De frente a una terrible verdad

1628 Words
Jennifer entró a la sala emocionada, mientras Armando la estaba esperando en la entrada todavía asombrado de ver el lujo de aquella enorme mansión, sin imaginar la sorpresa que iba a llevarse cuando se enterara de que Jennifer era la hija de Luisana. — ¡Qué bueno que están los dos! Quiero presentarles a mi novio. Luisana y Emiliano la miraron con una sonrisa, ya que estaban felices de ver a su hija tan contenta. — ¿Y dónde está que no lo vemos? — le dijo Emiliano mientras tomaba un trago de licor. — Está esperando en la puerta, es que quise venir a avisarles antes. — Pues dile que pase, ya es hora de conocer a ese joven que te tiene tan sonriente. Jennifer fue a buscar a Armando y cuando entraron a la sala, Luisana puso una expresión de horror que le fue muy dificil disimular. Armando por su parte también se quedó helado al ver a Luisana enfrente de él. Ambos no entendían qué estaba sucediendo hasta que Jennifer dijo con una sonrisa: — Les presento a Armando, mi novio. Y ellos son mis padres cariño. Emiliano miraba a Armando con cierta curiosidad ya que su cara le era familiar, sin embargo, no sabía en donde lo había visto. Por su parte Luisana estaba a punto de caer desmayada en medio de la sala, no podía creer que Armando fuera ese joven del que estaba tan enamorada su hija. — ¿Pero qué pasa? Se han quedado sin palabras. Mamá por favor di algo, y tú papá ¿No piensas al menos saludar? — Por supuesto, hola Armando, soy Emiliano el padre de esta hermosura de mujer. Armando estaba tembloroso, ya que él sí lo conocía puesto que era el dueño de la empresa y a pesar de no tener un contacto cercano a él, siempre lo veía desde su puesto de trabajo, además era el esposo de la mujer con la que mantenía relaciones desde hace tiempo y al que odiaba con todas sus fuerzas porque era la razón por la que luisana no podía estar con él con libertad. Enseguida pensó: “Dios mio pero es el dueño de la empresa y Luisana es la madre de Jennifer. ¡No puede ser! Esto tiene que ser una pesadilla. — ¿Armando no piensas darle la mano a mi padre? — ¡Sí claro! ¿Cómo está señor Emiliano? — ¿Nos conocemos de alguna parte? ¿Acaso eres hijo de alguno de mis socios? Samuel sudaba la gota gorda mientras sentía que las piernas le temblaban, Jennifer enseguida respondió a la pregunta de su padre en ver el estado de nerviosismo de Armando: — Padre sí lo conoces porrque Armando trabaja para ustedes en la empresa. Emiliano se quedó pensativo tratando de recordar en qué área se desempeñaba, hasta que se le ocurrió decir: — ¿Trabajas en la empresa? Pero no logro saber en qué área. ¡Ah ya sé! Tú eres el nuevo licenciado de Recursos Humanos, es que creo que quien te entrevistó fue mi esposa Luisana y no nos habían presentado. ¿No es así? — No señor, yo trabajo como vendedor en uno de los departamentos de la empresa. La expresión le cambió a Emiliano por completo, no pudo disimular su desencanto y enseguida exclamó: — ¿Eres un vendedor? — ¡Sí señor! Trabajo honradamente como vendedor, espero no se haya decepcionado. Emiliano enseguida se acercó a Luisana diciendo: — ¿Tú conocías al joven? —Estaba pálida, no había dicho una sola palabra, solo estaba impactada sin saber de qué se trataba todo lo que estaba pasando, hasta llegó a pensar que había sido una venganza por parte de Armando en vista de que ella había decidido terminar su relación con él la noche anterior. — Luisana cariño, ¿Qué te pasa? Te hice una pregunta. — Ah…yo…no me pasa nada. ¿Qué me preguntaste? — Te pregunté que si conocías al joven. Luisana miró a Armando fijamente a los ojos mientras respondía en un tono de nerviosismo: — ¡Sí claro que lo conozco! — ¿Y no piensas saludarlo? — ¡Ah sí! Claro, claro….hola Armando. — ¿Cómo está señora Luisana? — Bueno la verdad es que estoy bien sorprendida, porque jamás me imaginé que tú fueras el novio de mi hija. Jennifer tratando de apaciguar las cosas porque sabía que algo así podía pasar: — Por favor espero que me perdonen, lo que pasa es que Armando tampoco sabía que ustedes son mis padres, tanto para él como para ustedes sé que ha sido algo sorpresivo, pero es que tenía temor de que se fueran a oponer en nuestra relación, y al mismo tiempo no quería que Armando se sintiera intimidado por ser la hija de sus jefes. Armando estaba