Voy a cuidar de ti. Siempre, Lucy —la promesa me pone la piel de gallina—, pase lo que pase, no dejaré que te pase nada malo. Al día siguiente La luz se filtra a través de mis párpados cerrados y me impide permanecer envuelta en la bruma del sueño. Me revuelvo incómoda y trato de cubrirme con el edredón. Me hago un ovillo mientras intento recuperar el hilo del sueño, pero es imposible. Estoy más despierta que dormida y empiezo a darme cuenta de lo que ocurre a mi alrededor. Me pongo boca abajo, hundo la cara en la almohada e inhalo profundamente. El olor familiar de un hombre inunda mis fosas nasales, y mi estómago da un extraño vuelco cuando se dibujan en mi cabeza los rasgos angulosos y masculinos de Adam Hughes. Su suave y tímida sonrisa se desvanece en mi memoria, y de repente me e