Llegó a su departamento empapada y se encerró en su habitación tan pronto como pudo, se sentía realmente mal, en todos los sentidos de la palabra. Sentía su cuerpo agotado y su moral derrumbada. Su cabeza se agitaba con fuerza total, con fiereza. Percibía la respiración faltarle demasiado. Al llegar, tomó enseguida su medicamento. Se cambió deprisa la ropa empapada. Sentía su cuerpo funcionar en modo automático porque su mente estaba en otra parte en esos instantes. Tuvo un dolor de cabeza terrible, sentía los martillazos, la punzada de la culpa en su sien. Sin darse cuenta ... se quedó dormida, o se había desmayado, ya no notaba la diferencia. El sonido de su alarma la sacó de su descanso. Se levantó con pesadez ... cada día se le complicaba más esa labor tan cotidiana. Se quedó sent