Cap - 5

1135 Words
Regresando del trance en el que se había quedado, Iker Lanús salió del registro civil y se dirigió a la casa de Justin. Necesitaba hablar con Emilia, ella podía explicarle cómo llegaron a contraer matrimonio, ya que él no recordaba absolutamente nada. De camino a aquel lugar, forzaba a su memoria a recordar lo que había pasado aquella noche, pero nada le venía a la mente. Apretando los dientes, golpeó el volante con gran molestia. Se sentía sumamente frustrado, ya que ni siquiera sabía cómo iba a pararse frente a la casa de su amigo y decirle que quería hablar con Emilia, cuando él ni siquiera había entablado una conversación con esa niña, aparte de los saludos habituales. Deteniendo el auto frente a la mansión de Justin, se quedó con la mirada posada en dirección a aquella casa. Antes de salir, pasó sus manos por el rostro y ejerció presión ahí. Armándose de valor, salió del auto y cuando iba por medio camino se detuvo, pues vio a otro coche llegar del cual bajo Kelly. Iker tragó grueso e intentó volver a su auto, pero Kelly lo detuvo. —Iker, ¿qué haces aquí? ¿Vienes a ver a Justin? Rascando su sien, negó y al segundo siguiente se arrepintió. —No, no vengo a ver a Justin—, cuando dijo eso, se arrepintió y trató de acomodar lo dicho. —¿No vienes a ver a Justin? —Sí, por supuesto que vengo a ver a Justin, ¿a quién más podría venir a ver? — Siguió forzando una sonrisa. Al verlo todo extraño, Kelly frunció el ceño. —Pero Justin está en el despacho, sale a las cuatro y apenas es medio día. —¿Qué día es hoy? — Preguntó disimuladamente. Arqueando una ceja, ella respondió —Lunes… ¿Estás bien, Iker? —Sí, sí, es que pensé que era sábado — Sonrió y se disculpó. Después de despedirse, dio media vuelta y se encaminó a su auto. Antes de subir, se detuvo y preguntó —¿Está Emilia? —¿Emilia? —Sí, es que Bahjar le envió un recado, como dije que venía a ver a Justin, me tomó de recadero — Espetó sonriendo de medio lado. —Emilia no está, pero si quieres, puedes darme el recado a mí. Yo se lo doy. —¿Dónde está? — Inquirió deseoso. Kelly dudó en decirle, pero al recordar que era amigo de su esposo, comentó —Emilia está fuera del país. Quiso seguir indagando, pero no quería dar a notar lo desesperado que estaba por encontrar a aquella jovencita. —Ah, ya entiendo — Suspiró y se propuso a irse. —¿Y el recado? —se detuvo en seco y dijo. —Era… —rascando su cabeza, no supo qué decir. —¿Te olvidaste? —asintió y Kelly sonrió. —Ya veo que es costumbre de todos los hombres olvidarse de las cosas. Ambos sonrieron —No te quito más tiempo —se despidió y se marchó. Al llegar a casa, Iker Lanús se acomodó en el sofá y contempló el papel en su mano. Soltó un suspiro de frustración mientras pasaba su mano por su pelo n***o y lo acariciaba por el cuello, dejándola reposar en su mandíbula. Cuando su madre bajó las escaleras, escondió rápidamente el papel y apoyó la cabeza en la cabecera del mueble. —Cariño, ¿ya sacaste la credencial para tu boda con Meral? Iker apretó los labios, cerró los ojos y respondió —No —luego soltó aire y se enderezó —No puedo casarme con Meral, ni con ninguna otra mujer. —Otra vez con eso, Iker. ¿Acaso las terapias no te ayudaron a superar aquello? —Iker le lanzó una mirada fría a su madre, pese a haber recibido terapia durante muchos años, hablar de ese tema le incomodaba. —No se trata de que no quiera, sino de que no puedo. —¿Y por qué no puedes? —Iker mojó sus labios y se quedó observando a su madre mientras organizaba las palabras —¿Qué? ¿No me vas a decir por qué no puedes? —Es difícil —dijo al levantarse, caminó hasta la botella de aguardiente y se sirvió una copa. —¿Por qué va a ser difícil? Hasta donde sé, casarse no es difícil, lo difícil es divorciarse, pero eso no será un problema para ti, ya que el matrimonio estará sujeto a cláusulas… —Ya estoy casado, madre —dijo y alzó el vaso. —¿Casado? ¿Acabas de hacerlo y no me invitaste? —Iker negó —Entonces, ¿cuándo te casaste y con quién? Reteniendo el ardiente alcohol en su boca mientras presionaba los labios, dirigió la mirada a su madre y confesó —Me casé hace tres meses y medio, estando borracho. ¿Recuerdas el día en que dijiste que mis hombres me trajeron porque no podía ni con mis patas, y que parecía estar drogado, y me reprendiste como si fuera un adolescente? —su madre movió la cabeza en señal afirmativa —Pues la noche anterior me casé, nada más y nada menos que con… Se detuvo al ver entrar a su prima —¿Por qué te quedas callado? Me pareció haberlos escuchado hablar antes de que ingresara —Bahjar mordió una manzana que contenía en su mano, mientras comía miraba a su primo, quien le fulminó con la mirada. En ese mismo instante llegó su tío junto a su esposa. La sangre de Iker hervía, pues ese hombre se había metido en su casa con su familia hace un par de meses sin su consentimiento. —¿Reunión familiar? —sonrió Agus Lanús. Iker posó con enojo el vaso en la mesita y luego se dirigió a las escaleras —Hablamos después, mamá. —No te vayas —se mofó el hombre soltando una carcajada. Su cuñada le miró con desdén y también se retiró. Tras cerrar la puerta, Iker soltó un suspiro y se llevó las manos a la cabeza. Estaba en graves problemas, eso lo sabía, porque una vez que Justin se enterara, sería el fin de su amistad y el comienzo de una batalla campal entre él y Enrre. Apretando los labios, caminó hasta el balcón, posó los codos en el borde y suspiró. Necesitaba encontrar a Emilia. Solo estando frente a ella, podría solucionar esa situación. Sacó el teléfono, llamó al detective, apartó una cita y se preparó para salir. Encontrar a Emilia sería su objetivo durante esa semana. Una vez que la encontrara, todo se solucionaría. Le pediría el divorcio y se casaría con Meral. ¿Qué mal podía salir? Solo esperaba no haber consumado el matrimonio, porque de ser así, su vida sería un calvario.
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