LOS PLANES DE CLEMENCIA

2156 Words
Las palabras de la señora Shallow son duras y eso intriga a Lana, que se empieza a interesar por la vida de su esposo, quien no entiende como entonces, podía tener algún tipo de relación con una mujer así. … Esa noche, antes de dormir, su madre la llamó para avisarle que se irían de viaje, por lo que quería verla antes de partir. No le sorprendía, después de todo, era obvio que su padre y su hermano querrían disfrutar de la fortuna que habían obtenido a costas de su matrimonio. —No es necesario, mamá, vete tranquila. Yo estaré bien. —La rechaza cortésmente Lana, que estaba segura de que si venía a verla, seguramente su padre vendría con ella, y lo que menos quería era tener que lidiar con él. … Esa noche, durmió en el sofá, o por lo menos trató de hacerlo, pues no era tan cómodo como la cama, pero era lo mejor que podía hacer por ahora. A la mañana siguiente, Clemencia fue por ella, era hora de iniciar con los procedimientos para poder embarazarse de su esposo. Concebir al heredero de Callum, era su trabajo más importante. Durante semanas, fue sometida a varios exámenes, y tuvo que aplicarse varias inyecciones, con el fin de preparar sus óvulos para la extracción, pues el método que se escogió fue el de fecundación in vitro, según Clemencia y los doctores, por su mayor tasa de efectividad. Fueron semanas arduas y estresantes. El atender a su esposo; someterse a tratamientos, y exámenes; llorar de vez en cuando por Felipe; renegar de su ambiciosa familia; no poder visitar ninguna editorial para mostrar su trabajo; luchar con un bloqueo creativo, sin tener inspiración para escribir; y lidiar con sus propios miedos sobre qué haría cuando finalmente pudiera embarazarse y su esposo muriera, no la dejaban dormir tranquila. … El día en que le fueron implantados los óvulos fecundados, justo cuando se dirigía a casa, recibió una llamada que no esperaba. —Aló… ¿Lana? Habla Felipe… —¿Pero qué carajos cree que haces llamándome? ¿No te bastó con robarme y dejarme plantada? —Sin más, cuelga el teléfono, llena de rabia e indignación. —¿Pero quién se cree este estúpido? ¿Qué soy su juguete? —Un par de lágrimas salen de sus ojos, pero las limpia rápidamente. —¿Todo bien querida? —Le pregunta Clemencia que se acerca a ella, luego de realizar el pago del procedimiento en caja. —Sí, no se preocupe. —El doctor dijo que debes estar tranquila y no hacer mayor esfuerzo. ¿Como no preocuparme? Además, es lo mínimo que puedo hacer después de todo lo que estás haciendo por mi hijo y por mí. —La guía amorosamente hacia la salida. Cuando suben al auto, el número de hace un rato, vuelve a hacerle una llamada a Lana, y ella lo bloquea de inmediato, mientras su suegra se fija disimuladamente. —¿Tu familia regresará pronto de viaje? —Intenta conversar con ella la anciana. —No, mi papá decidió que estarían fuera tres meses más, según mi mamá, porque ha decidido invertir en algunos negocios en el extranjero con un amigo. —¡Entiendo! Por cierto, ya ha pasado un mes desde tu matrimonio con mi hijo, y aunque no estamos seguras de que a la primera fertilización te embaraces, creo que ya es momento de anunciar su matrimonio en los medios… —¿Eh? —Hasta hora había sido un secreto a voces, pues Kristen, se encargó de que varios interesados se enteraran y en la empresa se esparciera el rumor. Es realmente un fastidio de mujer. —Es cierto, pero aun así no puedo dejar de sentir algo de pena por ella, un par de veces a la semana regresa a casa a pelear con los empleados para que la dejen ver a Callum. Parece estar realmente enamorada de él. —Aunque lo esté, no es una buena chica y su familia tampoco lo es. Por mí la despediría de inmediato de la empresa, pero es muy buena como empleada, y un despido injustificado sería un problema legal que no necesito ahora. Sin embargo, desde que la señora Shallow me contó de tu impase con ella, tuve que tomar medidas. No podía permitir que