El mismo día
Ámsterdam
Leila
El destino de una forma extraña, me ha hecho cruzarme de nuevo con Alex De Vries, aunque por mucho tiempo quise cerrar ese capítulo de mi vida tan doloroso, tan humillante, porque era hora de sanar mis heridas, de continuar, pero este imbécil me está volviendo a robar la calma que por muchos años tuve, solo con haberlo visto de nuevo, y aquí estoy delante de mi amiga Iris analizando sus palabras, incluso me admira la frialdad con que habla del tema, como si fuera lo más simple del mundo, vengarme de este hombre, igual necesito contestarle rompiendo el eterno silencio entre nosotras.
–Iris me asombras con tus palabras, incluso te desconozco, porque en mi vida creí que escucharía semejante consejo, como vengarme de Alex De Vries, pero cuéntame una cosa, ¿Cómo torturarías a un hombre como él? ¿De qué forma te vengarías? –replico para terminar hablando con un tono de sarcasmo y me mira con reproche.
–Leila no estoy jugando, te hablo muy enserio, además el destino está entregándote la oportunidad de darle una lección al desgraciado de Alex, no es hora de dudar, más bien no tengas compasión con él, porque te garantizo que si él estuviera en tu lugar no dudaría ni un segundo en destruirte– argumenta con firmeza.
–Iris tal vez tengas razón, porque Alex es un imbécil que solo busca su provecho, pero no basta aceptar el puesto de presidenta en Astral, ya que no es tan sencillo que pueda vengarme del imbécil, es más complicado. Porque podría poner mil obstáculos en la empresa, aunque a la larga tendré que trabajar en conjunto con él para llevar a Astral a otro nivel, entonces dime, ¿Cómo hago para destruir a un hombre como él? –explico teniendo mi rostro comprimido dejándola pensativa.
–Por favor, Leila, conoces mejor que nadie la debilidad de Alex De Vries, el sujeto es un mujeriego empedernido con el ego grandísimo, creyendo que todas las mujeres caerán rendidas a sus pies, entonces es hora de cambiar el juego, que la presa case al cazador– sugiere con una sonrisa de satisfacción en sus labios, y abro los ojos de par en par.
–¡Iris! ¿Quieres que lo seduzca? No haré tal cosa– pregunto escandalizada.
–¡Leila! Mal interpretaste lo que sugerí, porque en ningún momento te dije que lo seduzcas, no ganarías nada yendo a la cama con él, más bien enloquécelo, ignóralo, hazlo comer de tu mano para que se enamore de ti, y cuando lo logres te aseguro que no quedará nada del hombre que conociste– plantea sin abandonar mis ojos.
–¡Iris! Es una idea descabellada y peligrosa, porque en ese juego puedo salir lastimada, por lo mismo debo pensar tu plan con cabeza fría, pero por lo pronto necesito tener ojos y oídos dentro de la empresa para saber que terreno estoy pisando con él, sobre todo recuerda que estaría declarándole la guerra a la familia De Vries, entonces quisiera hacerte una propuesta, ¿Ven a trabajar conmigo como mi asistente? ¿Aceptas? –digo con un tono de preocupación para terminar proponiendo.
–Por supuesto que acepto, porque quiero estar en primera fila para ver la caída de ese imbécil, ante todo no puedo dejarte sola en este momento tan complicado que vives. Cuenta conmigo incondicionalmente– responde y niego con la cabeza.
En la noche
Por más que quiera regresar a New York no puedo escapar, no es momento de ser débil escogiendo la salida fácil, porque tengo una deuda moral con Maurice, como tal tengo la obligación de aceptar su propuesta, a pesar que será un desafío llevar las riendas de Astral, pero tome una decisión sin tener claro que hacer con Alex De Vries, por el momento demos un paso a la vez, me repito dentro de mi burbuja, hasta que estoy ingresando al pent-house contemplando la silueta de Maurice, que charla por el celular, entonces dejo mi bolso en uno de los sillones para caminar a la cocina buscando un vaso con agua, cuando escucho su voz a espaldas mías.
–Mi pequeña princesa, regresaste puntual para la cena como siempre. Voy a dar la orden para que la sirvan, ¿De acuerdo?
–Maurice charlemos antes de cenar, por favor– pido girándome y él me da una sonrisa afable. –Te escucho Leila, espero que tengas la respuesta a mi propuesta– replica sin abandonar mis ojos.
