¿Anunciar la fecha?

2030 Words
Cuatro años atrás: Pese a su determinación, a Chloe darle la anhelada noticia a George se le hizo cuesta arriba. Para Chloe y para el mismo George, el anuncio de la candidatura parecía convertírseles en ese enemigo que nunca previeron, y no porque fuera negativo para ambos, si no porque de inmediato frente a ellos se interpusieron obstáculos que limitaban toda comunicación con el carácter de privacidad que ella necesitaba para decirle que en sus vidas había una tercera persona, un ser que los uniría de por vida. Presa de su angustia por hablarle y no poder hacerlo porque siempre estaba rodeado de personas que limitaban su vida, George también se sentía frustrado. Necesitaba estar con Chloe, la extrañaba de manera significativa, le urgía planificar con ella ese siguiente paso que él estaba seguro darían en su relación. La certeza de que sería Chloe la mujer que despertaría a su lado todas las mañanas en ese reto tan grande de dirigir y representar a todo un país, le daba fuerzas, ella era el multivitamínico que le impulsaba a aceptar seguir adelante sin dudas. Tenía la preparación necesaria para hacerlo. Sus estudios y la experiencia ganada en todos esos años, lo calificaban a ser la mejor opción entre los que habían sido considerados. No obstante ello, aun sabiéndose el mejor entre otros tan calificados como él, necesitaba de la mujer que amaba para acrecentar su fortaleza. Si bien siempre ha sido un hombre de importancia en su rango y en el puesto que venía ocupando como Presidente de la Cámara del Senado, y por tal razón, siempre rodeado de personas que demandaban su atención por diversas situaciones, nada se comparaba con el cambio que dio su vida a partir del anuncio. Anne, su madre, lideró a ese grupo de personas que comenzaron a moverse según sus órdenes, y casi mudó a George a la casa familiar, lo que limitó a George en la libertad de la que tenía derecho, pero al pasar a ser una figura pública de tanta relevancia, hizo que los ojos del mundo se centraran en él. —Licenciada, acaba de llamar la señora Anne para convocar a una reunión en la residencia de los Gautier, pide que extienda la convocatoria al resto del equipo del senador —le informó su asistente seis días después del cóctel de celebración de la postulación. Precisamente desde ese día Chloe no había podido ver a George sino en dos ocasiones y precisamente del brazo de Anne, allí en su despacho. Su madre se convirtió en su sombra, de manera unilateral e impositiva asumió la organización de la candidatura de su hijo, haciendo a un lado con sutileza a cualquier otra persona que quisiera tomar ese lugar de manera también voluntaria o por disposición de George. Como hijo, George no vio mal en la forma de actuar de su madre, su padre que ya había ocupado la presidencia de su país también había dejado en manos de ella la organización de todo ese proceso. La intervención de la dama fue exitosa y prometía el éxito para su hijo, todos apuntaban que si ella llevaba la dirección de la campaña nada podía salir mal, George era uno de los que aseguraba que sería así. La experiencia de la mujer en temas políticos y diplomacia como herramientas para asegurar el triunfo de George ameritaba su presencia al frente. No había nada que discutir al respecto, no si nadie veía la maldad detrás de esa forma tan prudente y magistral de actuar de Anne de Gautier, una mujer que se mostraba dulce y al mismo tiempo tan firme en la objetividad que siempre se le veía al tomar decisiones. Tan objetiva era que sin consultar a George, ya había planificado el resto de la vida de su hijo. —Aquí tiene la lista del equipo —le entregó Mell. Al revisar por encima uno a uno los nombres, Chloe vio que el suyo encabezaba la lista, lo esperaba, George se lo había asegurado. No podía esperar algo distinto. Allí estaban todos los que hacen parte del equipo legislativo. Al finalizar Chloe estimó que estaba de más enviarle ese listado, como si ella no supiera qué y quién formaba parte de la vida laboral y personal de George, y su decisión sobre la permanencia de todos a su lado en esa siguiente etapa de su vida. No viven bajo el mismo techo, pero ella lleva un año y seis meses gestionando el control de sus actividades y de sus gustos y disgustos; en fin, Chloe ha representado el papel de la mujer incondicional, de día una secretaria diligente, responsable y siempre dispuesta, y de noche, aunque por muy pocas horas, la mujer amorosa y complaciente que él necesitaba. No había nada que ella no supiera de él, o eso estaba creyendo. —Gracias, ya los llamaré personalmente —le dijo Chloe aceptando la notificación de Anne. Cumpliendo con el pedimento de la matriarca de los Gautier, Chloe no solo notificó a todos los del equipo sino que se preocupó por sacar el trabajo pendiente. Y al final de esa tarde, hizo el intento de llamar a George. —Hola, senador —adujo apenas escuchó que contestó su llamada. Al fondo de inmediato, Chloe escuchó ruido, lo que le indicaba que una vez más estaba acompañado. —Chloe, ¿Organizaste al equipo? —fue el saludo de George. No le tomó por sorpresa esa forma de hablarle. Así se dirigían el uno al otro en público, y con eso él confirmó que no estaba solo, lo que la desanimó un poco. —Sí, senador, ya todos están convocados para la noche de hoy en la residencia de sus padres —le dijo ella en un tono de voz que George de inmediato entendió como desilución. Se sintió culpable, se había dado cuenta que ella también estaba resintiendo la separación pese a que eran conscientes