Mis pies no se mueven lo suficientemente rápido mientras avanzo por el pasillo, aún puedo escuchar la serie de maldiciones a mi espalda.
No están ni tibios, si piensan que me voy a casar con Eros.
—Prefiero someterme a una esternotomía —farfullo.
Me detengo en seco cuando me topo con Edén que está sentada en uno de los sofás y me mira con una sonrisa sabedora.
—Sabía que saldrías de esa oficina apenas mi querido esposo abriera la boca.
—Tu esposo es un imbécil.
Se pone de pie.
—Tiene el tacto de un cactus—se ríe. —Pero no podría amarlo menos.
—¿De verdad aceptas la clase de vida que llevas ahora? —inquiero sin poder detenerme a pensar.
Ladea la cabeza y me estudia con atención.
Suspira.
—Ven conmigo.
—Gracias, pero prefiero salir de aquí.
Hace una mueca.
—Lo siento, Gabriella. Pero no puedes irte de aquí.
Frunzo el ceño.
—No lo hago por ellos, lo hago por tu seguridad —se acerca— Afuera hay personas que quieren acabar contigo.
—Eso es una mierda —niego —No sé quién carajos son, no me interesa esta vida.
—Pero en ocasiones, la vida nos envuelve en situaciones que realmente son una porquería.
—Así es.
Miro de nuevo en dirección al pasillo.
—Vamos, quiero que conozcas a alguien —me guiña.
Sé que es mi mejor movimiento en este momento.
Es eso o esperar que alguno venga por mí.
Lo hago y subimos a la planta superior.
Sigo a Edén por el lugar y nos detenemos frente a una puerta y esta me da una sonrisa antes de abrirla.
El chillido y la carcajada infantil no da la bienvenida.
Una niña de aproximadamente un año está de pie junto a una caja de juguetes que ha dejado a un lado para centrarse en la persona que acaba de entrar.
A pocos metros, una mujer de mediana edad está| al tanto de la niña.
—Puedes ir a descansar, Laura. Gracias por cuidarla —espeta Edén al coger a la niña en brazos.
La mujer asiente con una sonrisa y sale de la habitación.
Cuando lo hace, cierra detrás dejándonos a las dos junto a la niña.
—Mira Gabriella, ella es Caroline.
La niña tiene el cabello y ojos como los del padre, de eso no hay dudas. Además, de tener ese color oliváceo que posee el mismo.
De repente algo hace clic en mi cabeza.
—¿Es por ella que Eros preguntaba?
Por Dios, Gabriella, ¿qué pensabas?
Asiente divertida mientras se balancea con la niña.
—Ma-má.
La niña nos da una sonrisa y enseña con orgullo sus incisivos.
Estoy viendo las dos buenas razones de Arslan.
De eso no tengo dudas.
—Eros tiene debilidad por mi niña —espeta dejando un beso su mejilla.
La pequeña se retuerce y su madre la deja sobre la alfombra. Con las piernas aún tambaleantes se acerca de nuevo a la caja y me atrevo a acercarme hasta ella-
Caroline nos da algunos de sus juguetes y ambas terminamos con Caroline jugando sobre la alfombra.
—¿Cómo haces para soportar esto? —murmuro.
Caroline juega con una caja y encaja algunas formas con textura.
—Sé que puedes creer que estoy atrapada —niega —Estoy donde quiero, junto a mi hija y Arslan, no voy a negarte que me costó aceptar varias cosas.
—Como que decidan por ti.
—Eso aún no lo acepta —dice una voz desde atrás haciéndome saber que no estamos solas.
Caroline chilla de nuevo mientras sus ojos se iluminan al ver a Eros.
No caigas en su encanto, pequeña. Es un imbécil.
Volteo y miro mal al hombre para encontrar que se ha cambiado la camiseta por un polo manga largo color n***o.
Caroline se acerca a este sin perder su sonrisa.
Y Eros se pone de cuclillas para recibirla.
Cuando la niña llega a él, este la arropa con sus brazos y la levanta para darle una serie de besos debajo de la barbilla que la hacen reír a carcajadas.
—¿Te has portado bien hoy, arj? —escucho que murmura.
—¿Arj? —Susurro a Edén que resopla.
—El duro Eros llama osita en Armenio a Caroline.
No quiero que me guste.
¡No nos gusta! Grita mi conciencia.
Es el enemigo Gabriella. Así que, cabeza y bragas arriba.
¡Maldición!
Eros avanza por la habitación y le da la niña a Edén.
Cuando lo hace, me mira antes de tomar mi mano y tirar de mí.
Me pongo de pie y tiro para liberarme.
—¿Qué crees que haces?
—Te vienes conmigo.
Bufo.
—Contigo, ni a la esquina —digo entre dientes.
Sus labios se vuelven en una fina sonrisa.
Antes de que me dé cuenta qué piensa hacer, se inclina y me arroja sobre sus hombros.
Ahogo un grito cuando quedo colgando.
—¡Bájame, bruto!
Pero él no me hace caso, golpeo su trasero y siento como deja caer su mano en mi trasero.
Me indigno aún más.
—¡¿Cómo te atreves?!
—Me cansé de ser condescendiente contigo.
—¡Vete a la mierda!
Así como me tomo, me arroja y caigo sobre una superficie blanda.
Una cama.
Me alejo de él y lo veo de pie con un gesto serio.
—¡Cabrón! No tienes derecho a tratarme como un saco de papas.
—Está actuando como una maldita arpía.
—Arpía tu madre.
Sonríe con sarcasmo.
—No, era una puta que nos dejó a Arslan y a mí en un orfanato.
Boqueo como pez ante su declaración.
—Escucha bien lo que diré, porque no lo voy a repetir una segunda vez —me señala —No sería feliz si, por tu falta de conciencia se desata una guerra —su gesto es serio y casi aterrador —Mi familia está y estará por siempre, encima de todos los intereses y no pienso arriesgar a Edén, Carolain y mi hermano por tu proceder.
—No tengo nada que ver con todo esto, no es mi vida.
Mis palabras salen con evidente exasperación.
—Ahora lo será, lo siento. Pero en esto no hay elección —continúa —eres la hija de Jared y tienes que entender que quieras o no eres un blanco que amenaza la estabilidad que mi hermano y el mismo Jared han construido desde Yannick.
—¿Por eso debo acceder a la absurda idea de que nos casemos? —inquiero con amargura— están locos si creen que pueden obligarme.
—Doc. no tienes elección. Por ahora es lo más sensato, créeme, no estoy feliz de lo que han propuesto.
—Entonces prefiero morir a casarme contigo.
Sus facciones se endurecen y me atraviesa con la mirada antes de asentir.
—Tal vez pueda ayudarte con eso.
Con eso se aleja, pero se detiene en el relleno de la puerta
—No intentes escapar porque te traeré de regreso a arrastres si es necesario, no quieras ver mi parte más oscura doc. porque no sabes de qué soy capaz por mi familia.
—Jódete —susurro al borde del llanto.
Pero es un llanto de impotencia y enojo al mismo tiempo.
Sale de la habitación y me quedo intentando mantenerme en una pieza y no ceder a mis emociones.