tan fuera de lugar y se sentía tan incómodo, que enseguida exclamó: — Creo que esto no ha sido una buena idea, yo mejor me marcho de aquí. — ¡No Armando! ¿Cómo te vas a ir así? — Es que has debido decirme quien eras en realidad, me siento engañado y lo mejor que puedo hacer es marcharme de aquí. Luisana no sabía qué decir, estaba en shock, mientras que Emiliano enseguida le dijo: — ¡Un momento! No tienes que irte de esa forma Armando, además no te voy a permitir que dejes a mi hija de esa forma. Aquí nadie ha dicho nada en tu contra, solo que tanto para mi esposa como para mi, ha sido una verdadera sorpresa que seas tú el novio de mi hija. — Claro, me imagino que usted esperaba a un niño rico como ella y no a un simple obrero de su empresa que se desempeña vendiendo zapatos. ¿No es así señor Emiliano? Emiliano fingió una sonrisa mientras se servía otro trago, luego miró a Armando y le dijo: — ¿Quieres un trago? — No, gracias señor. Emiliano se bebió el trago y se acercó a él mirándolo fijamente a los ojos, con una mirada que logró intimidarlo por completo. — Debo reconocer que tienes coraje para plantarte enfrente de mi y en mi propia casa a hablarme en ese tono algo prepotente. Jennifer estaba muy nerviosa, las cosas no le habían salido como ella lo esperaba. — Creo que Armando tiene razón, es mejor que nos vayamos de aquí. — ¡No Jennifer! Aquí el que tiene que irse soy yo, todo esto ha sido un grave error. Armando salió de la mansión pero cuando Jennifer intentó ir tras él, Emiliano enseguida la gritó: — ¡Jennifer! Tú no vas a ninguna parte. — Pero papá es que no puedo dejar que Armando se vaya así. — ¡Ya te dije que no vas a ir a ninguna parte! Una hija mia no va tras de ningún hombre y mucho menos si se trata de uno de mis empleados. Además tenemos que hablar. Emiliano estaba molesto, enseguida le dijo a Luisana: — Tú estabas al tanto de todo esto ¿No es verdad? — ¿Yo? Yo no sabía absolutamente nada. Estoy tan sorprendida como tú. — ¿Pero por qué te pusiste tan nerviosa cuando viste a ese empleadito? ¡Claro que sabías que nuestra hija estaba saliendo con ese muerto de hambre y la estabas apoyando y no me dijiste nada. — Ya te dije que no sabía nada, y si huiera sabido esto antes, se lo hubiera impedido. Jennifer en medio de lagrimas les dijo desesperada: — ¿Pero por qué están en contra de Armando? ¿Cuál es el problema? ¿Qué no tiene dinero como nosotros y que es uno de tus empleados? — ¡Exactamente! Eres nuestra hija, tanto tu madre como yo queremos lo mejor para ti, ese jovencito no puede ofrecerte la vida a la que estás acostumbrada. Es un simple vendedor. ¿Te imaginas qué diran los demás cuando sepan que mi hija está comprometida con uno de mis obreros? Voy a ser el hazme reir de todas mis amistades. — Eso es lo único que les importa, el qué diran y todas las demás estupideces que puedan decir esas personas que dicen ser sus amigos. Pero yo estoy enamorada de Armando y ambos pensamos casarnos. Luisana enseguida gritó de forma histérica: — Tú no puedes casarte con Armando, eso jamás te lo voy a permitir, puedes salir con quien quieras, pero Armando es el último hombre en el que puedes fijarte. ¿Me has entendido? Jennifer salió huyendo de sus padres, no quería continuar escuchando la negativa por parte de ellos, salió de la mansión y subió a su auto tratando de alcanzar a Armando para poder hablar con él. Emiliano se acercó a Luisana y le dijo muy sorprendido al ver que estaba completamente alterada: — ¿Estás bien? Es que trato de entender que no quieras que Jennifer continúe su noviazgo con ese chico, pero creo que has exagerado en gritarle de esa forma. ¿Acaso conoces algo más de ese joven que debería saber? — Yo …no por supuesto que no, solo se que es un empleado de nuestra empresa. Pero no quiero que mi hija esté involucrada con un muchacho que no tiene nada que ofrecerle. Aquella noche fue larga para todos, pero especialmente para Luisana que no pudo dormir en toda la noche pensando en Armando y su hija. “Esto tiene que ser un castigo, mi hija no puede estar enamorada de mi amante. ¡Dios mio! Tengo que hablar urgente con Armando, pero tendré que e sperar a verlo mañana en la empresa. Él tiene que explicarme desde cuándo tiene una relación con mi hija.” (…) Al día siguiente…
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