Capítulo 24 El crujido de los neumáticos en calzada anunciaba el regreso de Adam en la noche del sábado. Una curiosa mezcla de expectación y temor comía la boca de mi estómago. Thunderlane corrió hacia la puerta, corriendo de un lado a otro hasta que lo dejé salir. Esperé hasta que Adam retrocedió su Mercedes junto a la antigua camioneta de su madre, y luego abrí la puerta para que Pippa pudiera correr a su encuentro. —¡Papi! Me abanicaba para enfriar el sudor, que me hacía sentir como si estuviera a punto de fundirme en un charco de baba. En retrospectiva, hacia un condenado calor hoy para cocinar el asado de cerdo que había recogido en el IGA, pero después de las conversaciones telefónicas tensas de las dos últimas noches, era hora de hacer una oferta de paz. No era culpa de Adam que