Kristen te ocasionara más problemas. Además, nunca confíe en ella, pese a que Callum le permitiera estar a su lado. —Entiendo que no confíe en ella, supongo que tendrá sus razones, pero ¿por qué confía en mí? —Porque confío en mi intuición. Y tú y tu familia no tienen el poder ni el dinero para hacer algo en contra de mi hijo. —¿Eh? ¿De qué habla? —Eres inteligente Lana. Y entenderás que la fortuna y los negocios de un hombre de 33 años, sin pareja ni hijos, con una madre ya mayor, es atractiva para cualquiera. —Pero es imposible que cualquiera pueda acceder a una herencia que no les pertenece. —No dije que cualquiera pudiera acceder, dije que era atractiva para cualquiera, pues Callum tiene varios negocios, en distintos sectores. Si la empresa queda sin dueño, sería subastada por el estado, y sus clientes libres para que cualquiera pueda tomarlos. —Entiendo, es la competencia directa de todos los empresarios. —Y si a eso le sumas que no es una persona muy grata para muchos. Es por eso que tú deberás no solo proteger a mi nieto de aquellos que quieran hacerle daño, una vez Callum ya no esté, sino que también debes hacerte cargo de todo una vez Callum y yo partamos de este mundo. Aunque eso vaya en contra de los deseos de mi hijo. —¿Eh? ¿Yo? No… yo no seré capaz. Además, dijeron que Callum moriría pronto, pero, en cambio, yo he visto mejorías. Sus úlceras han sanado, su cuerpo parece más repuesto, incluso su tez ha cambiado. En el último mes, se ha enfermado menos… Yo no creo que… —No lo digas por favor. —Le pide Clemencia con ojos tristes. —No alimentes las esperanzas de esta anciana que ya está resignada a esperar el deceso de su único hijo. —Lo siento, señora Clemencia, no quise ser imprudente. —No lo fuiste, solo es mi forma de protegerme. Pero gracias, he visto cómo has cuidado de mi hijo, a pesar de que esto es un matrimonio arreglado, has dejado de lado tus prioridades para cumplir con tu parte del trato. —¿Puedo preguntar por qué dice que va en contra de los deseos de su hijo? —Porque Callum piensa diferente a mí, cariño. —No le da mayor explicación, y le pide al chofer que vaya más despacio. —¡Gracias! —La toma de las manos y es lo último que le dice. Lana le dedica una sonrisa, a sabiendas de que no tenía otra opción. Se sentía obligada a hacerlo, después de todo ella había aceptado casarse y firmar el contrato prenupcial para vengarse de su padre, y gracias a eso, su familia había recibido una buena cantidad de dinero. Ni siquiera entendía, porque esa mujer, por simple intuición, le tenía tanta confianza. Prefería dejarle la herencia de su hijo a ella, que era prácticamente una recién aparecida, a otra persona. Realmente a veces no entendía su posición. Sin embargo, ser la heredera de esa fortuna, no la emocionaba. Eso significaría ganarse a los enemigos de su esposo, y cultivar la avaricia de su padre y su hermano. Además, tener que criar a un hijo sola, y protegerlo de personas mal intencionadas, no era precisamente su idea de una familia. Antes estaba preparada para el deceso de su esposo, pero después de conocer sus responsabilidades, desde ese mismo momento, deseaba que no pudiera embarazarse y que su esposo jamás muriera. Últimamente, había leído mucho sobre las personas en estado vegetal, y algunas hasta se recuperaban, quizás eso podía pasarle a Callum. Ella no estaba loca, había visto mejoría en su cuerpo, si se esforzaba, tal vez su marido saldría de ese estado, y ella podría ser liberada de semejante compromiso. … Durante los días siguientes, estuvo centrada en la terapia de Callum. Día y noche, masajeaba sus extremidades, incluso volvió a dormir con él en la cama, ya que en un artículo había leído sobre lo bueno que era el calor corporal, así que incluso se le hizo costumbre abrazarlo y tomarlo de la mano de vez en cuando. La señora Shallow que observaba a la chica a diario, empezó a tomarle más cariño, por la forma en que atendía a Callum. —Hoy te