—¿Qué investigación es esa en la que está trabajando? —le inquirió Travor al escolta de George en total tranquilidad—. Le ayudaré en la medida que vea que pueda —advirtió de entrada—. Tome asiento —le señaló una de las sillas.
Rush tomó lugar en una de las dos sillas que estaban frente a él y de inmediato enfocó su mirada en Travor.
—Estoy buscando a un niño —adujo Rush en total tranquilidad.
—¿Un niño? —inquirió Travor adoptando una actitud de duda—. ¿Va a reportar la desaparición de un niño?
—No me entendió —le dijo Rush—. Estoy investigando si un niño que vi el día de la visita del candidato vive aquí —aclaró el escolta—. De hecho, lo vi con usted, curiosamente el niño abordó una unidad policial con usted.
La aclaratoria del hombre llamó la atención de Travor.
—¿Yo con un niño? —preguntó con desconfianza.
—Sí, curiosamente el niño al parecer no es cualquier infante —expresó Rush con cierto dejo de misterio en el tono de su voz, lo cual acentuó la curiosidad en Travor.
No recuerda haber estado cerca de ningún niño ese día más que de Nahel, y eso lo obligó a ponerse el escudo invisible de la sobreprotección. Normalmente es desconfiado por su profesión y al percibir medianamente quien era el objetivo de este hombre la coraza de la sobreprotección que ha venido volcando sobre Chloe y Nahel se hizo más densa.
—No entiendo, deme detalles —fingió confusión—, ¿Qué niño es? ¿Y qué interés puede tener usted sí supongo que usted no es de esta ciudad?
—Ya le muestro —adujo Rush y se incorporó de la silla para sacar de su bolsillo su móvil. Volvió a retomar su lugar en el asiento y luego de buscar algo en el teléfono extendió este para entregárselo a Travor.
Recibió el móvil, y al encontrar la fotografía de Nahel en la pantalla, fue algo de extrañar para él. En cuestión de segundos por su mente pasaron muchas suposiciones, y en la velocidad con la que actúa su mente, hasta llegó a pensar que él pudiera ser el padre de Nahel. No hallaba otra razón para que el hombre sentado al frente de él tuviera una fotografía de Nahel. Parecía que la toma de la imagen era reciente, lo que acentuaba mucho más en su curiosidad.
Observó la fotografía y procuró no reaccionar de ninguna forma para no llamar la atención del desconocido. Todas las sospechas eran viables, incluso hasta del lado contrario, en el entendido que ese sujeto pudiera ser un secuestrador o alguien que quisiera hacerle daño a Chloe y al niño. No entendía nada y aun así el deseo de sobreprotección que había crecido en él respecto de Chloe y Nahel se agudizó.
—¿Lo conoce? —le preguntó Rush buscando propiciar detalles del Sheriff.
Para el escolta era evidente que sí lo conocía, sabe bien lo que vio ese día, así como recordaba que el niño que chocó con él solo obedeció al llamado de él.
—¿Por qué habría de conocerlo? —le preguntó Travor—. Dijo que es el escolta del candidato y actual presidente del país, pero ¿Qué interés puede usted tener en un niño que pudiera ser de esta localidad? ¿Es su hijo? ¿Es un familiar suyo?
—No le voy a mentir, no tengo interés directo en el niño, vine aquí por orden del presidente, esta es una de esas misiones de carácter confidencial y de importancia para él —le explicó Rush imaginando que al darle ese detalle, Travor pudiera mostrarse un poco más colaborativo porque la impresión que le estaba dando era de no querer hacerlo.
Buscó persuadirlo al hacerlo sentirse intimidado. Esperaba que la idea de obedecer a una orden superior pudiera motivarlo a terminar de darle la información que lo movió a ese lugar.
—Si involucra a un niño es algo delicado, un aspecto que usted debe conocer más que ninguna otra persona —le dijo en un tono de voz tajante—. Si no me da más información no puedo ayudarle, no creo prudente exponer a un niño por la simple referencia de que usted si sucede algo que perjudique a cualquier niño y se descubre que tuve intervención en eso, el responsable luego seré yo.
—Con eso me está respondiendo que sí conoce al niño —afirmó Rush.
—No ponga en mi boca palabras que no he pronunciado —respondió Travor en una seriedad que era típica de su investidura.
—Actúa como si no quisiera que llegue al niño —le dijo Rish.
