloe supuso que lo haría al encontrarse con que estaba en avanzado estado de gestación.
—Acogedor el espacio, por lo menos tienes buen gusto —criticó de manera constructiva, pero como ella no era de las que daba puntada sin dedal, Chloe no respondió ni hizo nada ante su comentario, solo la observó.
—¿Qué desea? —le preguntó Chloe—. Le dije que estaba…
—Bien embarazada —adujo interrumpiendo y esa vez sí la miró fijamente al vientre—. Por desgracia —agregó con desprecio.
—No entiendo a qué viene su tono de voz, no tengo nada que ver con usted desde hace tiempo —le recalcó Chloe, le perturbaba la presencia de esa mujer—. He cumplido su orden tal cual la impuso, ni siquiera he pensado en su hijo sino hasta ahora que me informaron de su visita, ¿Qué quiere?
—Que me entregues a uno de mis dos nietos —le dijo firme—. Es una asquerosidad esto, pero sí, esos muchachitos son de mi hijo, y por ley, de la familia. Lo que no quería terminó sucediendo —añadió con desprecio.
—Está equivocada, este embarazo es mío y de mi actual pareja —fingió nerviosa.
—No pretendas mentirme muchachita, sé bien que no tienes a nadie más que a la grosera de tu hermana cerca de ti, y que estás esperando gemelos, estás a dos meses de tenerlos —adujo con seguridad, lo que normalmente le caracteriza, la miró fijamente—. George necesita de un hijo para completar el cuadro de su magnífica familia, y tú le vas a dar ese regalo, le darás lo único que está faltando para ser el hombre ejemplar.
Esa afirmación se sintió en Chloe como un golpe letal en su cabeza, se aturdió.
—¿Quién le dijo que voy a hacer tal cosa? No me van a separar de mis hijos, ¿Quién le dijo todo eso? —preguntó frustrada.
Chloe en seguida revivió ese día de la boda, se vio abrumada. El sentimiento de indefensión hizo presa de una Chloe que al ver alrededor y encontrarse una vez más con los cuatro hombres corpulentos, sintió pánico.
Continuará…