Capítulo VI

1785 Words
Sin dudas, una ducha tibia es excelente para el cuerpo. Y muchísimo mejor luego de haberme empapado gracias a la lluvia. Me siento muchísimo mejor a comparación de cuando llegué, pasé mis pensamientos a segundo plano e hice lo que debía hacer, tomar una ducha. Ojalá hacer esto siempre fuese así de fácil. También hice de cenar, tenía demasiado tiempo sin comer tostadas francesas, una receta en la que no necesité tanta ayuda de Sean. Lo acompañé con una taza de té de jengibre con limón y miel, pensando en prevenir la posible gripe que me podría dar gracias a la lluvia. Realmente espero estar sana para el lunes. Solamente quiero probarle el punto de Rufer a Meredith. Por otro lado, esta noche me he sentido un poco melancólica, he estado pensando en muchas cosas del pasado. Por ejemplo, luego de bañarme decidí perfumarme un poco con un perfume de lavanda que me obsequió Meredith en mi cumpleaños 19, un poco después de entrar a la empresa. Me sorprendió muchísimo, ya que en ese momento no nos conocíamos mucho. Lo atesoro muchísimo, tanto que casi no le doy uso, solamente en ocasiones como esta. Espero que un día que vaya a la oficina no se me olvide ponerme ese perfume para sorprenderla –aunque quizá no se da cuenta-. Sonó el timbre, es muy extraño que a las diez de la noche alguien llame a tu puerta, debía ir a ver quién pudo haber sido. Me levanté de mi cama y fui directo a la puerta. Por la mirilla de la misma pude ver un repartidor. El momento cada vez es más extraño, ¿a esta hora aún trabajan? O quizá tiene trabajo acumulado -como suele sucederme-. Para no dejarlo esperando por mas tiempo, abrí la puerta. Era un joven un poco más alto que yo, su piel es trigueña y su cabello marrón oscuro y rizado. Sus pecas se ven un poco opacadas por los lentes que usa. -Mimi Salotto, un paquete para usted. Firme esta hoja por favor- Dijo mientras me entregaba una hoja y un bolígrafo. En sus manos traía un paquete mediano, se ve lo suficientemente cómodo como para transportarlo sin problema. Yo, bastante confundida, respondí -Buenas noches, disculpe ¿De parte de quién viene este paquete?- pregunté mientras tomaba la hoja junto al bolígrafo. -De parte de Norman Salotto- Me sentí muy sorprendida, no esperaba recibir un paquete de mi padre. Como mencioné anteriormente, mamá y papá actualmente se encuentran en el exterior, es de suponerse que han de estar muy ocupados, pero es bueno que a pesar de todo siempre me tengan presente. Hubo un pequeño silencio, el repartidor solamente me veía un poco extrañado por mi expresión de confusión. Sin embargo, para no hacer el momento más incómodo para él, rápidamente firmé la hoja y se la entregué junto al bolígrafo que me dio. -Muchas gracias, joven-. -Oh…- el repartidor se sonrojó. Me puse nerviosa, no sé que pudo haber pasado por su cabeza. -No, no es nada, solo que…- estaba tartamudeando mucho, eso no ayuda a la ansiedad que ahora corre dentro de mí. -Solo que las personas me dicen señor, pero solamente tengo 18 años- agachó la cabeza y vi como de sus comisuras nacía una pequeña sonrisa. -¡Ah, vale!- respondí sobresaltada, pero bastante aliviada. Por un momento pensé que dije algo que podía tomarse mal. Suelo ponerme tensa fácilmente. -Lo entiendo perfectamente- Continué. -A veces los niños suelen decirme señora-. -Si…- Soltó una risita nerviosa -Es bastante incómodo- llevó su mano derecha a su nuca y rascó su cabeza. -En el peor de los casos, los adultos también me dicen señor-. -Solo es por modestia, no te preocupes- Le di una sonrisa para apaciguar el momento. –Además, te ves bastante joven-. El chico se sonrojó aún más y abrió mucho sus ojos. Yo cubrí mi boca con ambas manos de la sorpresa, no esperaba esa reacción de su parte. -Muchas gracias señorita-. -No te preocupes, puedes decirme Mimi-. -Está bien Mimi, muchas gracias- Dijo mientras me entregaba el paquete. Todo el tiempo que estuvimos hablando lo mantuvo en sus manos, por suerte no era pesado. -A ti, gracias por traer el paquete- Sonreí y él devolvió la sonrisa. Soy tan descuidada que podría haberme despedido de él sin tener el paquete en mis manos. -Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?- Pregunté. -Me llamo Roy, señorita Mimi-. -¡Bonito nombre! Es muy único-. Contesté mientras asentía. Me causó una pequeña inseguridad que se sonrojara otra vez, pero en este momento, su expresión reflejaba confianza en sí mismo. Aún se mantenía un pequeño sonrojo, pero nada comparado a las veces anteriores. -El suyo también, Mimi- Sonrió. Movió su cuerpo en dirección al pasillo dispuesto a irse –No tengo más paquetes por hoy así que iré a casa-. -Uhm, antes de irte…- No quería alargar más la conversación ya que él necesitaba ir a casa, pero necesitaba realizar una pregunta -¿Por qué trabajas tan tarde?-. -Oh, lo siento, te diste cuenta de que tu paquete debía estar aquí a las 6 pm- La seguridad de su cara había desaparecido. -¿Qué?...- Hice una pequeña pausa, necesitaba procesar lo que me acababa de decir -No, yo… no sabía que recibiría un paquete hoy-. -¡¿Lo dices en serio?!