—Para nada, solo protejo mi investidura y a ese niño si existiera y viviera en esta localidad —expresó Travor—. Deme más información y me comprometo a buscarle algún dato e informarle. No puedo darle información de lo que desconozco y menos si no tengo la certeza de la relación que el niño de la fotografía pudiera tener con usted o el presidente.
—Le recuerdo que quien está dando la orden es el presidente, es decir, su jefe —advirtió Rush en un tono de voz amenazante.
Travor adoptó una expresión mucho más seria, hubiera querido reírse en el rostro del hombre, más por profesionalismo lo evitó, debía mantenerse incólume, si lo hacía daría a entender que no solo sí conocía al niño de la imagen sino que también a él le interesaba de manera su bienestar.
—No sé si conoce el principio de que si la orden pone en riesgo mi integridad o me obliga a hacer algo que sea contrario al orden establecido, puedo siempre desobedecer esa orden —le dijo Travor con una seguridad que daba a entender que no era un hombre manipulable con cualquier argumento. Hizo una pausa para ver la reacción del visitante—. En fin, si me da la información suficiente elaboro un informe y delego la investigación previa para la ubicación de ese niño en uno de mis funcionarios de confianza.
—No me entendió, Sheriff, es una misión confidencial, del interés exclusivo del presidente, no me voy de aquí sin haberme entrevistado con ese niño y sus padres —expresó Rush en un tono de voz contundente.
—Espero que en ese tiempo consiga toda la información necesaria para que nosotros podamos proceder a hacer la investigación que corresponda —le dijo Travor mostrándose firme.
No estaba dispuesto a ceder por mucha influencia que el hombre sentado frente a él fingiera tener. Le estaba exigiendo exponer a Nahel y a Chloe, lo que le dio la oportunidad de descartar que no era el padre de Nahel, y fue peor porque al comprobar que no tiene una relación familiar con ambos, ese hombre pasó a ser un ser sospechoso, pudiera representar cualquier situación de peligro, y poner en riesgo la vida de la mujer que ama y el niño que estaba asumiendo como un hijo, no lo iba a permitir. El puesto que estaba ocupando le daba el poder para protegerlos, y así lo iba a hacer.
—¿De verdad va a hacer movilizar al presidente hasta aquí para que sea él quien le recuerde cuales son sus funciones? —cuestionó Rush mostrándose de mal humor—. Es solo un niño, no es nada tan relevante como para poner tanta complicación.
—No conozco al niño, eso no me preocupa en sí, aunque es mi deber garantizar la protección de cualquier niño, en este momento, en esta etapa donde no hay denuncia alguna, no hay ni siquiera un mínimo dato, me estoy protegiendo, no porque usted venga y me diga que viene de casa blanca enviado por el presidente me voy a saltar los procedimientos, si estoy sentado aquí no es por dejar de cumplir con mis deberes, no va a ser ahora que lo haga por sus alegatos —le dijo Travor firme.
Ante la actitud firme de Travor, Rush se incorporó de golpe de la silla. Lo que había imaginado sería sencillo, se dio cuenta que no la tendría fácil. No le quitaba su razón al Sheriff, pero dentro de su renuencia a colaborar percibió cierta actitud que le dio a entender que no decía del todo la verdad, y a eso no ayudaba que lo haya visto con el niño días atrás.
—Espero que pueda darle las respuestas al presidente tal como yo se las acabo exigir y usted no colaboró —le dijo Rush—. Debería pensarse bien su permanencia en este cargo —agregó Rush y se giró sobre sus pies para salir de la oficina de Travor.
Sorprendido por lo que acababa de experimentar, Travor se quedó mirando la puerta. Por su mente pasaron un sin fin de interrogantes. Todas dirigidas a querer saber qué relación pudiera tener Chloe con ese hombre o con el presidente del país para que éste fuera tan insistente y tan tajante en querer obtener detalles de Nahel.
En su pecho se acumuló una sensación de duda bastante profunda, y eso se debe al hecho de que en realidad tiene por novia a una mujer de la cual no sabe absolutamente nada, porque desconoce por completo el pasado de ella y de Nahel.
—Creo que llegó el momento en el que sean respondidas muchas interrogantes —dijo en voz alta.
Se incorporó de su silla, tomó su móvil, y llamó por el intercomunicador a su secretaria.
—Saldré por la puerta de atrás, si preguntan por mí informa que estoy reunido, ven a cerrar la oficina. Nos vemos mañana.
Así, salió hacia la casa de Chloe, muchas respuestas debían ser aclaradas.