Terminaron acostados en la habitación de Travor. Al final él la llevó a la cama, era demasiada pasión la que él tenía por ella que no pudo conformarse con haberla poseído ahí en el sillón de la terraza con la brisa de la noche, las estrellas resplandecientes en el cielo despejado e iluminado por la luz de la luna de testigo. Necesitaba más espacio y comodidad para amarla como nació de lo más profundo de su ser.
La cena se les postergó porque fue más el apetito carnal que demandó ser satisfecho de inmediato. Chloe aceptó que su cuerpo se sintió complacido de recibir tan maravillosas caricias. La atención de Travor fue determinante para confirmar que había tomado una buena decisión, ¿Si era la mejor? No sabía, pero de que era el complemento que él le dejó ver que podía darle en cada entrega al tener una pequeña demostración de su deseo de hacerla feliz, no le permitió dudar más de continuar esa relación.
Acostada a su lado, con el rostro descansado sobre su tórax con los ojos cerrados, mientras él acariciaba su espalda, ambos sumergidos en un silencio placentero, Chloe aceptó que si bien no estaba enamorada de él, si le gustaba. Travor tenía algo que le hacía sentir bien y le daba confianza en él. Se relajó por completo, se sintió en confianza, esperaba que eso fuera el preludio a un posible enamoramiento y al final pueda llegar a amarlo como una vez lo hizo.
—Eres perfecta —le dijo Travor interrumpiendo el silencio—. Te imaginaba, pero nunca como lo que me acabas de regalar —agregó en un tono de voz enronquecida por la pasión, por el momento tan íntimo que ni él podía creérselo, tenía mucha felicidad.
Chloe no supo qué responderle, estimó que no podía encontrar palabras para corresponderle en consecuencia a su manifestación de aceptación plena.
Las caricias que Trevor le estaba dando en ese momento le hicieron estremecerse, lo que le dio a entender a él que bien podía hacer de ella un flan gelatinoso que se sacude a su contacto y eso le agradó. La ayudó a colocarse encima de él para que sus miradas quedaran colgadas, necesitaba verla a los ojos.
—¿Estimas que sería intenso si te digo que desde ahora eres mía?
Chloe soltó una risita nerviosa, le gustó saber que en el mundo había aunque sea una persona que estuviera interesado en tenerla en su vida.
—No —respondió ella sin saber qué más decirle.
Él la besó en los labios para espantar la pena que parecía tener. No era pena, sino que apenas comenzaba a asumir que podía sentirse bien estando con un hombre diferente a él, a George.
—Vamos a comer de eso que preparaste —le dijo Travor levantandola en peso para tomar asiento.
Tenía tanta fuerza que se le hacía fácil alzarla y moverse con ella.
—Si me dejas podría seguir aquí contigo hasta mañana —le dijo y le dio otro beso pero esta vez en el hombro—. Vamos a comer y nos damos una ducha para ir a llevarte a tu casa.
No es que ella hubiera ido dispuesta a quedarse esa noche, pero le extrañó que él no impusiera su deseo al deber que ella tiene con Nahel.
—Vamos —le dijo ella y se incorporó de la cama y buscó con la mirada algo para cubrir su cuerpo.
—Toma una sudadera mía del vestidor —propuso él señalándole la puerta.
—Gracias —respondió Chloe y le guiñó un ojo antes de adentrarse en el pequeño espacio
Para cuándo salió de nuevo a la habitación, ya Travor tenía puesto un short que se le veía un tanto provocador, desvió la mirada al darse cuenta de cuánto podría gustarle estar íntimamente con él. Solo hasta ese momento se detuvo a verlo como es, un verdadero espécimen, un objeto de deseo para cualquier mujer, y él la había elegido para que fuera ella la que se deleitara de su cuerpo perfectamente esculpido y disfrutara de sus caricias.
—Vamos —le pidió extendiendo su mano para salir de la habitación tomados de la mano.