-. -Sí, es más, a las 6 pm aún estoy en mi trabajo- -Oh, entonces es bueno que haya llegado un poco tarde- Se rascó la nuca, parece que es su hábito cuando está nervioso. -Soy nuevo en mi trabajo y aún no le tomo bien el ritmo, así que trabajo bastante lento-. -No te sientas afligido por ello, en cuanto menos te des cuenta serás muy ágil en esto-. -¡Muchas gracias! Agradezco mucho tu apoyo- Se veía bastante aliviado, parece que unas palabras de ánimo pueden cambiar el día de alguien por completo. -Bueno, ya paro de hablar para que puedas ir a casa- También me rasqué la nuca, imité su gesto inconscientemente. -Ten buenas noches, Roy- Me despedí con la mano -Igualmente, Mimi- Se despidió y vi como emprendía su camino por el pasillo. Parece que tomará las escaleras. Entré a casa y cerré la puerta, solo podía pensar en lo que acaba de pasar. Quién diría que una charla con un desconocido a esta hora sería tan divertida. -Ahora, debo concentrarme en el paquete-. Me dirigí al estante de la sala de estar a buscar algo con lo que pueda abrir el paquete. Allí tengo un pequeño vaso en el que guardo cosas como lápices, borradores y una tijera, así que me acerqué para tomarla, dispuesta a descubrir qué habría dentro. Me senté en el sillón y puse el paquete en mis piernas, con cuidado, con la tijera iba cortando la cinta de embalaje. Al abrir la caja pude ver una gran cantidad de espuma igualmente de embalaje. Mientras la iba quitando pude notar como aparecía una carta, al retirarla de la caja, se apreciaba como debajo de ella había una escultura de madera. Pero primero, me centré en leer aquel escrito. “Querida hija, esperamos que te encuentres bien. Actualmente, sigo trabajando en el restaurant que te comenté antes de irme del país junto a tu querida madre, en nuestros tiempos libres hemos estado realizando turismo y ocasionalmente visitamos su casa de la infancia. Si te preguntas cuando volveremos, probablemente sea el año que viene cerca de navidad ¡Seremos tu regalo de ese año! Espero que sea así. Por otra parte, tu madre ha realizado una escultura del búho Owl que quería darte lo más pronto posible, entonces le dije ¿Por qué no la enviamos por correo? Y si estás leyendo la carta es porque de esta manera pasó. Ah, si tienes algún día libre, te recomiendo que vayas a casa y llames a tus abuelos, estarán muy felices de escucharte. Te escribiría aquí sus números, pero realmente me gustaría que un día vuelvas a casa aunque sea por unos instantes, trabajas demasiado duro, mereces un día de descanso. Sus números se encuentran en el directorio que está al lado del teléfono de casa. Te amamos, Mimi. Esperamos verte pronto. Se despiden Tu padre y tu madre.” Esta carta me hace recordar por qué casi no he vuelto a hablar con mis padres, había olvidado por completo que donde se encuentran no tienen buena calidad de señal, desde que se fueron nuestra comunicación se ha vuelto muy limitada. Es una lástima que sea de esta forma, ojalá esa zona tuviera una mejor conexión. Ojalá puedan volver para navidad del año que viene. También quiero verlos pronto. Dejando de lado la carta, puse toda mi atención en el atractivo principal del paquete: la escultura. Mamá tenía gran cantidad de años sin realizar esculturas de madera, pero no cabe duda de que aún conserva su talento. Esta escultura de Owl tiene todo lujo de detalles, es un búho de pie sobre una roca mirando hacia la derecha, creo que los ojos están hechos de ámbar, se ven muy realistas. Agradezco muchísimo este regalo. Sé lo importante que fue Owl en la infancia de papá y lo importante que es para mamá gracias a los relatos que papá solía contarle, así que Owl también es importante para mí. Esto únicamente hace que mi noche sea aún más melancólica. Pero me siento realmente bien, pensar en estas cosas me está ayudando a despejarme. Mañana temprano haré espacio y colocaré la escultura de Owl en el estante, mientras tanto estará en mi mesa. Ahora mismo me siento muy cansada como para comenzar a organizar. Además, ya es bastante tarde, ya pronto serán las 11 pm, así que debería ir a dormir. No puedo desajustar mi horario de sueño, sino el lunes me costará llegar a la oficina del sueño. El primer año que comencé a trabajar mi horario de sueño era terrible, entonces me costaba muchísimo llegar a la oficina. Siempre llegaba puntual, pero al jefe no me gustaba verme con sueño, por lo que terminó creando una imagen de “floja”, me arrepiento bastante de ello. Con el tiempo -y con esa experiencia- me di cuenta que me siento más cómoda con un horario estable. Ahora que lo pienso, olvidé escribirle a Sean a pesar de que le prometí a Rufer que lo haría en cuanto llegara a casa, quizá si soy un poco irresponsable. Pero ya habrá tiempo de hacerlo mañana, además, ahora tengo algo más que contarle gracias al regalo de mis padres. También quisiera comentarle acerca de ir a casa a llamar a mis abuelos, de seguro querrá acompañarme en esto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD