"No se rinde". —Nos vemos, entonces —digo y me alejo otro paso. —Tenga cuidado —me guiña un ojo—. El demonio anda suelto. Su comentario me revuelve las entrañas. Sé que era una broma, pero me siento mal igualmente. Intento mantener una expresión inexpresiva mientras empiezo a caminar hacia el edificio, pero estoy aterrorizada. Tras subir las escaleras a toda prisa, entro en el apartamento de Adam. Mi corazón late con fuerza, pero sé que no es por haber subido cinco pisos a toda velocidad, sino por las palabras de Jeremiah, que me taladran la cabeza sin descanso. "¿Qué ha hecho Adam para que la gente diga todas esas cosas de él? ....". Me apoyo en la puerta. Intento convencerme de que no me he movido porque estoy tratando de recuperar el aliento; pero sé que, en realidad, estoy trata