Carolina

1120 Words
—Por fin terminamos —dijo Sofía, estirando sus brazos y masajeando su cuello con las manos, mientras cerraba los ojos. —Qué cansada estoy. Marcos se puso de pie y comenzó a masajearle los hombros, provocando que el corazón de Sofía se le saliera del pecho. —Creo que eres alguien muy interesante, Sofía —dijo él, con una voz suave—. Me das mucha curiosidad. Sofía sintió una mezcla de sorpresa y emoción al escuchar esas palabras. Se giró ligeramente para mirarlo, sus ojos reflejando tanto incredulidad como alegría. —¿Interesante? —repitió, sonriendo tímidamente—. No estoy segura de que sea la palabra correcta. Solo soy una chica normal. Marcos se inclinó un poco más cerca, su aliento cálido acariciando su piel. —Eres más que eso —aseguró—. Tienes una pasión por la lectura, una forma de ver la vida que no es común. A veces, la gente se pierde en lo superficial, pero tú pareces mirar más allá. Sofía sintió que se ruborizaba al escucharlo. No estaba acostumbrada a que alguien la viera de esa manera. La combinación de su toque suave y sus palabras llenas de admiración hizo que su estómago se revolviera. —Gracias... eso significa mucho para mí —dijo, sintiendo que su voz temblaba un poco. Marcos la observó por un momento, como si estuviera contemplando algo más que su respuesta. —Me gustaría conocerte mejor, saber más de ti —agregó, manteniendo su mirada fija en ella. —¿Qué te gustaría hacer después de la universidad? Sofía sintió que la conversación se profundizaba, y aunque la idea la intimidaba, también la emocionaba. —Bueno, me gustaría trabajar en algo relacionado con el turismo —respondió, intentando concentrarse en la pregunta y no en la forma en que se sentía—. Siempre he soñado con viajar y conocer diferentes culturas. Marcos sonrió, pareciendo genuinamente interesado. —Eso suena increíble. Creo que sería genial que pudieras compartir tu amor por los lugares con los demás. El momento se volvió más intenso, y Sofía sintió que sus sentimientos por él crecían cada vez más. La cercanía entre ellos, el intercambio de miradas, y el ambiente en la habitación hicieron que el tiempo pareciera detenerse. —A veces me siento un poco perdida sobre el futuro —confesó Sofía, bajando la mirada hacia sus manos—. Hay tantas expectativas sobre lo que deberíamos ser, y a veces dudo de mí misma. Marcos, al notar su vulnerabilidad, inclinó la cabeza hacia ella. —No tienes que tener todas las respuestas ahora mismo —dijo con suavidad—. Lo importante es que sigas lo que te apasiona y te haga feliz. A veces, las mejores cosas llegan cuando menos lo esperas. Sofía lo miró, sintiendo que sus palabras resonaban profundamente en ella. La conexión entre ambos se intensificaba, y en ese instante, el mundo exterior desapareció. Sofía y Marcos seguían hablando en un tono más relajado, como si el mundo exterior no existiera. Sin embargo, un golpe firme en la puerta rompió el momento. —¿Esperas a alguien? —preguntó Sofía. Marcos frunció el ceño, claramente sorprendido. —No, no lo creo. Se dirigió hacia la puerta, mientras Sofía se mantenía de pie, observándolo desde la distancia. Cuando Marcos abrió, la figura de una mujer alta y deslumbrante apareció en el umbral. Su cabello rubio perfectamente peinado, un vestido de Elie Saab que dejaba claro su estatus, y un perfume que llenaba el aire incluso antes de que hablara. —Hola, Marcos —dijo ella con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. —¿Carolina? —respondió él, con un tono que mostraba su sorpresa. —Sí, soy yo —contestó, entrando sin esperar invitación—. ¿No me invitas a pasar? Sofía sintió que el corazón le daba un vuelco. Observó cómo la mujer se movía con una seguridad que parecía llenar toda la habitación. Carolina se detuvo al notar la presencia de Sofía y la evaluó rápidamente con la mirada, como si estuviera midiendo cada detalle de su ropa y postura. —Oh, ¿tienes compañía? —dijo Carolina con una sonrisa que destilaba condescendencia—. Qué interesante. Sofía intentó mantenerse firme, pero no pudo evitar sentirse intimidada por la presencia de esa mujer que parecía pertenecer a un mundo completamente distinto al suyo. —Ella es Sofía, una amiga —dijo Marcos, con un tono firme, pero nervioso, como si intentara manejar la situación sin herir a ninguna de las dos. —Una amiga... —repitió Carolina, como si saboreara las palabras—. Qué adorable. Sofía sintió un nudo en el estómago al escuchar el tono prepotente de Carolina. ¿Quién era esa mujer? Carolina se acercó a Marcos, ignorando deliberadamente a Sofía, y colocó una mano en su pecho de forma seductora. —Necesitaba verte, Marcos. Hay cosas que debemos hablar. Asuntos importantes—dijo con una sonrisa que buscaba generar una reacción. Marcos soltó un suspiro, claramente incómodo, mientras Sofía permanecía en silencio, sintiéndose fuera de lugar. —Caro, es tarde, y estoy muy ocupado, podemos hablar mañana, si así lo deseas— dijo mientras la guiaba a la puerta. —Pero que ven mis ojos, es mi nueva favorita— se escucho la voz de la madre de Maros acercarse—¿Cuándo llegaste?, ¿qué tal el clima en escocia? —Rico, le traje algunos presentes— y sin darle tiempo a Marcos de alguna reacción su madre se llevo a Carolina a la cocina. Sofia, mientras se decidió a recoger sus libros y salir sin causar ningún escándalo, al fin y al cabo, no tenía derecha de ponerse celosa. —lo lamento, ella es… —no importa, se ve que son cercanos y no me debes ninguna explicación. —yo quiero dártela Sofia— dio mientras le tomaba las manos evidentemente temblorosas. —Ella y yo tuvimos algo, pero se acabó hace mucho, ella no me interesa—dijo mientras levantaba con un dedo su rostro, tomándola por el mentón. Sofia asintió tímidamente, sintiendo que igual sobraba en esa escena. —entiendo, igual es tarde, ya debo irme— dijo con un hilo de voz. —te llevo, y no puedes negarte. —pero, y tu invitada? Marcos resoplo mientras ladeaba la cabeza, la tomo de la muñeca y la llevo al garaje. Una hermosa moto deslumbro a Sofia. —wao, tienes una moto—dijo evidentemente emocionada. —si, me gusta y al parecer a las chicas que me gustan igual parece que les agrada, —dijo en forma coqueta. Sofia sonrió por fin aceptando que tal vez, el hablaba en serio.
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