–Maurice no tengo forma de pagarte todo lo que has hecho por mí, creo que nunca la habrá, pero por ahora intentaré dar mi mayor esfuerzo dirigiendo tus empresas, acepto el puesto. Aunque tengo ciertas condiciones–sentencio y él me mira con curiosidad. –Tranquilo que no son imposibles de cumplir– aseguro y replica. –Lo sé mi pequeña, pero tengo curiosidad.
Al día siguiente
Alex
Toda la noche revolviéndome en la cama pensando como destruir a una mujer como Leila Borts, podría hacerle la vida imposible, pero para ese trabajo tengo a mi madre, pues no soporta a la amante de mi abuelo, además lo más sensato es actuar con inteligencia, e ir poco a poco ganando su confianza y sin que sé de cuenta daré la estocada perfecta. Aunque estoy consciente que será un desafió hacerlo, claro que primero debemos cambiar la mala impresión que le di, como tal pongamos en práctica mis habilidades, me repite mi interior cuando voy llegando a la puerta de la sala de juntas para oficializar el nombramiento de esta mujer como presidenta de la empresa.
–Buenos días, señores ejecutivos, madre, abuelo. ¿Esperamos a alguien más para comenzar la reunión? –averiguo con curiosidad mientras me acomodo en una de las sillas.
–Buenos días, Alex, pensé que no contaríamos con tu grata presencia, porque debimos haber empezado la reunión hace 15 minutos. Vayamos al grano ¿Les parece señores? –pronuncia mi abuelo con un tono de sarcasmo.
–Maurice acabemos de una vez por todas con esta estupidez del nombramiento, porque ya es suficiente humillación tener que aceptar a una intrusa dirigir Astral– replica mi madre con un tono de malestar.
–Les reitero que Leila viene a darle un cambio a Astral, como tal estoy poniendo la casa en orden, porque en mi ausencia han hecho desastres y debemos recuperar el terreno que hemos perdido en los mercados, ¡¿Escucharon?! –replica el abuelo con su voz enérgica.
–Maurice no hace falta que grites, no somos sordos, sobre todo deberías reconsiderar tu decisión, porque puede perjudicarnos con los bancos, con los mismos inversionistas, ellos pondrán en tela de duda la capacidad de esta mujer para dirigir Astral, y terminaremos en la ruina por tu necedad– rebate mi madre con su rostro comprimido.
–Señora es que no habrá ninguna crisis como sugiere, porque tengo una trayectoria que me respalda por haber cambiado las cosas en la sucursal de New York, además gracias a ustedes tengo que lograr una recuperación económica e inyectar capital en los mercados que abandonaron por sus ineptitudes, claro que, si creen que son capaces de lograrlo, ¡Háganlo! Y yo me retiro del puesto– declara Leila dándole una mirada penetrante a mi madre.
–¡Mi nombre es Anabela De Vries!, No señora, ¡¿Entendiste mujercita?! –dice mi madre furiosa.
–Lo mismo digo, llámeme por mi nombre así se tarde más. Soy Leila– rebate con un tono desafiante.
–Continuemos por favor con el orden del día– pide mi abuelo
¡Carajos! Como esta el ambiente pesado y recién es el primer día en la oficina, pero es mejor irme acostumbrando que esto apenas empieza, hasta estoy consciente que tengo un largo camino para salir de esta guerra, la cuestión es vencer a la intrusa, sacarla de Astral, aunque debo reconocer que tiene carácter, agallas para enfrentar a mi madre, y es tan difícil que alguien desafié a Anabela De Vries, el punto es que será interesante tener una enemiga digna, hasta hace más entretenida la situación.
Un rato más
Por fin terminó la bendita junta, porque mis oídos no soportaban tanta tortura de parte de todos, como tal comenzó un desfile de ejecutivos abandonando la sala, incluso mi madre se retiró con su rostro lleno de rabia, en cambio mi abuelo fue un poco más centrado, queriendo tener el control de la situación, igual también se marchó, aunque Leila aún sigue en la sala de sesiones recogiendo sus cosas, más decido aprovechar la oportunidad acercándome a ella.
–Qué día tan complicado, y apenas empieza. No deberías provocar a mi madre, porque puede convertir tu vida en una pesadilla dentro de la empresa, y lo mejor es no abrir esa puerta por tu bien– afirmo, y ella me fulmina con sus ojos marrones.
–¡Disculpa! No necesito de tus consejos, ¡Guárdatelos! Sobre todo, limítate a cumplir tus funciones en la empresa– rebate con un tono de malestar.
–Leila deja la agresividad conmigo, porque quiero llevar la fiesta en paz. Comencemos de nuevo, ¿Te parece? –argumento dejándola con el rostro pensativo.