Aunque se sentía agotado, Travor estaba decidido a darle el empujón al destino para que él y Chloe dieran el paso que los llevaría a un nivel más cercano en su relación. Necesitaba estar más cerca de ella, sentía que la quería cada vez más y en esa misma medida sentía deseo por ella. Comprobar si era correspondido ese sentido era el objetivo que se había propuesto. No es que tuviera metido en mente tener sexo con ella, no, ese no era su único objetivo.
El apetito s****l es parte de toda relación de pareja, y más si son jóvenes como ellos dos. Para Travor, Chloe es una mujer hermosa, dulce y con un carisma que atrae a cualquier hombre, solo que muy pocos se atreven a acercarse a ella. Le agrada que fuera así porque eso demostraba que era una mujer de gran valor, pese a que sabía que también detrás de su actitud un tanto distante estaba el fracaso de su relación con el padre de Nahel, de quien hasta ese instante no sabía nada, y no quería indagar al respecto para no afectar el terreno que había ganado con ella.
Su mayor deseo era avanzar al siguiente nivel, quiere estar siempre allí para ella y es algo que le ha hecho ver desde que comenzaron su amistad.
—Tardaste —le dijo Chloe al verlo aparecer en la cocina.
—Ese aroma me trae recuerdos —adujo Chloe—. Hmm —expresó mientras absorbía el aroma del guiso que Chloe estaba haciendo—. No te traje aquí para esto ¡Qué verguenza! —agregó apenado.
—Tampoco vine para hacer de objeto decorativo en tu sala de estar, bien sabe cómo soy, y además te lo mereces —le dijo ella con voz tierna, esa que lo tienen enganchado—. ¿Desde cuando no comes una buena comida hecha en casa y en tu casa?
—¿La verdad? Mucho tiempo, por lo general como en la delegación, y pido domicilio, no se me da eso de la cocina, una vez a la semana viene una señora a hacer el aseo y a prepararme comidas —le confesó.
—¡Wow! ¿Por qué nunca me dijiste eso? Te hubiera apoyado —le dijo ella mostrándose preocupada.
—Porque no tengo porque cargarte con mis cosas, además sería un abuso de mi parte.
—Pues tenemos un mes de relación, debiste haberme dicho al respecto, por lo menos podías comer en mi casa, no se me quita nada con poner un plato más en la mesa, siempre somos Nah y yo, y tú las pocas veces que aceptas comer en mi casa. A partir de ahora no aceptaré un no de tu parte, y la señora esa que solo venga a trapear —dispuso Chloe sintiéndose motivada a ser útil para él en algo.
A Travor ese tono de reclamo le encantó, se acercó a ella y la abrazó por la espalda dado que le dio la vuelta para remover algo en un sartén en la estufa.
—Te mostraste como la propia esposa regañona —le dijo al oído y luego besó su cuello—.- Me encanta verte parada aquí en mi cocina preocupada por mi alimentación.
—Es que trabajas mucho, y por lo visto no te das la atención que necesitas —le dijo ella sin rechazar sus cariños.
Travor aprovechó para besar su cuello una y otra vez, la apretó a su cuerpo para sentirla más de cerca, lo cual aceptó al instante que fue una mala decisión su cuerpo resintió haberlo hecho, el apetito s****l que hasta un segundo atrás había controlado lo que más pudo se despertó y amenazó con no querer dormirse.
Chloe sintió la vibración del sexo de Travor en sus glúteos, abrió los ojos de manera alarmante, pero no se alejó, no debía hacerlo. Aceptó que estaba de novia de un hombre, un verdadero hombre, uno que se había contenido por muchos años de expresarle su amor para evitar alejarla, llevaban un mes saliendo y en todo momento él la respetó. El que ella haya accedido a estar a solas con él ahí en su casa no era más que la aceptación a lo que se vendría de fondo. Algo inevitable en toda pareja. Algo que aunque ella no lo creía posible tal vez le ayudara un poco a aceptar su realidad.
Le tocaba terminar de admitir que no era parte de la vida de George y él de la suya. Solamente Travor estaba en ella.
—Vamos a tomarnos una copa antes de cenar —le propuso Travor sin obviar que ella no rehuyó a la manifestación de su cuerpo—. ¿Te parece?
—Sí, me parece —asintió mientras continuaba removiendo el guiso.
—Me encanta tenerte aquí —le dijo antes de alejarse de ella.
—Gracias —adujo Chloe.
—Agradecido estoy yo por tenerte finalmente, me encantas.
A Chloe le encantó escucharle decirle eso, y giró a verlo, Travor le guiñó un ojo y se alejó para dirigirse al bar que tiene en la sala de estar. Animado, descorchó una botella de vino y sirvió dos copas.
—¿A eso le falta mucho? —preguntó él dejando las copas sobre la isla.
—No, ya está listo —le dijo Chloe y apagó la estufa, colocó una tapa en el sartén y se giró sobre sus pies—. Cuando gustes, sirvo, me alcanzó el tiempo para preparar la carne, unas patatas y una ensalada.
—¡Wow! Más de lo que me atrevería a hacer —le dijo halagándola—. Ven, vamos a la terraza a tomarnos esto. Brindemos por estar juntos.
Travor tomó en sus manos las dos copas, y avanzó hacia la terraza. Hasta ese momento Chloe fue consciente de que estaba descalzo, vistiendo solo un jean de mezclilla bastante desgastado ajustado a su cuerpo y un guarda camisa que resaltaba sus músculos, su espalda se veía tan ancha que llamaba a tratar de abrazarlo y recostar el rostro en ella por un rato.
No era tan apática para reconocer que la apariencia de Travor cortaba la respiración, y más si auguraba lo que podía suceder entre ellos al final de esa velada.
—Ven —la llamó Travor.