Para Travor ver a Chloe en ese estado tan natural recién acabada de recibir una buena dosis de atención de su aparte es fascinante, su rostro enrojecido, sus labios inflamados, su cabellos suelto y alborotado y con su sudadera, le resultó tan hermoso como nunca había adorado a otra mujer.
Tomó asiento en una de las butacas de la isla cuando ella tomó posesión del área de la cocina, y se dedicó a mirarla feliz de haber vivido esa experiencia. La vio moverse en su cocina como si fuera costumbre.
—¿Comemos aquí o en la mesa? —le preguntó Chloe dejando los platos servidos sobre la isla.
—Aquí, igual solo somos tú y yo —dijo él y se puso de pie para ir al refrigerador por algo de tomar.
—¿Qué prefieres? ¿Refresco o una cerveza? —preguntó mirando en el interior del refrigerador—. Ah, también hay agua.
—Lo que tú tomes me parece bien —le dijo ella y se dio la vuelta para buscar servilletas y cubiertos.
No le fue difícil ubicar los cubiertos, vasos y servilletas, así como no le fue difícil amoldarse a su nueva vida al lado de Travor.
Los días que siguieron en lugar de resultarle pesados como había imaginado porque se predispuso a ver su decisión como algo malo, poco a poco se fue tornando en un estado placentero permanente, tan distinto de como se sentía cuando eran solo amigos. Chloe se dio cuenta que en esa etapa hubo mucha tensión entre ellos, y ahora que había un trato más íntimo, estaba más relajada a su lado. Travor se dedicó a hacerle sentir querida y más apoyada, sobre todo apoyándola con Nahel, pese a que su trabajo era más demandante que él de ella.
—¡Wow! Parece mentira —le dijo ella—. Ya vamos a cumplir cuatro meses juntos —agregó sorprendida.
—Sí, han pasado rápido y aun así los he visto poco, pero te confieso que soy feliz, he sido feliz y seguiré siendo feliz mientras me permitas ser parte de tu vida —le dijo él cuando regresaban de ver una película con Nahel, salió tan agotado que iba dormido en el asiento de atrás del auto de Travor, lo que le dio oportunidad de inclinarse para besarla—. ¡Ah! —exclamó satisfecho al separarse de ella—. Me hacía falta. Es una tortura esto de tener que portarme juicioso al lado de Nahel.
—Lo lamento, era necesario mantener la apariencia mientras nos aseguramos de hasta dónde podíamos llegar —le dijo Chloe—. Si gustas mañana nos reunimos con él en casa o no sé si quieres salimos a un lugar cálido, más ameno y le damos la noticia.
—Por mi no hay problema, nunca he tenido inconveniente en asumirme ante todos como tu hombre, cuando tú lo dispongas lo haremos —aceptó Travor al tiempo que acarició su rostro y volvió su atención hacia el frente.
—Sí, amor, pero recuerda que Nahel no era cualquier persona —le dijo ella en un tono de voz sutil—. Recuerda que él nunca ha tenido una figura masculina cerca, lo más proximo eres tú y te vé como una migo.
—No voy a dejar de serlo —respondió en tranquilidad—. Se bien que no soy ni seré su padre, una figura paterna o materna jamás puede ser sustituida, no pretendo desplazar al padre de Nah, pero sí, sí estaré ahí para él.
—No puedes sentirte mal por querer sustituir, si así lo quieres, lo que nunca ha estado ni ha sido representativo en la vida de Nah —respondió Chloe con cierto dejo de tristeza en el tono de su voz.
Travor se sintió incómodo al percibir una baja de energía en el tono de su voz. En todo el tiempo que tienen juntos, no se ha atrevido a tocar el tema del padre de Nahel por no incomodarla, piensa que ella es la que debería tomar la iniciativa de hablarle de esa parte de su vida, una etapa muy curiosa, una etapa donde pareciera que nada sucedió más que la existencia de Nahel. Chloe no habla de su vida antes de llegar a Montana.
