El resto de ese día Chloe no se dio la oportunidad de salir de casa. Travor le informó dos horas después de haberla dejado sola con Nahel que la ciudad había retomado su ritmo habitual, es decir, de calma y paz que se respira normalmente. Eso le dio cierta tranquilidad, la tensión de su cuerpo desapareció.
El saber que George y sus hombres se habían ido de la ciudad le ayudó a recobrar la confianza de estar pisando seguro.
Travor, que para ese día había planificado salir de paseo con ella, decidió no hacerlo por haber visto lo mal que se encontraba en la mañana.
Chloe no pudo verse al espejo porque de verdad se sintió enferma, no tuvo oportunidad de hacerlo para ver con sus propios ojos lo que una falsa creencia pudo hacer de ella, lo mal que se sintió fue tan fuerte que la invadió una debilidad inusual, pero no fue por una enfermedad propiamente biológica. Cierto que presentó malestares propios de alguna alteración de su salud, la tuvo, pero no por un proceso natural, sino por sugestión.
—¿Los candidatos volverán a la ciudad? —le preguntó a Travor solo por confirmar pues sabía que el deber ser le dictaba que no.
La experiencia que recordaba de su vida anterior le indicaba que el protocolo exigia solo una visita y más porque el tiempo de promoción de los candidatos era temporal.
—No, no creo, no me informaron de una próxima visita —le respondió Travor en total tranquilidad.
Desconocía, el transfondo de la pregunta de Chloe, la verdadera razón de ser de su interés por conocer algo tan insignificante para cualquier ciudadano común.
—Así como nos notificaron de esta visita, ya me hubieran informado de una segunda para dejar organizada la seguridad, si no lo informaron es porque no van a regresar, me alegra que pese al revuelo todo haya sido pacifico —explicó en tranquilidad y se dio la vuelta—. Voy a mi departamento a darme una ducha y volveré.
—¿Vamos contigo? —le preguntó Chloe.
—No, no, descansa, volveré más tarde —adujo él para que no se alterara—. Descansa, te hace falta.
Aceptando su decisión, Chloe se limitó a acompañarlo hasta la puerta y luego volvió a la habitación de Nahel para corroborar que estuviera bien, confirmado como le quedó que era así, se fue a su habitación y se encerró para sacar de manera solapada una libreta que llevaba tiempo escondida entre sus cosas. De ella sacó una fotografía de George, su actual esposa y su hijo, el gemelo.
Recuerda que esa fotografía la tomó antes de tomar la decisión de irse a vivir en Montana, escondida entre la multitud por curiosidad de saber cómo podría estar su hijo se arriesgó y desde una distancia prudencial, disfrazada tomó esa foto. Ese fue el único momento que recuerda que George se haya tomado una fotografía con su familia, y ella agradece haberse atrevido a ir. Para ese momento Samantha estaba con ella y por eso Nahel no estaba con ella, su hermana lo cuidó bajo la creencia de que ella iría a resolver asuntos personales, jamás se enteró que ella se había arriesgado para ver de cerca por última vez a su hijo y a George.
Muchas emociones se encontraron en su pecho al ver esa imagen. No reciente la presencia de Nadia entre George y su hijo, a fin de cuentas ella nunca fue la elegida para estar en ese lugar, lo aceptó y en medio de esa aceptación se sumió en una tristeza que no ha podido dejar en el camino transitado.
El recuerdo de lo que pudo y no fue, aprisionó su pecho y le ocasionó un dolor importante.
Al día siguiente de la breve conversación que George tuvo con Nadia, ésta apenas él salió de la casa presidencial corrió a su habitación y se encerró en ella.
—Señora Anne —llamó la atención de su suegra al percibir que ésta había contestado su llamada.
—Nadia, buenos días, ¿Cómo estás? —la saludó extrañada por la hora en al que llamaba que no era muy temprano pero tampoco tan tarde para que ella se comunicara.
