Días después….
Después de la boda, Emiliano les obsequió a Jennifer y Armando, un fin de semana en una isla paradisíaca, en donde iban a hospedarse en un hotel cinco estrellas. A pesar de las circunstancias en las que se había casado su hija, no quería que su luna de miel pasara desapercibida, aunque le había dejado muy claro a Armando que solo lo hacía por su hija y por mantener las apariencias ante su circulo de amistades.
Justo ese fin de semana, Emiliano también debía irse de viaje por asuntos de trabajo, o al menos esa fue la excusa que le dio a Luisana.
En vista de eso, le pidió a Rafaela que se quedara acompañando a Luisana en lo que el regresaba de su viaje, ya que tenía temor que se presentara alguna emergencia y que Luisana estuviera sola, más aún ahora que se encontraba embarazada.
Había llegado la noche, Rafaela se encontraba en la sala de estar leyendo un libro, mientras que Luisana se daba un baño en la tina. De pronto su interesante lectura se vio interrumpida por el timbre de un teléfono, enseguida comenzó a buscar de donde provenía el sonido, cuando por fin lo encontró, se dio cuenta que se trataba del celular de Luisana que lo había dejado olvidado en el sofá.
Al ver la pantalla, se dio cuenta que se trataba de Emiliano, inmediatamente contestó la llamada mientras subía a la habitación de Luisana.
— Hola Emliano.
— Rafaela ¿Cómo está todo por allá? ¿Y Luisana en donde está que no contestó ella el celular?
— Creo que está tomando un baño, justo en este momento voy camino a llevarle el teléfono que lo dejó olvidado en la sala de estar.
— No la molestes, solo quería saber si todo estaba bien, y avisarle que voy a estar unos días más de viaje, es que encontré unos nuevos inversionistas y debo reunirme con ellos todos estos días.
Rafaela frunció el ceño y puso una expresión que denotaba claramente que no le creía, sin embargo, para ella era mucho mejor que se mantuviera ausente porque de esta forma ella pasaba más tiempo a solas con Luisana. En el fondo nunca perdía la esperanza de poder acercarse a ella y de que esta accediera a estar con ella.
— Bueno no te preocupes Emiliano, Luisana se encuentra muy bien y yo no la voy a dejar sola. Regresa cuando quieras.
Rafaela colgó la llamada y entró en la habitación de Luisana, se percató de que esta se encontraba en el baño. Caminó hacia la puerta sin hacer el menor ruido y la abrió, quedando extasiada al ver a Luisana sentada sobre un costado de la tina mientras secaba su cuerpo con una toalla.
No podía evitar sentir deseo por ella, pero Luisana se dio cuenta enseguida de su presencia y se asustó tapando sus partes con la diminuta toalla mientras exclamaba molesta:
— ¿Pero qué haces aquí Rafaela espiándome?
— No Luisana, no se trata de eso, es que dejaste tu celular en la sala de estar y Emiliano acaba de llamar, te juro que solo vine a decirte eso y a devolverte el celular.
— ¿Y qué dijo Emiliano? ¿Va a regresar pronto?
— No, justamente llamó para avisarte que se va a quedar unos días más porque tiene que reunirse con unos inversionistas.
— ¿Inversionistas? ¡Por favor! ¿Hasta cuándo Emiliano piensa verme la cara? Es obvio que eso no es verdad, lo conozco muy bien y sé que ese viaje relámpago, solo fue una excusa para estar con su amante.
— ¿Y lo dices asi como si nada?
— ¿Y qué quieres que haga? Nuestro matrimonio solo es una farsa, es que ni siquiera se como fue posible que hicieramos el amor después de tanto tiempo.
— Pero menos mal que fue así, porque ¿Te imaginas haber salido embarazada sin haber tenido relaciones con él? Ahí si que iba a descubrir que tú también tenías un amante.
Luisana de pronto se quedó pensativa poniendo una expresión de tristeza, Rafaela se acercó a ella mientras le decía tocando suavemente su barbilla:
— ¿Qué te pasa? ¿Por qué te has puesto así tan nostálgica?
— Es que no dejo de pensar en Armando, debe estar en estos momentos con mi hija. ¿Te das cuenta? Esto es una tortura para mi, aún lo deseo, todavía pienso en él, y es una verdadera pesadilla cuando me imagino haciéndole el amor a Jennifer.
Luisana comenzó a llorar, el embarazo la tenía muy vulnerable y deprimida. Rafaela siempre estaba en los peores momentos para apoyarla. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza, se estremeció al sentir que su cuerpo solo lo tapaba aquella toalla diminuta.
No pudo evitar acariciarlapor encima de la toalla, luego Luisana levantó la cabeza y ambas se miraron fijamente a los ojos. En el fondo ella deseaba que Rafaela volviera a besarla como lo había hecho en otras ocasiones. No quería sentirse responsable de que volviera a ocurrir un acercamiento entre ambas, ella quería que Rafaela tomara la iniciativa.
Y justo fue en ese momento que Rafaela acercó su boca y la besó, mientras Luisana correspondía a ese beso con todas sus ganas. Ella estaba tan desesperada de poder quitarse el recuerdo de Armando, que solo quería dejarse llevar por alguien más, que la pudiera hacer olvidar todo el dolor que llevaba por dentro.
La toalla cayó al piso, y Rafaela comenzó a acariciar su cuerpo desnudo. Fue un momento intenso, ambas se fueron a la cama sin dejar de besarse, estando allí Rafaela se despojó de su ropa y se acostó encima de Luisana, ambas se devoraron besándose, estaban llenas de deseo, no decían una sola palabra.
Rafaela comenzó a besarla por el cuello y luego bajó a sus pechos erguidos mientras los devoraba con su boca. La siguió besando mientras bajaba hasta su paraiso, cuando llegó allí comenzó a besar el centro de sus piernas, haciendo que Luisana gimiera cada vez más mientras la hacía acabar de placer.
Luego llegó el turno de Luisana, ella también hizo lo suyo, solo se escuchaba a Rafaela pedir entre gemidos:
— Así cariño, sigue así, dame más que estoy a punto de acabar
Y fue justo allí cuando Luisana sintió salir el manantial en su boca, mientras la seguía besando hasta hacerla llegar al clímax.
Pero a pesar de que había sido un momento realmente excitante y muy intimo, se llevaron una gran sorpresa cuando de pronto alguien abrió la puerta de la habitación y las encontró a ambas completamente desnudas en la cama.