era el costo que debían pagar una vez que llegara el momento que él estaba viviendo. —Recuerda estar aquí temprano —le pidió él en un tono de voz autoritario, pero que Chloe sabía que su demanda más que por cuestiones profesionales obedecía a el deseo de tenerla cerca. —Sí, señor, cuente con mi presencia media hora antes —aseguró Chloe. No se extendieron más en la conversación y ella sintiéndose extraña hizo a un lado su teléfono y se incorporó de su sillón para buscar un té, lo necesitaba, se estaba sintiendo más nerviosa. Llegada la hora de salir a la residencia Gautier, Chloe decidió irse en compañía de los miembros del equipo. Sabía que no tenía caso adelantarse, solo iría por trabajo. —Buenas noches —saludó cuando se le dio su turno de ingresar a la mansión de los Gautier. Ha estado muchas veces allí, se conoce la planta baja de la casa, por lo menos las áreas sociales, le ha tocado llevarle documentos a la Ministra y al señor Gautier. —Buenas noches, señorita Campbell —la saludó el ama de llaves. —Buenas noches, señora Lisa —le contestó Chloe. —Pase, el senador dijo que la espera en el despacho de su padre —le anunció la mujer de mediana edad. —Gracias —adujo Chloe en su acostumbrado tono de voz educado y sutil. Se excusó con los compañeros que estaban detrás de ella y pudieron escuchar el mensaje que le dio el ama de llaves, y se aventuró por una puerta contigua a la entrada, caminó por un largo pasillo y antes de colocar su mano en el pomo de la puerta, respiró profundo. —Buenas noches —saludó para llamar la atención de George que tenía la atención centrada en el monitor de un pc que reposaba sobre la superficie del lujoso escritorio. Apenas escuchó la voz de Chloe, George giró en seguida el rostro, sus ojos se iluminaron. —Bu… buenas noches, pasa —le pidió con un movimiento de su mano para indicarle terminar de entrar—. Pensé que llegarías más temprano. —No me diste una orden en específico, y decidí seguir trabajando en el despacho, creo que querrás dejar todo adelantado para cuando te toque entregarle a tu sustituto —le dijo ella valiéndose del sentido común. Como su empleada el mundo suponía que se dedicara a apoyarlo, en fin, a sacar el trabajo, bajar los brazos era algo que solo distaba de ser una ser irresponsable, y presuntuosa. Ella no era así, además que tal actitud pondría en riesgo su puesto. No por tener una relación con George se cree tener el futuro asegurado. No era así, incluso sabiéndose esperando un hijo de él, siente que su vida pende de un hilo. —Entiendo —le dijo él y se puso de pie—. Disculpa mi ausencia estos últimos días, ha sido todo una locura, no pensé que todo me llegara tan rápido. —No tienes que darme explicaciones, yo sé a lo que debes enfrentarte —le dijo comprensiva. La miró con ese amor que solo es de ella. Adora la ternura y esa capacidad de anteponer otras situaciones a la importancia que ella tiene en su vida. Sintió las manos carcomerle del deseo de tocarla y darle un beso bastante profundo, en compensación por los días que le debe por haberla abandonado. Se estaba sintiendo culpable, aunque bien no era así, no estaba haciendo nada malo. —Te necesito a mi lado, no sabes cuánto te he extrañado, me he sentido como un zapato al voltear y no tener tu presencia allí —le dijo en un susurro sin acercarse, no podía y era algo que le rebasaba, necesitaba tenerla—. Se qué tal vez será más trabajo para ti, pero te quiero a mi lado a partir de esta noche. Dormirás mucho menos que en los últimos meses pero al final la compensación será grandiosa, y no lo digo por el puesto a la presidencia y el reconocimiento que obtendrás por trabajar a mi lado —suspiró—. Lo digo es porque nos sabremos el uno al lado del otro desde el inicio, trabajando juntos, uno al lado del otro, se escucha retador y hasta bonito ¿No? Veremos crecer nuestro sueño juntos. «Y a nuestro bebé también» dijo ella en su mente, sintiendo el corazón rebosar del amor que le era inevitable que seguirá creciendo. Chloe no le hablaba, solo le escuchaba y en el proceso sus esperanzas aumentaban de nivel. —Llegó el momento, amor —le dijo George. —¿De… de qué? —le preguntó dubitativa, no sabía a qué se estaba refiriendo. —Vamos a anunciar la fecha de nuestra boda, no voy a celebrar compromiso alguno, no vale la pena, ya nosotros lo hemos celebrado —le dijo él hablando en tranquilidad. Daba la impresión que él tenía todo planificado, Chloe miró la tranquilidad con la que se expresaba. —Ven, toma asiento, tenemos veinte minutos para hablar sobre el tema —estiró su mano para invitarla a sentarse frente a él. —¿Anunciar la fecha? —Sí, la semana próxima nos casamos —le anunció dejando caer a sus pies una bomba, una buena noticia, pero así como sintió emoción frenó a la misma porque estaba faltando el otro detalle. —Es muy pronto, son muchas cosas que organizar —hizo una pausa sintiéndose insegura—. Tus padres ¿Ellos saben esto? —No tengo que darle explicaciones de mi vida privada a nadie, y eso los incluye, eres la mujer que amo, y contigo es que quiero estar, serás la que estará sentada a mi lado a partir de hoy —adujo George mostrando la ansiedad y la decisión marcada en su rostro, su tono de voz era tajante, no admitía reclamo ni siquiera de ella—. Esta noche cuando el equipo se haya marchado, tú te quedas conmigo, vamos a hablar con mi familia. —¿Estás seguro de esto? —¡Qué pregunta! —exclamó sorprendido—. Bien sabes que es lo que deseamos —hizo una pausa y la miró—¿Acaso te arrepentiste?
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