—George, amor —Nadia llama su atención.
Se encuentra distraído, se ha sentido bastante agotado en los últimos días, y eso que no es de los que sienta cansancio, más los últimos días parecen representar la acumulación de años de no parar, de trabajar sin medirse, sin darse tiempo a momentos de ocio para no pensar. Ahora, precisamente en el momento que está a punto de iniciar la campaña para su reelección es que comienza a resentir el peso del trabajo y los años.
—¿Sucede algo? —le inquirió a Nadia.
—Estás muy distraído, amor, ¿Qué te pasa? ¿Algún problema que no puedas resolver? —preguntó curiosa.
Tal como Anne le ha ido aconsejando durante todos esos años, Nadia procura involucrarse en lso asuntos de George para que él vea que tiene interés en lo que hace, en lo que le preocupe y si puede en mostrar disposición para ayudarlo a resolver. Por lo general no logra ser de mucho apoyo porque no tiene preparación suficiente ni el interés en documentarse sobre la poca información que George se atreve a comentarle. Él sabe bien con quien se casó, no es que lo haya hecho rozagante de felicidad pero en el momento fue la solución más conveniente y adecuada que tuvo a la mano. Ya la conocía y era aceptada por sus padres así como él por los de ella. Fue un matrimonio muy conveniente, y por conveniente, no implicaba que le apartara la felicidad que él estaba buscando en el pasado, ya no espera ser feliz. La experiencia del pasado le demostró que ser feliz no era algo verdadero.
—No, solo estoy algo cansado, nada de qué preocuparse —le contestó y se encaminó al vestier para buscar el saco de su traje—. Debo irme, tengo una reunión en una hora.
—¿No vas a desayunar? —preguntó Nadia—. Debo ir al instituto, los maestros de Logan pidieron que asistiera, parece que nuevamente está presentando problemas —le dijo Nadia en una nueva queja que le llamó la atención—. Creo que es mejor designarle una institutriz y un profesor de idiomas, estando en casa creo que presentará menos problemas.
—No estoy de acuerdo, eso no le va a ayudar —la contradijo George—. Anda a la citación y luego hablamos en casa para ver qué podemos hacer, Logan solo tiene cuatro años, es un niño demasiado pequeño para aislarlo, él debe tener contacto con otros niños de su edad.
—De verdad que no te comprendo, es tu hijo, el hijo del presidente, puede tener profesores en casa y así se ahorra el trabajo de tener que estar peleando por un lugar en todas partes.
—Por pelear por ese lugar es que podrá formar su carácter, le servirá para la vida, encerrado en casa se va a hacer dependiente de todos, y no quiero a un niño asustadizo e inutil —le dijo firme—. Los niños aprenden rápido.
Se acercó a ella y le dio un beso en la frente como despedida. Siempre es así, no le nace ser cariñoso con ella, la trata con respeto, y en ciertas ocasiones tiene gestos nobles con ella, pero nada que se asemeje a la existencia del amor, de ese que sintió en el pasado, y que le duele recordar. Por eso no se detiene a reparar en la forma de tratar a Nadia para no caer en análisis que lo lleven a evaluar en su interior qué siente en realidad por ella, prefiere dedicarse a cumplir como autómata, pero pone mayor empeño en su trabajo que en sus obligaciones familiares. La poca intimidad que ha tenido con Nadia la lleva es al acto puramente carnal, sacia su necesidad fisiológica s****l y una vez satisfecha vuelve a su actitud formal, la del George que parece más amargado, sin vida, un George que pareció entregarse a la nada, porque en realidad no guarda sentimiento de felicidad alguno en su interior.
Actúa como si hubiera muerto el día en el que se dice que debió comenzar a vivir como había soñado, el día en el que debió casarse con Chloe.
—Bueno, dependiendo de lo que me digan iré a tu despacho para notificar —le dijo Nadia con cierto dejo de fastidio en el tono de su voz.
Le molesta sobremanera la actitud de George, no entiende su empeño de querer llevar una vida de ciudadano común y obligarla a ella y a Logan a seguirlo. No lo comparte, pero tal como le ha dicho Anne y su madre, debe hacer caso a todo lo que George disponga, actuar como toda mujer obediente si quería tener un matrimonio feliz.
George abandonó la habitación matrimonial, y con el grupo de sus escoltas alrededor se encaminó al edificio donde tiene su despacho.
—Buenos días —saludó al grupo de sus empleados de confianza que estaban allí en la recepción del despacho presidencial—. Cecil, ven a mi despacho —le dijo a su asistente.
Inmediatamente ingresó, tomó lugar en su sillón y encendió la tablet y la aplicación donde su secretaria le dejaba a diario un texto cuidadosamente explicado con audio de los pendientes del día.
—Presidente, permiso —le dijo Cecil.
