No me detuve a pensar que lo de la foto era una locura, pues también me gustaba la idea de que me viera siempre que pudiera y se excitara con mi imagen cubierta de su esperma. Una vez que Lucca tomó la foto me levantó, limpio con un paño mojado y me puso bocabajo sobre la cama. Tomó una paleta de tenis de mesa para comenzar a nalguearme. Comenzó dando pequeños toques hasta alcanzar el máximo. Mis gemidos se agudizan gradualmente. Sus labios van a mi espalda, baja con ellos por toda mi columna vertebral terminando en mi trasero, el mismo que lamió con destreza. —Por amor a la lujuria Lucca, te necesito. —gimo sintiendo como mis fluidos bajan por mis muslos. —Aún no pequeña. —me suelta las manos y me ayuda a acomodarme en el centro de la cama. Amarro mis manos junto a mis muslos y pie