Travor Tremblay

1685 Words
Tiempo actual: —Nahel —lo llamó Chloe. —Ya voy, mamá —respondió el niño desde lo alto de la escalera. —Apresúrate, mi amor —le dijo Chloe desde la puerta de la casa—. Ya Travor está aquí. Salió de la casa para dejar en el auto su bolso y el de Nahel. Chloe se siente un tanto acelerada, va tarde para la hora que debería estar en su trabajo. Del nivel de ansiedad que siente se limitó a dejar las pertenencias en el asiento posterior y se giró de regreso a la casa para ir por Nahel. Es la rutina con él, es un tanto distraído en algunos asuntos, para él el tiempo no es algo de importancia, y es normal que sea así, Nahel es un niño especial. Tiene una inteligencia que supera a los niños de su edad, pero no pone atención a los detalles más importantes que demandan orden en la vida. Las horas, el cumplir para no quedar mal, vivir una vida apresurada no ha sido algo en lo que haya encontrado adaptación, Chloe ha sido la que lo ha llevado de la mano. Ha sido un proceso duro eso de ser madre soltera y tener que adaptarse por completo al cambio de vida que tuvo que hacer a fuerza para sobrevivir y reponerse del golpe al que se enfrentó tiempo atrás. —¿Por qué tenemos que ir? —preguntó Nahel al tiempo que se pasaba las manos por los ojos para demostrarle una vez más su deseo de seguir durmiendo—. Quiero dormir —manifestó en un tono de voz bajo y lloroso. —Nah vamos, ya te he explicado esto, tanto tú como yo debemos ir, y es a esta hora, en unas cuantas horas volveremos y podrás descansar —le dijo haciéndole un resumen del compendio de explicaciones que viene recitándole día a día. Precisamente esa mañana, era una de esas en la que Chloe anímicamente estaba bajita, tenía desánimo y un poco de malestar a nivel corporal, le tocaba disimularlo frente a Nahel. Solo eran ella y él, y por tal razón, transmitirle emociones que en lugar de animarlo lo desalienten no era lo mejor. Ella más que nadie lo sabía, conocía con propiedad los efectos y no deseaba contribuir el retroceso que un error de su parte por dejar ver sus verdaderas emociones pudiera generar en su hijo, a fin de cuentas Nahel la tenía solo a ella, y obviamente a Samantha, pero su tía estaba a kilómetros de distancia. —¿Puedo llevar a Got? —inquirió refiriéndose a su perro, un golden retriever que ha sido su fiel compañero. —No, corazón, eso también te lo he explicado, Got tiene que quedarse a cumplir con sus funciones y tú y yo tenemos tareas que también debemos cumplir —le explicó una vez más mirándolo con ese amor que solo brota de una madre que sabe lo difícil que estaba siendo para su hijo encajar en un mundo que se contrapone al que su cabeza insiste en hacerle ver. Nahel no siguió discutiendo más, miró a Chloe en actitud de rendición y bajó las escaleras con Got a su lado. Siguió directo, y abordó el auto, mientras que Chloe se encargó de dejar a Got adentro de la casa y cerró la puerta activando el sistema de seguridad. —Hola —Travor la saludó llamando su atención pues parecía que ella pese a ser consciente que era él quien estaba al volante del auto, no lo determinó, no reclamó por eso pues entiende perfectamente los momentos de abstracción en los que ella tendía a caer. —Hola —le respondió Chloe mirándolo con pena—. Disculpame, es que… —Hey —le dijo Travor—. No te preocupes, no tienes que darme explicaciones, sé como es la rutina matutina —agregó en un tono de voz comprensivo. Chloe le sonrió y apretó la mano que Travor tenía sobre el mando del cambio de velocidades. —¿Por qué viniste aquí? —preguntó Nahel hablándole a Travor directamente. Travor lo miró por el retrovisor y sonrió. —Porque vengo de casa, ayer estuve libre —le aclaró. —Es más divertido cuando me buscas en el carro mágico —le dijo Nahel. Chloe sonrió, definitivamente que su hijo era un ser inigualable. —Gracias por venir por nosotros, al llegar a casa llamaré al taller para saber si ya está listo mi auto —le dijo Chloe. —No tienes nada que agradecerme, sabes que con gusto los llevo al lugar que me pidas —le contestó Travor. Se limitó a sonreírle porque era caso perdido decirle que de verdad estaba agradecida con él por toda la atención que pone en ella y en Nahel. Al ver la hora Travor puso en marcha su auto, y en silencio hicieron el recorrido hasta llegar a la escuela especial del condado. Al estacionarse en la entrada se bajó antes que ella y Nahel y les abrió la puerta, haciendo eco de la caballerosidad que suele tener. —Avísame para