Accedió y se sentó en un cómodo sillón que él le señaló.
—Toma —le dijo y le entregó la copa—. Brindo porque finalmente se me hizo el deseo de que fueras mi novia, quiero más, pero por lo pronto me conformo con esto.
—Yo brindo por conocerte, y porque has sido paciente conmigo, soy todo un paquete de complicaciones.
—No, eres un paquete de tentación —la corrigió él luego de tomarse un sorbo de su copa—. Cualquiera quisiera ser quien te ayude a resolverlas, afortunadamente el privilegiado soy yo —le dijo en voz susurrada y mirada cargada de pasión.
Chloe se puso nerviosa y una gota de vino corrió por la comisura de sus labios. Travor lo advirtió y en lugar de ignorarla o tratar de buscar algo para limpiarla, se apresuró a acortar la distancia entre ellos y se inclinó para lamer la gota.
«¡Wow!» reaccionó la mente de Chloe.
Este fue un acto verdaderamente erótico, provocador de sensaciones que por más dolor que ella tuviera en su alma por su fracaso sentimental, le fue dificil ignorar.
La parálisis de Chloe fue la oportunidad para Travor, se vio atraído a buscar el centro de sus labios e invitarla a unirse en un beso que no pretendía ser tierno, al contrario, cuando mordió sutilmente el labio inferior le dio un aviso de lo que deseaba y nerviosa no se opuso, abrió los labios para permitirle el acceso y con ello cerró los ojos para sentir a profundidad los efectos que esa caricia pudiera darle. Jugó con sus labios por un rato, y cuando vio que estaba incómodo porque no era lo que él deseaba sino más, introdujo su lengua en la de ella y con eso aumentó más el deseo.
—Dame esto —le dijo al separarse de ella.
Le quitó la copa de la mano y la llevó a una mesa que había en una esquina y tomó a Chloe por la cintura para llevarla alzada y sentarla en sus piernas cuando tomó asiento en el mismo sillón que él le ofreció. La sentó de cara a él, obligándola a abrir las piernas.
—Me encantas —adujo mirándola a los ojos y besó una vez más sus labios temblorosos.
Travor es de ojos verdes, un hombre demasiado atractivo, intimidante por su postura, al verla profundizó el color de su mirada y logró que el corazón de Chloe se acelerara, pero por saber que estaba más que dispuesto a hacerla suya.
Sin importarle estar ahí en la terraza, profundizó en el beso, e invitó a Chloe a abrazarlo por el cuello, ella llegó a dudar. Era la primera vez que iba a estar con otro hombre, sintió miedo. Travor lo percibió.
—No te haré daño —le advirtió.
—Lo sé, solo me siento extraña —confesó con miedo.
—Si no quieres me detengo —adujo reconociendo que no era bueno forzar las cosas, menos ese paso y con ella que es la mujer que tanto había comenzado a querer.
Por momentos Chloe dudó más y más y estuvo a punto de echarse hacia atrás. No era fácil para ella, y solo se vio forzada al recordar las palabras de Samantha cuando sin rodeos le dijo que George hizo su vida, estaba haciendo su vida, y estaba bien, el que ella lo hiciera no era malo. Inconscientemente le dio la razón. No le debía cuentas a nadie más que a sí misma, y aceptaba que necesitaba esa atención que Travor quería darle. Quería recordar lo que era sentirse adorada.
Travor la miró atento, solo esperaba que decidiera para que él bien pueda pararse y alejarse de ella o terminar de adentrarse en la burbuja de pasión que tanto anhelaba que los envolviera.
La respuesta de Chloe fue darle un beso tierno en los labios y luego lo miró a los ojos, Travor no comprendió. Era demasiada inocencia para el fuego que ardía dentro de él. No quería mal interpretarla, siguió mirándola, lo que obligó a Chloe a abrazarlo una vez más por su cuello y ser ella quien tomara la iniciativa para besarlo como él lo hizo minutos atrás, con apetito, con ese fuego capaz de encender las flamas de una hoguera que prometía quemarlo vivos y disfrutar de ese calor de tanto placer que ambos por necesidades distintas estaban reclamando.
Travor entendió el mensaje y la abrazó apretandola a su cuerpo, buscando sentir la dureza de sus pechos y que ella le transmitiera el calor que de esos se desprendían, la tomó en peso para moverla de sus piernas hasta dejarla ubicada en el punto estratégico, su virilidad, para que ella se hiciera consciente de la carga pasional que había logrado despertar en él.
Sin soltar sus labios acarició su espalda, soltó su cabello para dejarlo caer en cascadas por su espalda y luego metió sus manos debajo de la camisa de Chloe, le encantó su suavidad y disfrutó del beso que ella sostenía con él.
Al ver que estaban entregados, se separó un poco de ella y la obligó a levantar los brazos para ayudarla a quitarle la camisa, quedó complacido al ver su disposición a colaborar, liberó sus pechos y tiró adentro de su sala el brasier, Chloe quedó totalmente desnuda frente a él, sus pechos se veían tentadores, exquisitamente prometedores para él. Su corazón latió de golpe al aceptar que ella era la mujer que quería y finalmente la tenía ahí para él.
Ella volvió a besarlo al sentirse apenada, sonrió y esa sonrisa lo mató, la puso de pie para terminar de despojarla del resto de la rpa y ahí con ella al frente totalmente desnuda él, la imitó y dejándole ver el tamaño de su deseo tomó del bolsillo de su jean un preservativo.
—Lo siento, te deseo ahora —le dijo él en un susurro.
—No… no te preocupes —contestó ella nerviosa—. Yo también lo deseo.
Pese a no estar ahí por las razones que él estaba dispuesto a adorarla, Chloe tomó la decisión de deshacerse de la tristeza, del remordimiento y del pudor.