El mismo día
Ámsterdam
Leila
Cualquier persona en su sano juicio no hubiera aceptado el puesto para dirigir Astral, por una simple razón, es como meterse a la trinchera del enemigo sin tener claro si podrán sobrevivir, pero la diferencia es que yo cuento con el apoyo del dueño, no cambia que será un reto llevar las riendas de este imperio, al punto que tuve mi primer roce con Anabela De Vries, dejando en evidencia que soy una intrusa para ella, pero no me dejaré doblegar, ni pienso hacerlo, porque tengo una obligación moral en devolver el nivel que siempre mantuvo la empresa.
Aunque cuando creí que el imbécil de Alex mantendría su posición de enemigo, porque me dejó claro que soy una intrusa, su enemiga, me sorprende con su actitud amistosa, pero estoy consciente que está jugando sus fichas, su madre me atormentará, porque no me soporta, en cambio el jugará a ganarse mi confianza para usarlo a su favor, entonces en este instante tengo un dilema, mandarlo al diablo o ignorarlo con la idea de seguir el plan descabellado de Iris. Sin embargo, no tengo tanta sangre fría y actuaré según lo que me grita mi cabeza.
–Alex no me interesa llevarme bien contigo, porque acepté el puesto para levantar a Astral, no estoy aquí para hacer amistades con nadie, incluso si tengo que ganarme enemigos por cumplir mi trabajo lo hare sin importarme nada más, ¿Te dejé claro el mensaje? O ¿Te envío un memorándum confirmándote lo que acabo de repetir? ¡Dímelo! –exclamo con un tono de sarcasmo y su rostro cambia a una mirada de rabia.
–Leila solo intento ayudarte por el bien de Astral, más que todo me necesitas, porque por más que tengas la experiencia para sentarte en la silla de presidencia a dirigir la empresa, no conoces todo de ella, en cambio yo sí– rebate con su rostro comprimido.
–Alex puede ser verdad que no conozca todo de Astral, pero para ese trabajo contaré con la ayuda de los asesores, no necesito de la tuya, así que declino tu oferta– argumento dándole una sonrisa forzada.
–Leila no conoces a los inversionistas, ni a los clientes, ni lo que buscan, por lo mismo tendrás que recurrir a mí, además si tienes alguna duda de lo que te repito, lo podrás descubrir en la fiesta del sábado, porque no basta que el abuelo dé a conocer tu nombramiento, hará falta más para tener la confianza de la gente– sentencia con seguridad.
–Alex esperaré con ansias la fiesta, aunque no cambiará lo que te repetí. ¡No te pediré ayuda! Espera sentado–expongo para terminar susurrándole al oído con un tono de sarcasmo.
–Otra cosa Alex, necesito los reportes de tu área en veinte minutos en mi escritorio, porque para mí eres otro empleado más de Astral, ¡Recuérdalo! Permiso– reitero viendo su rostro tensado.
Un momento después
Las palabras de Alex hacen eco en mi cabeza, porque no conozco Astral como él, aunque fue su forma de asustarme, creyendo que aceptaré su ofrenda de paz o el nombre correcto sería trampa, porque no soy una ilusa, esta es una guerra silenciosa y acaba de empezar, pero no significa que caeré en su juego, más bien acabo de darme cuenta que el idiota detesta ser despreciado, pues como todo mujeriego tiene el ego inflado, tal como lo repitió Iris, una desventaja que podría aprovecharla para darle una lección por ser un imbécil. Sin embargo, intento concentrarme revisando cada balance, cada reporte entregado por las diferentes áreas, claro que la voz de mi amiga hace imposible que pueda hacerlo.
–Leila te miro sentada en esa silla creyendo que es un sueño, incluso no puedo creer que este trabajando en Astral como tu asistente, y pensar que pasábamos horas limpiando estas oficinas.
–Iris esa época quedo atrás en el pasado, ahora todo es diferente…–comento hasta que me quedo sin palabras.
–Leila deja de pensar tanto en lo que te dije de Alex, pero ante todo no caigas en su juego, no me defraudes, porque recuerda que es tu enemigo.
–Iris no hace falta que me recuerdes que el idiota fue quién me declaro la guerra, aunque ahora necesito mantenerlo a raya, incluso creo que encontré la respuesta a mi problema, y la pondré en práctica en la fiesta– replico dejándola pensativa.
Minerva
Muchos hombres se intimidan al conocerme, por el simple hecho de no seguir sus reglas, pues están acostumbrados a mandar, a tener una mujer sumisa a su lado, algo que jamás seré, porque sé lo que valgo, no solo porque mi familia es una de las más ricas de Holanda, más bien tengo una figura digna de una reina de belleza, tengo ojos grises, cabello rubio, piel blanca como la nieve, soy inteligente, con una educación privilegiada, entonces uso los recursos que tengo a mi favor para someter al hombre que quiero a mis pies, claro que siempre hay una excepción a la regla, como Alex De Vries, incluso por un tiempo llegue a pensar que nuestro noviazgo terminaría en boda, pero me salió muy escurridizo, y para mí mal terminó nuestra relación, aunque no me resigno. Sí, lo sé, puede ser un capricho o una debilidad, no sabría como decirle a lo que siento por él, igual no quita que no voy a permitir que el tonto me ignore, porque estoy segura de que es cuestión de darle un empujón para que caiga en mis redes, además cuento con la ayuda de su madre, incluso en este instante almuerzo con Anabela escuchando las nuevas noticias de la empresa.
