La decisión de Luisana

1532 Words
Entraron a la habitación y Armando la tumbó sobre la cama mientras se despojaba de su ropa ante la mirada ansiosa de Luisana. Se acostó encima de ella mientras la besaba en la boca con deseo, luego fue bajando lentamente por su cuello y con sus manos desabotonaba su vestido dejando sus pechos al descubierto, cosa que lo excitaba demasiado. Estaba ansioso por besar cada centímetro de su piel, cada vez que lo hacía Luisana gemía de placer. A ella le encantaba que Armando le hiciera el amor ya que era un hombre joven y con mucha energía, a diferencia de Emiliano que solo estaba con ella cada vez que la necesitaba pero sin importarle si ella también lo disfrutaba, él solo pensaba en su propio placer. — Sigue bajando cariño, quiero sentir tus labios sobre mi piel, besame toda y hazme acabar con tu boca como lo haces siempre. — Te amo Luisana, eres tan bella, tu piel es tan suave. Te deseo, quiero estar dentro de ti y hacerte volar. Armando la seguía besando hasta que llegó al centro de sus piernas, allí se quedó estacionado por un buen rato mientras la devoraba con su boca lento y fuerte, haciendo que Luisana llegara al clímax mientras gemía de placer. Luego ella se sentó encima de él, mientras la tomaba por las caderas animándola a que ella cabalgara encima de él, provocando que ambos llegaran al orgasmo mientras se abrazaban convirtiéndose en uno solo. — Me encanta cada vez que hacemos el amor, me haces sentir como nunca nadie lo ha hecho. — Y tú me vuelves loco Luisana, me encanta tu cuerpo, cada vez que estoy cerca de ti no puedo evitar desearte y querer estar dentro de ti para volverte loca de placer. Luisana estaba extasiada y se sentía agotada después de una larga faena de sexo desenfrenado, y es que cada vez que estaba con Armando el tiempo le pasaba volando y en ese momento miró su reloj y se levantó de la cama de repente ante la cara de sorpresa de Armando que le preguntó extrañado: — ¿Pero qué pasa cariño por qué te levantas así tan alterada? — Es que es muy tarde y ya me tengo que ir, Emiliano debe haber llegado a casa y si no me encuentra se va a molestar, la verdad es que no quiero que sospeche absolutamente nada. El que terminó molestándose fue Armando, el cual lleno de coraje le dió un golpe a la cama mientras alzaba la voz diciendo: — ¡Siempre tiene que dañar todo el imbécil de tu esposo! ¿Hasta cuándo Luisana? — ¿Pero qué te pasa Armando? Sabes perfectamente que soy una mujer casada y que lo nuestro es solo una aventura, la pasamos rico y nada más. No tienes que dañar lo que acabamos de hacer con esa actitud de malcriadez. — Es que no quiero seguirte viendo así. — ¿Pero a qué te refieres con eso? — Es que yo quiero que lo dejes, me da mucho coraje cuando me imagino que estás con él. Es que no quiero que te toque. Quiero ser el único hombre en tu vida. ¿Entiendes? — Eso no puede ser Armando y lo sabes. Desde un principio te dije claramente cual era mi situación, además tú mejor que nadie lo sabes, Emiliano es tu jefe, trabajas en nuestra empresa, así que no busques complicar las cosas más de lo que ya están. Además, sabes que aunque deje a mi marido, entre tú y yo no podrá existir nada jamás. — Entonces debería buscar las maneras de hacer mi vida con una mujer que sí quiera estar conmigo, y a la que no le importe mi condición social y que además sea solo para mi y no tenga que estar esperando a que tenga un poco de tiempo para que pueda estar conmigo. Luisana lo miró y le dijo mirandolo fijamente con lagrimas en los ojos: — No se trata de la diferencia social que existe entre nosotros, si no de muchas cosas que nos separan, hay una gran diferencia de edad que no se puede ocultar, además soy una mujer casada y tengo una hija a la que le debo respeto, y sin embargo le estoy siendo infiel a su padre teniendo una aventura contigo. ¡Pero esto se acabó! — ¿Qué has dicho? — Lo que acabas de escuchar, ¡Se terminó! Esto se acaba aquí en esta habitación. Adios. — Luisana por favor no te vayas así. — ¡Suéltame Armando! Es mejor así, esto se está complicando demasiado