Todo se había convertido en un verdadero caos, Rafaela tuvo que intervenir antes de que Emiliano acabara a golpes a Armando.
— Por favor sueltalo Emiliano, lo vas a matar, las cosas no las vas a arreglar a los golpes.
Luisana por su parte también tuvo que intervenir junto a Rafaela, ya que no podía permitir que ocurriera una tragedia.
El pobre Armando estaba tirado en el suelo con la boca ensangrentada del golpe que le había propinado Emiliano. Jennifer se acercó a él llorando mientras decía entre sollozos:
— ¡Ya basta papá! No comprendo por qué están actuando como si Armando fuera un delincuente. ¿Acaso ser pobre es un delito? Ya no pueden hacer nada para impedir que estemos juntos, estoy esperando un hijo de él y lo voy a tener estando a su lado.
Luisana enseguida exclamó:
— Es mejor que te vayas Armando, todos estamos muy alterados y no se puede encontrar una solución así.
Armando se levantó del piso mientras se limpiaba la sangre que salía de su boca, luego les dijo a todos:
— Sí, tiene razón señora Luisana, yo me marcho, pero tengan en cuenta que regresaré por Jennifer.
Emiliano enseguida le gritó:
— ¡Termina de largarte! No quiero que vuelvas a poner un pie en esta casa.
— Papá yo me voy con Armando.
— ¡Tú no vas a ningún lado! El que tiene que irse es este degenerado. ¡Ah! Y te advierto, que no quiero que pongas un pie en la empresa, porque te juro que te voy a sacar a patadas de allí.
Armando se marchó sin decir una sola palabra, no quería causarle más problemas a Jennifer, ella por su parte se echó a llorar en los brazos de Rafaela que la consolaba mientras le decía:
— Cálmate cariño las cosas se van a arreglar, no te preocupes.
Luisana se sentó en el sofá sin decir nada, Emiliano estaba mirando a través de la ventana viendo como se alejaba Armando.
Luisana se secó las lágrimas y se levantó del sofá mientras se dirigía a Jennifer:
— Te prohíbo que vuelvas a ver a Armando. Ese hombre no es para ti.
— ¡Yo lo amo! Y voy a tener un hijo de él, no pueden impedir que esté cerca de Armando, además soy mayor de edad, puedo tomar mis propias decisiones.
— Sí, pero ni tu padre ni yo vamos a permitir que te involucres con un hombre como ese.
Emiliano alzó su voz para sorpresa de Luisana que no podía creer la decisión que acababa de tomar:
— ¡Te equivocas Luisana! La única solución en todo esto es que Jennifer se case con ese joven.
— ¿Qué estás diciendo? ¿Pero acaso te has vuelto demente? No podemos permitir que nuestra hija se case con ese tipejo bueno para nada.
— Pues lamentablemente no era el hombre que quería para nuestra hija, pero ya el mal está hecho. No podemos dejar que nuestra hija sea una madre soltera. Y no voy a permitir un escándalo en mi empresa. Jamás voy a aceptar que se sepa que un simple vendedor de zapatos embarazó a nuestra hija. Seríamos el hazme reír de la empresa.
Para Luisana era el comienzo de una pesadilla de la que no podía escapar, sintió que el mundo se le caía en mil pedazos.
Emiliano se dirigió a Jennifer diciéndole:
— Llama a ese degenerado y dile que se presente mañana a primera hora aquí en la casa.
— ¿Pero qué vas a hacer papá?
—Mañana lo sabrás, por los momentos sube a tu habitación.
Jennifer se quedó mirando a Rafaela insinuándole que la acompañara, pero esta le dijo:
— Ve tranquila cariño que después yo paso a verte.
Emiliano se sirvió otro trago mientras decía:
— Voy a estar en mi despacho, tengo que llamar a mi abogado cuanto antes.
Luisana intrigada por saber por que iba a llamar al abogado, se acercó a él diciéndole:
— ¿Pero para qué vas a llamar a tu abogado? No comprendo.
— Mañana lo sabrás, creo que es mejor que te vayas a dormir, recuerda que a partir de ahora tienes que descansar por dos. Buenas noches.
Se marchó mientras Rafaela le preguntó extrañada:
— ¿Qué pasa Luisana? ¿Por qué Emiliano te dijo que debes descansar por dos? La verdad es que no comprendo.
Luisana la miró y comenzó a llorar mientras la abrazaba con fuerza, sentía que ya no soportaba más la presión que llevaba encima, así que aprovechó el momento a solas con ella y le dijo:
— Rafaela lo que pasa es que durante el viaje descubrí que estoy embarazada.
La cara que puso Rafaela fue de asombro, no esperaba recibir una noticia como esa.
— ¡Dios mío! Pero esto si que me ha tomado por sorpresa. ¿Y qué dice Emiliano?¿Está contento?
— Sí, él está feliz, pero la que está muy mal soy yo.
— Bueno me imagino que la noticia del embarazo de Jennifer te tomó por sorpresa.
— ¿Pero es que acaso no entiendes Rafaela?
— ¿A qué te refieres?
— Rafaela, amiga….no sé si este hijo que espero es de Emiliano o Armando.
Rafaela se llevó las manos a la cara de la impresión, no podía creer lo que le estaba diciendo Luisana. Eso complicaba las cosas en gran medida y más ahora que Emiliano había decidido que Jennifer se casara con Armando.
— ¿Pero acaso no te cuidabas cuando estabas con Armando?
— No, y sé que fui una irresponsable, pero es que a esta edad lo mínimo que esperaba era que me llegara la menopausia y no salir embarazada. ¿Te das cuenta? Mi hija y yo estamos embarazadas del mismo hombre.
— Bueno…pero no estás segura de eso por completo, solo queda esperar a que nazca el bebé y hacerle una prueba de ADN.
— ¡No! Esa no es la solución, porque si esa prueba da como resultado que el padre es Armando, ¿Qué le voy a decir a Emiliano y a mi hija? ¿Te das cuenta en el lío en el que estoy metida?
— Baja la voz que te pueden escuchar, es mejor que por los momentos trates de calmarte, esto no puede saberlo nadie más.
— Pensé que tal vez Armando desaparecería de nuestras vidas, pero no se conformó con estar conmigo, si no que también tenía que embarazar a Jennifer, ¿Te das cuenta? Siento que lo odio con todas mis fuerzas.
— ¿Estás segura de que lo odias en realidad o estás celosa de que ahora haya decidido estar con tu hija?
— No lo sé Rafaela. Me siento confundida, no se ni que es lo que siento, no he podido olvidarlo y me cuesta tener intimidad con Emiliano, creo que de lo único que estoy segura es de que ya no amo a mi marido como antes.
Fue una noche muy larga para todos en la que nadie pudo conciliar el sueño esperando lo que pensaba hacer Emiliano.
Samuel había llegado a primera hora de la mañana como lo había ordenado Emiliano, todos estaban reunidos en la sala, había una gran tensión que se podía percibir a simple vista.
Emiliano fue el primero en romper el silencio:
— Bueno. Ya estamos todos reunidos y quiero decirles la decisión que he tomado….
(…)