—¿Quieres correrte Amara?— Sonrió con arrogancia en su voz mientras me miraba, haciendo círculos en mi clítoris con su lengua mientras añadía un tercer dedo llenándome. —Sí, por favor... Alejandro, por favor—. Soy un puto desastre debajo de él, gimiendo y gritando bajo su misericordia. —Ahhh mi sonido favorito— se mordió el labio, mis jugos en ellos haciendo el suyo aún más atractivo. —Estás tan guapa cuando suplicas. —No puedo... por favor— grité, sintiendo mis ojos llorosos del placer que es demasiado. Cada vez que me lleva al límite, se detiene cuando estoy a punto de explotar. Mi cuerpo suda, estoy segura de que mi cara está roja como un tomate y mi clítoris palpita con cada lametón de su lengua, jugando con mi burbuja de nervios con tanta confianza. —¿No puedes qué? No puedes más?