En las parejas no debería haber secretos, pero es consciente que eso solo se aplica en las situaciones que se presenten en los curso de la relación. El pasado de él y de la mujer que esté a su lado no debería ser de importancia. Así ha sido con las parejas que anteriormente a ella fueron parte de su vida. Solo que la situación de esas mujeres no era tan significativa como la de Chloe y Nahel que es un niño con una condición especial.
El que ella se exprese de esa manera y por primera vez de los dos años y medio que tienen conociéndose, le llama la atención. Notó cierto malestar, por no decir dolor en esas palabras.
No supo qué responderle para no parecer invasivo, por lo que solo giró rápidamente el rostro, le sonrió, volvió a acariciar su rostro y retomó su atención en la vía.
Al llegar a casa de Chloe alzó en brazos a Nahel y lo subió directo a su habitación, lo dejó acostado y bien abrigado, y bajó al encuentro de ella.
—¿Vas a la estación ahora? —le preguntó Chloe.
—No, por hoy ya no tengo nada que hacer, dejé a mi relevo de fin de semana —informó Travor—. Iré a casa a descansar, mañana temprano haré solo una visita de supervisión y luego quedó libre.
—Entonces quédate con nosotros esta noche —le propuso ella.
Segunda motivación para quedarse extrañado, aunque no negaba que le emocionó ver que poco a poco era ella la que estaba cediendo sin necesidad de que el forzara la situación, le pareció espléndido porque era la prueba de que se estaba convirtiendo en un ser indispensable en su vida y eso le llenó el alma de regocijo. No titubeó y acortó la distancia entre ellos para abrazarla pegando su cuerpo lo más que podía y la atrapó en un beso profundo.
Fue tanta la intensidad con la que Travor la besó que Chloe quedó temblorosa, se asió a su cuello para no caer al sentirse débil por lo prometedor que fue ese beso. Lamentó estar en horario inapropiado para dejarle hacer lo que sabía que él deseaba.
—¡Wow! Me robaste el aliento —le dijo ella abrumada por el calor que se desprendió de su cuerpo.
—Qué triste que solo puedo robarte el aliento —fingió decepción y la soltó e instintivamente volteó hacia las escaleras cuidando que Nahel no estuviera por ahí—. Quieres que me quede, pero como vas a hacer con Nah, ¿No me mandaras a dormir en el sofá?
—No, ¿Cómo crees? Si te pedí que te quedarás es para que no estés solo.
—¿Para que no esté solo o para que te siga dando cariño?
Chloe se sonrojó al ver su insinuación.
—Bueno, la verdad es por ambas cosas —contestó con cierta picardía—. Me está gustando que estés cerca.
Tal reconocimiento para ella era un gran avance porque se estaba demostrando que sí podía dedicar su vida a otro hombre. La vida le estaba demostrando que sí podía llegar a necesitar a otro hombre. Poco a poco Travor comenzaba a ganar espacio en su vida. Le estaba gustando eso de abrirse a Travor, de contar con él, y de sentirse su necesidad. Sentía como que si estuviera superando el paado que tanto dolor le causó.
—¿Por eso decidiste contarle de lo nuestro a Nahel?
—Sí, creo que es hora de prepararlo para ciertas áreas de su vida, entre ellas, nosotros —reconoció ella.
—Me está gustando el rumbo que están tomando tus decisiones —advirtió Travor mirándola con cierta ternura—. Me haces desearte más y más, disculpame que sea tan sincero.
—No hay nada que disculpar —le contestó en un susurro—, es mutua esa necesidad —se mordió el labio—. En parte mi decisión e hablar con Nah se debe a eso, ya es hora de dejar de andar como niños, quiero tener la libertad de que andemos sin tener que ocultarnos, eso no deja un muy buen sabor.
—Si supieras que pienso igual 1admitió Travor.
—En el pasado esa situación me hizo mucho daño, no quiero revivir eso —le dijo sin detenerse a pensar en la posibilidad de estar dejándole ver por una rendija una parte de su vida.
Chloe le estaba mostrando una especie de trauma que la marcó significativamente.