–Minerva no tienes idea de la humillación que soporté por parte de la amante de Maurice, esa mosquita muerta llegó a la sala de juntas con sus ínfulas de mujer de negocios, humillándonos, despreciándonos, como si fuera mejor que nosotros, pero estoy segura de que mi suegro la encontró en algún burdel– explica como si fuera una tragedia, igual me armo de paciencia, al final ella me ayudará a volver con Alex.
–Anabela te compadezco, porque yo no hubiera permitido semejante ofensa, hubiera movido cielo y tierra para impedir que esa mujer se siente en la silla de la presidencia de Astral, aunque aún no es tarde. Todavía puedes expulsarla de la empresa, hazla arrepentirse de haberte desafiado declarándole la guerra– propongo ganándome su atención.
–Minerva por supuesto que lo haré, no necesitas repetírmelo, sobre todo esa mujer debe entender que es una usurpadora, una intrusa, que tuvo la suerte de enredar a Maurice, como tal no puede dirigir Astral, porque le queda grande el puesto, además quién debe estar al frente de las empresas es Alex– comenta.
–Anabela sácame de una curiosidad, ¿Cómo lo harás? Porque esa mujer no dejará su mina de oro tan fácil, es mucho más complicada la situación– cuestiono sin abandonar sus ojos.
–Lo sé Minerva, por ahora usaré mi poder dentro de la empresa para entorpecer su gestión, además contaré con el apoyo de Alex, mi hijo me aseguró de que hará lo imposible para desenmascarar a esa mujer delante de Maurice– comenta alarmándome por sus palabras.
–¡Anabela! Conocemos mejor que nadie el mal que sufre Alex, tu hijo es un mujeriego empedernido que intenté domar, aunque aún no tiro la toalla, el punto es que dejarlo a la merced de esa trepadora social es un peligro, puede caer en las redes de esa mujer, y no buscas que suceda tal cosa, no puedes cometer semejante error, por lo tanto, pensaría en una mejor solución sin involucrarlo– replico dejándola con el rostro pensativo.
–Mi querida Minerva por lo que te conozco diría que se te ocurrió algo, ¿Qué será? ¿Qué idea tienes en mente? –cuestiona con una mirada envuelta en curiosidad.
–Anabela no te equivocas, creo que hallé la solución a todos tus problemas, o, mejor dicho, quién nos ayudará a sacar a Leila Borts de tu vida, incluso el momento indicado para poner mi plan en marcha, será el día de la fiesta– confirmo con una sonrisa de satisfacción en mis labios.
Alex
¡Diablos! Ando con la cabeza que me estalla por la forma de haber sido menospreciado por Leila, porque ninguna mujer me había hecho sentir como un imbécil, no solo por sus miradas desafiantes, su voz envuelta en sarcasmo, sino por repetirme que soy un empleado más, aunque está muy lejos de la realidad, pues algún día seré el dueño de Astral, de cada empresa que lleve el apellido De Vries, o supongo, porque con el viejo nada puedo dar por sentado, igual no cambia que no voy a dejarme derrotar, porque no soy hombre de aceptar un no por respuesta, mucho menos de una mujer, me repito dentro de mi mundo, hasta que escucho que tocan la puerta de mi oficina, teniendo que levantar mi mirada para terminar viendo la silueta de David.
–Alex estos son los balances de Astral de hace dos meses, los reportes al día de las cuentas en los bancos, la lista de los acreedores, también el informe de las cuentas por cobrar…–explica hasta que lo interrumpo.
–David necesito el informe consolidado de cada sucursal, además pide el reporte de las ventas, el detalle del inventario valorado, y el ajuste de la proyección con las tasas por inflación, incluso contemplando las importaciones a futuro en relación al euro.
–Mi jefe vino a trabajar o estas en esos días que todo te apesta, pero la única razón que encuentro según mi experiencia es que una mujer te mandó al diablo, ¿Verdad?
–David deja de repetir tonterías, porque todavía no ha nacido la mujer que pueda hacerme semejante desplante– rebato con mi voz envuelta en malestar.
–¡Rayos hombre! Acabas de confirmarlo con tu actitud, pero conociéndote tienes una nueva víctima en la mira, solo espero que ella no te de tanta guerra, porque puedes caer en tu propio juego, mejor olvídate de esa mujer por tu bien, ¿Lo harás? –aconseja dejándome con el rostro pensativo.