—Desvístete y túmbate en el sofá. Su orden resonó en la habitación en cuanto entramos. Cruzó los brazos delante del pecho, haciendo que sus bíceps se tensaran bajo la camisa, mirándome fijamente con total dominio. Dios, mis bragas ya están empapadas con solo mirarle. Su rostro inexpresivo, sin mostrar ninguna emoción, pero sus ojos lo delataban. Ira y celos. Eso es lo que veo mientras me miraba con la mandíbula apretada. Empecé a quitarme lentamente la ropa del cuerpo, viendo como la llama de sus ojos se hacía más grande con cada uno de mis movimientos. Había algo en su forma de mirarme que me hacía sentir deseada, segura, hermosa... casi perfecta. Miraba mi cuerpo con una adoración en los ojos como ningún hombre me había mirado antes, y eso hacía que las mariposas de mi estómago se vol