leeré un libro. Dicen que es bueno para las personas en tu estado. Planeo hacerte preguntas, así que presta atención. Le hablaba la chica que, por esos días, prefería estar en casa, debido al gran revuelo que se había armado, desde que en todos los periódicos de la ciudad, se había publicado la noticia de su matrimonio con Callum. Varios empresarios intentaban contactarla, intentando comprarle acciones o hacer negocios con ella, con la firme intención de estafarla. Otras personas, en especial mujeres, llamaban para dejar mensajes insultantes, pues no la bajaban de “cazafortunas”, “interesada”, y “zorra aprovechada” No era que le afectara, pues no era una chica mentalmente débil, pero sí la irritaba un poco, pues ya no podía disfrutar de su anonimato, por lo menos en lo que respectaba a su nombre, pues se había prohibido la circulación de sus fotos, gracias a Clemencia. La señora Shallow, intentaba ya no pasarle ninguno de los mensajes, y estaba segura de que pronto, otro escándalo opacaría la noticia del matrimonio, como solía suceder casi siempre, y no se equivocó. Al cabo de unas semanas, el divorcio de una pareja de actores, destronó la noticia de la chica que, no conforme con su cómoda vida, quería la fortuna del magnate Callum O’Sullivan, aprovechándose de su estado de salud. Mientras, Lana parecía algo desesperada, los meses pasaban, y su esposo no salía de su estado. Pronto, tendría la tercera implantación de óvulos, y con el paso del tiempo la probabilidad de quedar embarazada, era mayor. Hasta ahora había tenido suerte. Pronto sus padres, regresarían, y sus esperanzas de liberarse de los O’Sullivan desaparecían con la posibilidad de que Callum recuperara la conciencia. Sentía que había cometido el peor error de su vida. Jamás creyó que las consecuencias de casarse con Callum, pudieran ser tan graves como se las pintó Clemencia. … —Señora, el nuevo chofer acaba de llegar. Él será el encargado de llevarla hoy a la clínica. La señora Clemencia también llamó para decir que la espera en la clínica. —Le informa Claus, que también le había tomado aprecio a la mujer, al verla ser tan dedicada con su jefe, borrando de su cabeza la idea de que era una codiciosa que era capaz de casarse con un hombre incapacitado con tal de obtener dinero. —¡Gracias Claus!, por favor podrías decirle a la señora Shallow que esté pendiente de Callum mientras vuelvo. En 15 minutos hay que colocarle el suero con su medicamento. —No se preocupe, yo me ocupo. —Dice la mujer, que recién entra a la habitación. —¡Gracias! El médico también llegará… —… En media hora para darle de comer…—Termina de decir la mujer. —Si no se preocupe, estoy al tanto. —¡Lo siento! Debo parecerle fastidiosa. —Por el contrario, es grato ver cómo cuida a mi señor con tanta dedicación, aun cuando no tiene por qué. —Es mi deber. A eso me comprometí. Además, me da algo de pena, parece que solo nosotros nos preocupamos por él, además de Kristen, en los 4 meses que llevamos de casados, jamás he visto que alguien venga a visitarlo. —Afirma la chica que toma su bolso. —Eso es porque así lo ordenó la señora O’Sullivan. Desde el accidente es normal que desconfíe de todos. —Afirma Claus. —Entiendo. —Dice Lana y sale de la habitación. Su teléfono suena, apenas va saliendo de la casa, y centra su mirada en el bolso que lleva, buscando con desespero el móvil que no para de sonar. —¿Quién podrá ser? —Se pregunta, mientras saca su teléfono, y observa varias llamadas de su madre. —Seguramente ya han regresado. —guarda nuevamente su teléfono. —«La llamaré después». —Piensa, y se fija en que la puerta del auto ya está abierta. —¡Gracias! —Dice y observa al hombre que le responde. —Para mí es un placer atenderla señora O’Sullivan. —Levanta el rostro, quitando de su cabeza la gorra y dejando ver su rostro con una amplia sonrisa. —¡Felipe! —Dice la mujer que se desmaya de la impresión.
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