La opinión de Samantha quedó resonando en su cabeza por mucho tiempo. Dudosa, Chloe no tomó ninguna decisión de inmediato. Travor para no hacerla sentirse presionada no la buscó esos días, quiso darle la libertad de pensar bien su decisión, sabía que era una mujer conservadora, y por tal virtud, tal vez le costaría decidirse.
Finalizada esa semana, Chloe que si bien se había alejado de Washington y de la vida de George y de su hijo, solo impuso una distancia física, pero no dejó de estar pendiente de las noticias que circulaban en los diferentes medios de comunicación. Precisamente la tarde del día viernes, sentada en su sala de estar tomándose un café mientras Nahel hacía la siesta de esa hora, se encontró con que comenzó a circular la noticia del inicio de la campaña para la elección del nuevo presidente de ese país, y casualmente George se estaba postulando a la reelección. Le impactó mucho verlo en una toma que le hicieron junto a la mujer que es su esposa, la primera dama.
Al ver a George al lado de ella, le confirmó a Chloe una vez más que no es ella quien hace vida a su lado, sobre todo que no era quien lo había feliz, lo vio en la toma que le hicieron en tiempo real. Estaba sonriendo y mientras lo hacía la llevaba de la mano, Nadia Artich era la mujer que motivaba esa sonrisa, era la artífice de esa felicidad. Fue duro ver que no fue ella quien lo impulsó en esos cuatro años donde George logró la realización de un sueño que ambos habían construido abrazados en cualquier rincón de la cabaña que albergó muchos recuerdos, planes e ilusiones que se quedaron en cada una de sus paredes.
Al ver su sonrisa tan resplandeciente, Chloe pudo concluir que por más que quiso no aceptarlo, en el fondo había estado guardando la esperanza de tener un mañana con él.
Se sintió ridícula al ver toda la felicidad que irradiaba al lado de ella, concluyó que quien es feliz y lo muestra al mundo es porque no tiene dudas del paso que dio ni del que piensa dar, y ese último estaba marcado, lo estaba anunciando en las pantallas de la televisión y también dejaba ver a la persona principal que estaría a su lado.
Se reprocho por haber sido tan tonta pese a que la vida le había estado dando motivos suficientes para dejar de vivir en función de él. Debe aceptar que a George desde siempre lo perdió y a su hijo tampoco podría tenerlo porque hasta firmó un documento donde le cedió todos los derechos a George y a la mujer que ocupa el lugar que había considerado suyo.
Ver esa noticia fue el elemento que necesitaba para terminar de aceptar que Samantha tenía razón, debía rehacer su vida.
—Hola —saludó a Travor cuando él contestó su llamada.
Habían transcurrido dos horas después de haber visto la noticia que terminó de lastimar su alma al hacerla consciente de la realidad, y la llevó a tomar la decisión que iba a comunicarle.
—Chloe, ¿Cómo has estado? —le preguntó Travor con cierta inseguridad, no supo qué preguntarle o decirle.
—¿Tendrás tiempo de venir al finalizar tu trabajo hoy o mañana? —preguntó nerviosa, no le contestó el saludo—. Cuando puedas.
—Sí, sí, sí puedo ir más tarde —le respondió titubeante.
El tono de la voz de Chloe le dio a entender que fuera afirmativa o negativa, le tenía una respuesta. Se puso nervioso de solo tener que esperar otras horas más a lo que había pedido que terminara de llegar. Esa espera le agobiaba, estaba conteniéndose por toda esa semana, no había imaginado que ofrecer formalidad a la mujer que había escogido con miras a dar un paso más serio en una relación de pareja fuera casi infartante; y debía serlo, Chloe no era cualquier mujer, era tan formal, tan transparente tan dulce, tan dedicada y tan golpeada por la vida que merecía que él le diera ese tiempo de distanciamiento.
—Podemos cenar aquí en mi casa —anunció ella con cierta torpeza en el tono de su voz.
—Está bien, allí estaré cerca de las nueve, no puedo antes porque tengo trabajo, y por ser inicio del fin de semana es un día un tanto más demandante —se justificó.
—No tienes que explicarme, entiendo, sé cómo es tu trabajo. Nos vemos más tarde, no te quito más tiempo.
