El reloj marcaba las cinco de la tarde, Lorena estaba cambiada con su pijama rosada acostada boca arriba viendo la pantalla de su celular. Para ese momento ya le había dado su número de w******p a “R” (así le decía a aquella persona que estaba detrás de la pantalla). Se enfrascó tanto en que R no se diera cuenta si era hombre o mujer que cambió la foto de su perfil de w******p donde aparecía con Marc y Lorena. “¿Qué haces?” le preguntó. “Estoy tomando una taza de té verde” contestó R y envió una foto de su pocillo de té reposando elegantemente sobre una mesa oscura de madera. Aquello le hizo pensar a Laura que, seguramente, estaba conociéndose con un hombre viejo que le gustaba devorar libros y tomar fotos de paisajes en su tiempo de ocio, aunque, también podría ser una señora de u
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