No podía verle la cara porque estaba a cuatro patas sobre la cama, con la cabeza hundida en la almohada, mientras él me penetraba con furia, sujetándome la cintura con las dos manos. En la habitación solo se oían nuestros gemidos, gritos y nada más. Le oí maldecir por lo bajo mientras su polla me penetraba, tan bien. Este chico sabe lo que hace, y su polla no es pequeña en absoluto. Para una chica como yo que no ha tenido sexo en mucho tiempo, es más que tranquilizador. —Joder, estoy cerca, Su voz ronca se mezcla con mis gemidos, y justo en ese momento mi orgasmo alcanza mi cuerpo, oleadas tras oleadas de placer recorren mi cuerpo. Es lo suficientemente potente como para hacerme perder el control, enterré la cabeza más profundamente en la almohada tratando de amortiguar mis gritos. S