Jennifer ya se encontraba con Armando, el cual estaba impregnado al ver lo bella que se veía.
— Te ves hermosa Jennifer.
— Gracias cariño, y tú te ves como todo un galán.
Emiliano se acercó a ambos, ya estaba el jefe civil esperando a dar comienzo a la ceremonia, pero en ese momento se dio cuenta de que no estaba presente Luisana.
— ¿Y Luisana en dónde está? ¿Tú la has visto Rafaela? Ya va a comenzar la ceremonia y ella tiene que estar aquí.
— Voy a subir a buscarla, ya regreso. — dijo Rafaela preocupada.
Subió a toda prisa hasta la habitación y enseguida tocó la puerta dos veces mientras decía:
— Luisana soy yo Rafaela ¿Estás allí?
Enseguida Luisana le abrió la puerta y esta al verla se sorprendió cuando la vio todavía con la bata de baño y con el vestido sobre la cama.
— ¿Pero aún no te has vestido Luisana? Todos están en la sala esperando por ti, ya el feje civil va a comenzar la ceremonia.
— Pues que comiencen sin mi, no tengo ganas de bajar, entiéndelo Rafaela, esto es muy difícil para mí, se está casando el hombre del que estoy enamorada.
— ¡Ya basta Luisana! No puedes adoptar esa actitud en este momento, tienes que continuar como lo habíamos hablado, y fingir que no está pasando nada. ¿O acaso quieres que todo se descubra y se forme un tremendo escándalo? Piensa que eso no te conviene en estos momentos.
— ¿Y qué hago con esto que siento? ¿Cómo voy a ser para vivir a partir de ahora teniendo a Armando bajo el mismo techo y sabiendo que le hará el amor a mi hija como alguna vez me lo hizo a mi?
— De la misma forma que lo estoy haciendo yo, aguantandome las ganas de besarte y de hacerte el amor, respetando que no quieres nada conmigo y soportando ver cómo sufres por un hombre que está prohíbido para ti.
Luisana comenzó a llorar, no podía evitar sentirse culpable de estar enamorada del mismo hombre que estaba a punto de casarse con su hija.
— No te pongas así Luisana, no te hace bien. Por favor trata de calmarte, mira que si no bajas inmediatamente, Emiliano va a subir a buscarte.
Se secó lás lágrimas y respiró profundo mientras le decía:
— Tienes razón Rafaela, ayudame a ponerme el vestido, tengo que ser fuerte porque estoy consiente de que mi hija no tiene la culpa de nada.
Rafaela tomó el vestido de la cama mientras Luisana se despojó de la bata que llevaba encima. Al ver su cuerpo desnudo no pudo evitar sentir el deseo de acariciarla, la deseaba demasiado, anhelaba volver asentir el aroma de su piel como aquella noche en la que Luisana se había entregado a ella sin ningún pudor.
Sin embargo, trató de controlarse, no era el momento para dejarse llevar por sus bajos instintos, así que solo la ayudó con el vestido sin dejar de admirar su desnudez, Luisana era una mujer que a pesar de ser madura, se veía muy atractiva.
— Listo, te ves hermosa Luisana.
Por un instante ambas se miraron a los ojos, y Rafaela acarició su rostro suavemente, Luisana estaba paralizada, era como si algo pasaba dentro de ella cada vez que Rafaela la miraba de esa forma.
Sentía un gran apoyo cuando estaba cerca de ella, porque le brindaba seguridad, y eso tenía un poco confundida a Luisana, no sabía exactamente si le gustaba estar en su compañía porque era una buena amiga, o porque le atraía de otra forma diferente.
Rafaela estaba perdida en sus ojos, sin darse cuenta se estaba acercando lentamente a Luisana, y ella no hacía nada para evitarlo. Sus labios estaban a un paso de rozarse y de prronto sintió su boca húmeda dándole un beso profundo que la hizo estremecer.
Luisana se dejó llevar por ese beso, mientras Rafaela la tomó por la cintura y la apretó contra su cuerpo, haciendo que esta correspondiera a ese beso que la hizo estremecer.
De pronto se escuchó la voz de Emiliano al otro lado de la puerta que decía exaltado:
— ¡Luisana! ¿Qué pasa que no has bajado? Ya la ceremonia va a comenzar, solo estamos esperando por ti.
Ambas enseguida se apartaron, mientras Luisana se limpiaba todo el labial de su boca que se había corrido. Miró a Rafaela aterrada, pero no alcanzó a decir nada porque en ese momento Emiliano abrió la puerta y entró.
— ¿Pero qué está pasando aquí? ¿Por qué no has bajado? Y tienes el lapiz labial corrido.
Luisana nerviosa sintiendo que se le notaba en la cara lo que acababa de hacer, le respondió nerviosa:
— Es que tuve que ir al baño a vomitar, el embarazo me tiene un poco indispuesta, pero tranquilo, me retoco el maquillaje y bajo enseguida.
— Los siento cariño por un momento se me olvida que estás embarazada, pero por favor date prisa. Y tú Rafaela ayudala a terminar de arreglarse, las espero abajo.
Cuando Emiliano se fue Luisana enseguida le dijo molesta a Rafaela:
— Esto no puede volver a pasar. ¿Te das cuenta si Emiliano hubiera entrado y nos encuentra besándonos? ¡Esto se hubiera convertido en un verdadero desastre!
— Cálmate Luisana por favor, no te pongas así. Pero entiéndeme, asi como tú sufres por Armando, a mi me está pasando igual por ti. Yo te amo y deseo que vuelvas a ser mia.
— Ya basta, terminemos de bajar y hagamos de cuenta que estoy nunca pasó, quiero que cuando termine la boda recojas tus cosas y te marches de aquí. No quiero volver a verte.
— Es más que obvio que no quieres que esté cerca de ti porque tienes miedo a flaquear y entregarte de nuevo a mi. Pero tranquila, yo me iré de tu casa, no volverás a saber nada más de mi.
(…)
Minutos después….
“Y los declaro marido y mujer, puede besar a la novia”
Todos aplaudieron, Jennifer estaba que no cabía de felicidad, Emiliano se acercó a ambos y lo primero que hizo fue abrazar a su hija.
— Quiero que seas muy feliz hijita.
— Gracias papá, te prometo que así va a ser. ¿Pero no vas a felicitar a Armando?
Emiliano lo miró y le extendió su manos mientras le decía:
— Más te vale que no hagas sufrir a mi hija, porque no vas a vivir para contarlo. A partir de ahora tendrás que adaptarte a mis normas o de lo contrario lo vas a lamentar.
Emiliano se marchó dejándolos a ambos muy incómodos.
— No va a ser nada fácil vivir bajo el mismo techo que tus padres.
— Cariño, no te preocupes por eso, tarde o temprano se le va a pasar. Además cuando tengan a mi hermanito, se van a olvidar de todo esto, ya lo verás.
Armando palideció y se quedó callado, no se quería imaginar si se llegaba a saber la verdad, y para colmo de males aún no sabía si ese hijo que esperaba Luisana era de él, tenia una gran presión encima de la que no sabía como liberarse.
(…)
Horas después….
La reunión había terminado, la noche de bodas la iban a pasar en la mansión, Emiliano había mandado a arreglar la habitación de huespedes para ambos, pero Armando no podía disimular la incomodidad que sentía al estar tan cerca de Luisana y al mismo tiempo tener que disimular que nada estaba pasando.