—Adelante, vamos a revisar rápido la planificación de los lugares donde comenzaremos las giras de la campaña, solo tenemos quince días para hacer los recorridos necesarios, debemos hacer un buen trabajo en ese corto lapso de tiempo, ¿Qué propuestas tienes? Recuerda que mi madre debe venir por ahí y esta vez quiero tener bien definido lo que voy a hacer, ella es buena en esos temas pero quiero cortarle un poco los espacios y recursos —le dijo serio—. En esta ocasión vamos a decidir nosotros, mejor dicho, yo con el apoyo de los expertos en las áreas estratégicas.
—Pero la Ministra se va a enojar —le dijo Cecil preocupada—. Disculpe que le diga esto, pero temo que se descargue con cualquiera de nosotros.
—Voy a la reunión que tengo con los ministros, ella no está incluida por lo que supongo que va a venir en cualquier momento, bueno, si intenta imponer algo le dices que por orden mía no se va a hacer nada si yo no estoy, luego hablaré con ella de este tema —expresó en un tono de voz firme—. Bueno, ahora cuéntame ¿Que tienes montado?
Con eso, George se enfrascó en la planificación de los lugares que habían escogido para hacer los recorridos. Por lo limitado de su tiempo, no puede visitar todos los estados, por lo que deben ser minuciosos en la selección de los mismos.
No aprobó la primera proyección de Cecil, pero sí quedó satisfecho de que el trabajo estuviera adelantado. Se fue a su reunión en el siguiente nivel, y allí pasó toda la mañana sumergido entre números y propuestas de un grupo de su gabinete ministerial, le dio el mediodía para cuando volvió a su despacho.
—Presidente, ya el almuerzo está listo, el chef está a la espera de que usted dé la orden para ir a servirle —informó su secretaria—. Adentro están su esposa y su señora madre esperándolo.
—Perfecto, infórmale al chef que en un cuarto de hora estaré en el comedor —le informó George a Dania.
Ingresó a su despacho y cerró la puerta a su espalda. Su madre y Nadia estaban sentadas en la pequeña sala de estar conversando distraídas, no determinaron su presencia.
—Buenas tardes —saludó a ambas mujeres.
—George, hola hijo —lo saludó su madre y se puso de pie para caminar hasta él.
—Hola, amor —lo saludó Nadia, imitando a Anne.
Tomó asiento en su sillón y las miró.
—Voy a descansar un rato para ir a almorzar —anunció—. ¿Vienen conmigo?
—No tengo tiempo, iré a casa a resolver algo y luego debo volver al ministerio, te esperé porque al llegar temprano me encontré con un sesgo con el que no estoy de acuerdo —manifestó Anne en un tono de voz alterado aunque era bajo.
George la observó en silencio mientras ella culminaba, ya sabía que este sería el resultado, no obstante estaba preparado para enfrentarla y lo que se viene después de esta breve conversación.
—Di esa orden —le dijo George tajante—. Esta vez seré yo quien tome las decisiones, creo que ya debes prestar a otras áreas de tu vida y de mi padre, yo puedo encargarme de esto —agregó serio.
—¿Estás sacándome abiertamente de tu equipo? —preguntó ofendida y molesta.
—De la campaña sí, del equipo no pues formas aparte de él ya sí seguirá siendo, pero yo tomaré todas las decisiones sobre la campaña y decidiré qué se hará, lo siento madre si lo aceptas estare gustoso, y si no lamento que no voy a dar mi brazo a torcer —declaró George con decisión en el tono de su voz.
—¿Acaso te volviste loco ? —gritó Anne dejando a un lado la delicadez con la que suele expresarse.
—No madre, solo estoy tomando las riendas de lo que es de mi interés, así que mejor ocupate de esas áreas de tu vida que has venido postergando por mi culpa —adujo George poniéndole algo de dramatismo a su supuesto acto considerado con su madre.
—Esto es imperdonable George, ¿Quién te lavó el cerebro? —inquirió enojada.
—Nadie, solo recordé la experiencia de la primera campaña y no quiero estar corriendo como la vez anterior, puedo simplificar muchas de las tareas que pretendiste llevar a una tragedia por tus cambios de decisión de última hora —adujo serio y se puso de pie—. Si eso era lo único que querías tratar conmigo me iré a almorzar porque en la tarde tengo otras dos reuniones —le dijo a Anne al tiempo que se arreglaba el saco para abrochar—. Nadia, ven conmigo, así me vas contando ¿Cómo te fue en el instituto —le dijo en una orden y caminó hacia la puerta.
—Pero George, amor, debo volver a casa —le dijo Nadia.
—¿Logan está en casa? —le preguntó serio.
—No, está en el instituto, pero debo… —comenzó a explicar.
—Nada, ven conmigo, no tienes nada más que hacer el día de hoy, quiero que me expliques al detalle lo que te dijeron —le ordenó a Nadia y salió del despacho sin darle tiempo a protestar, ni a Anne tiempo de seguir reclamando en algo sobre solo lo que él tenía poder de decisión.
De este modo George tomaba el control no solo de la campaña de su reelección sino también de una parte de su vida que había sido anulada desde siempre por Anne de Gautier o eso estaba pretendiendo hacer.