—Bien, aunque preocupada —adujo de manera confusa.
—¿Sucedió algo con George? ¿Logan? —preguntó Anne con curiosidad.
—¿Puede hablar en tranquilidad? —le inquirió sería.
—Sí, sí, estoy en casa sola con los empleados, Friedrich ya se fue al ministerio —informó Anne—. Habla con confianza, ¿Qué te tiene en ese estado? —agregó al percibir ansiedad en el tono de la voz de Nadia.
—No sé ¿Qué sucedió ayer? —adujo pensativa—. George llegó preguntando quienes son los verdaderos padres de Logan. Él nunca antes había preguntado por esto, sino cuando lo trajimos a casa, pensé que había olvidado el tema.
—Sí, es extraño, pero aguarda, no te adelantes a pensar mal, vamos analizar la situación —le dijo Anne con voz pausada—. Recuerda que si te alteras puedes caer en errores que no son convenientes.
La frialdad con la que actúa Anne es inigualable, no es de las que se deja llevar por las primeras impresiones.
—¿Qué está sucediendo para que él pudiera plantear esa interrogante? —preguntó la mujer.
Nadia se sorprendió porque así como George es un hombre analítico y acertado en sus decisiones, Anne de Gautier es observadora y hábil para encontrar las piezas faltantes en ciertas situaciones. Nadia hasta ese momento no ha logrado engañarla como bien sí lo ha hecho en alguna ocasión con George.
—Hmm, es Logan, está presentando algunas complicaciones en el instituto, me citaron y dieron a entender que tiene déficit de atención, George dice que si no es porque nosotros lo hemos descuidado, cree entonces que es algún antecedente que trae de su pasado —le explicó.
—No veo la preocupación, es normal que caiga en esa conclusión ¿Qué estás haciendo tú para no dejar que mi hijo insista en esa creencia? —cuestionó seria—. Recuerda que aquí quien debe defender la posición eres tú, debes dedicarte al niño.
—Y lo hago, soy una madre y esposa dedicada, no sé qué más debo hacer, siento que para George en estos últimos meses no es suficiente lo que yo haga —expresó en una queja que a Anne no le agradó.
—No sé qué pueda estar sucediendo entre ustedes, pero una cosa te advierto Nadia, los hombres actúan según lo que la mujer que duerme con ellos les ofrece, dale seguridad y te bajaran las estrellas cielo, y si George no recibe seguridad, de alguna forma se va a quejar y va a ver las mínimas fallas que hayan a su alrededor, no por nada está ocupando el puesto donde está —le dijo en un tono de voz de advertencia, lo que no le agradó a Nadia.
En cierta forma Anne le estaba haciendo ver que no estaba ejerciendo su papel de esposa colaboradora y aparentemente ejemplar.
—No hago más que cuidar de ambos —intentó justificarse.
—Pues no estás haciendo los suficiente,a la prueba está que Logan está fallando en sus actividades y George se está resintiendo por ello, si estuvieras cumpliendo con tus funciones como la situación demanda, Logan fuera un niño excelente y George no tendría motivo de qué quejarse por el mal funcionamiento de las cosas en casa.
Una cosa que Nadia si ha sabido disimular es el estado de aburrimiento en el que se encuentra, lleva cuatro años encerrada en una vida que creyó perfecta pero no, no ha logrado hacer que George cambie su forma de ser tan retraída y apática, así como acepta que haber aceptado la idea de Anne de incluir a un hijo en la familia ahora piensa que fue la peor decisión de su vida.