venir por ustedes, no tengo problema alguno de servirles de chofer —le dijo en broma. —¿No tienes reunión con tu grupo? —le preguntó Chloe. —Sí, pero no es algo que me vaya a tomar toda la mañana, tengo establecida la planificación, sabes como soy no me gusta tanta explicación, soy estratégico, creo que da mejores resultados que andar sermoneando al personal, se aburren y terminan por no entender el objetivo de la reunión. —Bueno, tú sabrás, igual te deseo una feliz mañana —le dijo Chloe y se acercó a él para darle un beso en la mejilla. —Y la tendré —aseguró y le guiño el ojo—. Si esos buenos deseos vienen de tí, por supuesto que mi mañana será no solo feliz. —Exagerado —le dijo ella con timidez. —Es así, recibir palabras optimistas de quien es importante para uno es alentador, dime tú ¿Quién no se motiva cuando hay alguien esperando que siempre te vaya bien? —cuestionó de manera positiva. —Me voy, ya es tarde —le dijo y tomó las pertenencias de ella y de Nahel—. Te veo luego. Cerró la puerta del auto y se giró sobre sus pies para adentrarse a la escuela, mientras Travor la miraba extasiado, cada vez más atraído por ella. Sabía que no debía postergar más el momento, estaba dispuesto a arriesgarse a hacerle la propuesta que tanto ha madurado en su cabeza. Con el cuerpo recargado en el capó de su auto la miró perderse a través del portón y se obligó a reaccionar, sacudió la cabeza y se paró erguido para bordear el auto mientras miraba su reloj. Suspiró al ver que estaba con tiempo para la reunión que él mismo había fijado. Travor es el sheriff del condado de Flathead, del estado de Montana, con solo treinta y cuatro años se hizo del puesto gracias a su constancia, transparencia y compromiso con la institución. Es un hombre atractivo, de una estatura intimidante, cuerpo atlético, de tez blanca y cabello tan n***o como el carbón pero de unos ojos azules que cuando quería podían intimidar o enamorar según fuera la intención con la que fijara su mirada en su objetivo. A Chole solía dirigirle miradas dulces, y era algo que era innato, no tenía que esforzase para ello. Con otras mujeres sí le ha tocado fingir esas miradas, pero con ella ha sido diferente. Desde que Chloe llegó al condado, se fijó en ella, no le ha expresado sus intenciones porque por Aristides, su primo, supo la triste historia de vida que llevaba acuesta. Han transcurrido tres años desde que la conoció y en ese tiempo ha sido paciente y dedicado a ser su hombro en los momentos de emergencia que ha tenido, que han sido unos cuantos, pero de los que ella gracias a la fortaleza que ha tenido, ha salido bien librada. La admiración que Travor siente por Chloe ha sobrepasado la línea de la amistad, siente que ya no puede aguantar más, su corazón le exige develar ese gran secreto, y no solo confesarselo sino expresarle al mundo de la ciudad de Whitefish, y de todo el condado de Flathead que ella es la mujer con la que desea compartir su vida. —Sheriff, buenos días —lo saludó una de las funcionarias de la policía estadal que forma parte de su equipo. —Laney, buenos días —le respondió e ingresó directo al edificio oficial donde estaban las oficinas del departamento policial estadal. No se detuvo a conversar con ninguno, tenía trabajo pendiente pues el día anterior se tomó el día para ir a visitar a su familia. —Buenos días —saludó a su secretaria—. Alana, prepara todo para la reunión, y por favor, llévame un café. —Buenos días, Sheriff, en seguida —le dijo ella. Al ingresar en su despacho, cerró la puerta y vio la hora, estimó que tenía tiempo para hacer la orden que se había propuesto antes de que la rutina de su día le hiciera olvidarlo. —Buenos días —saludó al teléfono cuando le contestaron al otro lado de la línea. —Buen día, señor —le contestó una voz femenina. —Habla con Travor Tremblay —se identificó—. Necesito ordenar un arreglo de rosas para la dirección que le daré, debe ir dirigida a nombre de la señorita Chloe Campbell, debe enviarlo a las tres de la tarde a la siguiente dirección… Así Travor cumplió con la primera parte de la decisión que tomó el día anterior luego de meditarlo por largo tiempo. Sabía que se iba a arriesgar a un resultado que por una u otra razón cambiaría su vida, pues estaba a riesgo de perder para siempre su amistad con Chloe o al contrario, hacerse de la mejor insignia que le han endilgado en el hombro durante su trayectoria en la carrera policial.
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