y no puedo continuar arriesgando mi matrimonio, hay mucho dinero por medio y no puedo darme el lujo de que por un berrinche tuyo Emiliano llegue a enterarse de lo nuestro y yo termine quedando en la calle sin dinero y desprestigiada. Yo tengo mucho que perder a diferencia de ti. Luisana salió de la habitación dejando a Armando completamente deshecho. Él quería estar con Luisana de una forma más formal, sin darse cuenta estaba comenzando a mezclar los sentimientos en una relación que tan solo estaba basada en encuentros sexuales. En ese momento Armando tomó una decisión: “Voy a casarme con Jennifer y le voy a demostrar a Luisana que ella no es la única mujer en el mundo. Mañana mismo voy a conocer a los padres de Jennifer y trabajaré muy duro para poder casarme con ella. “ La decisión que había tomado Armando, la hizo basandose en los celos que sentía al no poder estar con Luisana como tanto lo anhelaba. Lo que no se imaginaba era que con su decisión, estaba a punto de desatar una verdadera catástrofe cuando se enterara de que Jennifer era la hija de Luisana y Emiliano. (…) Al día siguiente en horas de la noche. Jennifer estaba feliz de que Armando había aceptado conocer a sus padres, como él no sabía en donde estaba ubicada la lujosa mansión, ella lo había ido a buscar en su auto para que ambos llegaran juntos, tenía mucho miedo de la reacción que iba a tener Armando cuando supiera que ella era la hija de sus jefes, y también temía la reacción de sus padres cuando supieran que estaba enamorada de un simple vendedor de zapatos, cuando en realidad su padre aspiraba a que ella se llegara a casar con un hombre de su mismo estatus social. — Bien…ya llegamos. Armando miraba con asombro la lujosa mansión y llegó a pensar que se trataba de una broma de Jennifer. No podía creer que una chica tan sencilla como aparentaba ser ella, viviera en una casa tan lujosa como esa. — ¿Y tú vives aquí Jennifer? Ella estaba nerviosa, no quería que él se sintiera incómodo, pero ya había llegado el momento de que él supiera quien era ella en realidad, así que le respondió: — Sí, esta es mi casa. — ¿Es una broma? — No, en realidad aquí vivo y mis padres están esperando conocerte. — ¿Pero por qué no me habías dicho que eres de una familia rica? — No vi necesario hacerlo, además, a mi lo único que me importa es poder estar contigo, no vi que fuera prescindible darte detalles de lo que soy o lo que tengo. — ¿Pero estás segura de que tus padres me vana aceptar cuando sepan que soy humilde y que trabajo de vendedor de zapatos en una empresa? — Armando, a mi no me importa lo que piensen mis padres de ti, yo solo estoy tratando de hacer lo correcto. Quiero que te conozcan y si ellos no te aceptan, la que se va a casar contigo soy yo y no ellos. Pero si no quieres continuar con esto…. — ¡Claro que sí! Soy un hombre de palabra y te dije que iba a venir a tu casa a conocer a tus padres y así lo haré. (…) Mientras tanto Luisana y Emiliano se encontraban en la mansión esperando la llegada del novio de su hija Jennifer. Emiliano se servía un trago de whisky mientras le decía a Luisana: — Ese noviazgo de Jennifer debe ser algo muy serio porque es la primera vez que nuestra hija trae a un novio a nuestra casa. ¿No te parece cariño? Luisana estaba con la mirada perdida mientras sus pensamientos se encontraban en la última conversación que había tenido con Armando la noche anterior. En el fondo no quería terminar la relación que tenía con él, porque era una manera de escapar de toda la rutina en la que se había convertido su matrimonio con Emiliano. — ¡Luisana! ¿Luisana qué te pasa? ¿Escuchaste lo que te dije? Pareciera que estuvieras en otro planeta. — ¡Ah sí! Claro, sí estoy de acuerdo contigo. — le respondió sin saber siquiera a lo que se refería Emiliano. — Últimamente te noto muy distraída, ¿Acaso te pasa algo que yo no sé? Antes de que luisana pudiera responderle a Emiliano se escuchó la puerta principal y este enseguida exclamó: — ¡Creo que ha llegado Jennifer con su novio! (…)
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