—Saca de tu cabeza la posibilidad de que pueda haber algo externo en esa pregunt a que te hizo George y más bien revisa bien que estás dejando de hacer en casa, sobre todo con Logan, corrige la falla y verás que tanto George como el niño volverán a ser los de siempre y tú podrás llevar una vida tranquila —le aconsejó—. Te sugiero que antes de angustiarse por nada, ocúpate en analizar a tu familia y a ti misma. Creí que ya habías aprendido que el papel de las esposas de los hombres que están dedicados a la política es mantener todo perfecto en el hogar, a menos que quieras que tu lugar sea ocupado por otra mujer que te aseguro para George no sería difícil conseguir —adujo en un tono de voz bien intencionado con la firme idea de infundirle temor.
Para Nadia, si perdiera a George no le afectaría tanto como sí sucedería por el efecto que pudiera causarle la pérdida del estatus que ser su esposa le otorgaba. Soportaba ser ignorada y relegada a la casa, tomada en cuenta para la organización de ciertos eventos y proyectos sociales, solo por los lujos, el reconocimiento y hasta el poder que había adquirido.
—Hablamos después, pon en práctica lo que te digo y verás que George no te volverá a tocar el tema, no es mucho lo que debes hacer, un niño de cuatro años no es un problema de estado —espetó Anne en un tono de voz odioso, cargado de sarcasmo.
Enojada porque no vio real apoyo de Anne, Nadia colgó la llamada y se dejó caer en la cama en un gesto de malcriadez propio de las adolescentes consentidas, solo que ella hacía tiempo había superado la edad y la etapa de actuar como tal. Aceptó qeu comenzaban a debilitarse sus ganas de permanecer en un lugar donde no era estimulada.
En el despacho presidencial, George sentado detrás de su escritorio observaba y escuchaba al detalle la explicación que Rush le estaba dando respecto a la organización del personal de seguridad, esa misma mañana partía hacia Montana para comenzar la búsqueda del niño que se parecía a Logan.
—Ayer al final de la jornada reuní a los principales escoltas, todos quedaron designados, y cada quien está en su lugar, no creo que haya problema, la próxima gira es dentro de dos días, para ese entonces espero estar de vuelta —explicó Rush.
—Si todo quedó en orden anda con confianza, es importante saber quién es —adujo George.
—Lo mantendré informado —prometió Rush y se incorporó del sillón para abandonar el despacho y el edificio de la casa blanca.
Cuatro horas después, siendo pasadas las horas del mediodía, Travor al tener mucho trabajo, no pudo ir a buscar a Chloe y a Nahel, envió a uno de sus empleados a llevarla a casa. Estaba al frente de un procedimiento que involucraba a varias personas, y por tal razón él debía estar allí, lo que lo obligó a permanecer en las instalaciones de la estación.
—Sheriff —una de las funcionarias que formaba parte del personal administrativo de la estación ingresó a su oficina luego de anunciar su presencia con un leve toque.
Travor levantó la mirada del informe que estaba revisando.
—Dígame —instó a la chica a hablar.
—En la recepción hay un escolta del presidente y actual candidato Gautier que pide hablar con usted.
De la impresión, Travor dejó que las hojas en sus manos resbalaran sobre el escritorio, le pareció extraño porque la comunicación anterior que se dió para organizar la seguridad se canalizó por teléfono y por intermedio del representante gubernamental que hay en el condado. Que fuera uno de sus escoltas era algo de extrañar.
—Dile que suba —accedió Travor.
Pasaron unos minutos hasta que la puerta de su oficina volvió a abrirse e ingresó la recepcionista en compañía de un hombre moreno con el porte típico de los funcionarios de seguridad de la casa blanca.
—Permiso —anunció el hombre con voz gruesa—. Buenas tardes, Sheriff.
—Adelante —le dijo George—. Buenas tardes —saludó mirándolo fijamente—. Dijo la teniente Williams, que usted es escolta del presidente.
—Sí, soy Rush Brian, vengo a investigar algo y creí conveniente solicitar su apoyo —le dijo Rush y lo miró con atención.
Recordó que Travor era el hombre con quien el niño se alejó de él. Aparentemente dio con la persona que le iba dar las respuesta que estaba buscando.