Colgó antes de que Travor le pudiera decir algo más. Los nervios la traicionaron y de la impresión se levantó de golpe de la silla donde estuvo sentada mientras decidía si le daba la respuesta a Travor por teléfono o no. Al final por considerar que no era correcto responder sin mirarlo a los ojos a una propuesta que él se había esmerado halagandola con una cena espléndida, él no se merecía eso, y llevada por la necesidad de ser consecuente con él y con lo que le fue dado esa noche en la que él le confesó sus intenciones, decidió invitarlo a su casa.
Con la cabeza hecha un caos, pero actuando de manera pausada, Chloe decidió prepara algo sencillo, pues por la hora no le daba tiempo de hacer algo más elaborado.
Para la hora que Travor tocó el timbre de su casa, ella estaba terminando de peinar su cabello. Segura de que Nahel estaba en su habitación viendo dibujos animados acostando con Got, bajó a abrirle.
—Ho… hola —dijo ella cuando lo primero en entrar a su casa fue una rafaga de aire frío que azotó su rostro.
—Hola —le respondió Travor.
—Adelante —le dijo mirándolo a los ojos y se hizo a un lado para darle paso.
Chloe pudo ver que no llevaba uniforme sino un jean y una camisa de manga larga, se veía jovial y al mismo tiempo con buena presencia.
—Traje esto, no sé si gustes tomarte una copa —le mostró una botella de vino.
—No está mal —accedió Chloe—. Sígueme.
Después de cerrar la puerta se encaminó hacia la cocina, y tomó de la despensa dos copas y las dejó en la superficie de la isla, así como un desenroscador de corchos.
—¿Nah? —preguntó buscandolo con la mirada.
—En su habitación viendo un programa.
—Ya, ¿Sirvo? —preguntó mostrandole la botella.
—Sí, sí —le dijo nerviosa.
Travor sonrió al darse cuenta que ella estaba algo nerviosa, y decidió no decir nada para no alterarla más. La encontró más hermosa de lo habitual, sus mejillas estaban sonrosadas, lo que llamó su atención, pero no se atrevió a preguntar para no errar.
—Travor —Chloe de manera impulsiva no se pudo contener—. Acepto tu propuesta —le dijo y guardó silencio del mismo modo como le soltó tal afirmación.
Ante lo inesperado, aunque deseado, Travor casi deja caer la botella de sus manos. No podía creer que ella estuviera dando semejante noticia. No cabía dentro de él mismo. La miró fijamente sin poder expresar palabra alguna y la miró por largo rato a los ojos adorándola por haber aceptado darle el honor de tratar de hacerla feliz, porque eso era lo que él estaba deseando para ella, que fuera feliz.
No pudo terminar de abrir la botella y la dejó sobre la superficie y se acercó a ella.
—¿Estás segura de esta decisión? —le preguntó mientras avanzaba hacía Cloe.
Ella, con dudas, igual asintió en un movimiento de cabeza.
—Sí —confirmó.
—¡Wow! —exclamó y luego tomó las manos de Chloe entre las suyas—. ¡Wow! —repitió y sonrió—. No imaginé que esto se pudiera sentir así, me siento feliz, me siento condenadamente feliz —volvió a decir.
Sin poder contenerse más, tomó el rostro de Chloe entre sus manos para depositar un beso sutil en sus labios. Quiso ahondar un poco más en él pero sabía que con ella debía irse despacio. No quería asustarla, quería convertirse en su hombro, su brazo, su pierna, en ese apoyo que ella busque día y noche. Estaba enamorado por completo de ella, y solo hasta ese instante fue que comprendió la profundidad de ese sentimiento. La abrazó pegando a su pecho como si fuera lo más preciado que jamás había logrado tener en la vida.
—Me estás haciendo el hombre más feliz en la vida —le dijo en un susurro con los labios pegados a la coronilla de la cabeza de Chloe—. No sé qué decirte. Gracias. Verás que no te vas a arrepentir de haber aceptado darme entrada en tu vida. Seré ese hombre que siempre te ha faltado y para Nah ese padre que tanto le hace falta.
—Gracias por fijarte en mí —le dijo ella sintiendose extraña de verse en ese plan con un hombre que no fuera George, pero debía ser objetiva, aceptar que la vida para ella comienza ahora.