Capítulo 3: Seduce mi Lado Oscuro (Parte 1)

2833 Words
Vilen Hemos guardado las maletas en el baúl. Nos recibió Lioña al aterrizar en Rusia (el poste según el apodo de mi papá) el cielo está nublado. Verlo con traje elegante es raro debido a su típica vestimenta oscura y de cuero. Es lógico que ahora se vista profesional, maneja el imperio Nóvikov junto con Mikhail. Este hombre es como si fuera el hijo de Katyenka por lo siguiente, eso nos hace familia. Literalmente somos hermanos y decido molestarlo. Su carácter es de culo y cuando se lo propone es grotesco. —¡Saludos, hermano! —le doy dos cantazos leves en su hombro. Al ver sus ojos miel abiertos y listos para pelear, pasé por su lado. El maquinón de Joa nos espera. Esa SUV nos enamoró enseguida que la vimos. Es una Dartz Kombat T98 y lo mejor es que es un vehículo blindado. La jefa se lo encargó a Lioña para que no se arruine. Además, se está quedando en la casa y la mantiene. Admiro su tono dorado y acaricié el bonete. —¿Desde cuándo somos hermanos? —cuestionó Lioña y lo encaré con la mano abierta. Necesito manejar el maquinón de Joa y recordar el tiempo pasado en ella. Lioña me arrojó la llave y la caché sonriendo. El Gigante le dio en la espalda y se fue hacia el asiento del pasajero. Nos subimos dejando a Lioña atrás y subió maldiciendo. —¡¿Es en serio?! —exageró Lioña—. Los recojo y me mandan como bolsa en la parte de atrás —se quejó. El Gigante me dio una mirada y sé que estamos en sincronía. —Lioña, permítenos este recuerdo —comentó Gregori conectado conmigo y apreté el volante. Hemos revivido cuando éramos cinco en este maquinón y buscábamos en dónde matar el hambre. Sergei siempre discutía con el Gigante por el sitio y rompió el silencio Lioña. —Se me olvida que los que pertenecen a la banda Paths Meadows son unos sensibleros —fingió que es un duro y busqué sus ojos por el espejo retrovisor. Él sintió mis ojos y los unimos. —Respondiendo a tu pregunta, somos hermanos desde que Katyenka es la mujer de mi padre —sonrió de lado al escuchar el nombre de Kat—. Además, si eres el que maneja el imperio de la puta ama es porque eres en el fondo un sensiblero y Joa confía en ti. —Mierda, me descubrieron tan fácil —bromeó Lioña y encendí el auto—. Pronto tendremos la llegada de Kolenka y Kat tiene loco a Leonid con sus cambios hormonales —su voz se suavizó. No tengo dudas de los nervios de mi padre, me lo ha contado diario en el celular y tengo que hacerle una visita. —No importa lo loco que lo tenga, papá está amando vivir esa etapa con ella —dije seguro y arranqué el maquinón. —Esos dos se aman inmensamente —afirmó Lioña—. Te esperan en Letat’ los socios —asentí—, Joa le pidió a todos específicamente a Dima que los mantenga a salvo. —No tengo dudas —comentó el Gigante mirando por la ventanilla. La ansiedad por correr por Maika me consume y me mantuve callado. Primero calmo a Joa, no quiero darle estrés y menos que ella lacta. Debe estar calmada, lo leí en un libro que le regaló la tía Betha, el cual murió ignorado por ella. —¿Zachary estará? —Tengo entendido de que él estaba encargándose de unos cargamentos de armas y vino a entregarlos personalmente. —El infeliz estaba jodiendo en la oficina cuando vine por ustedes —se acomodó entre medio de los asientos del frente—. ¡Gigante, feliz cumpleaños atrasado! —tocó su hombro y Gregori lo miró serio. —Gracias —dijo sin demostrar sus sentimientos. —La emoción te brota por los poros —se mofó Lioña y se tiró para atrás. Gregori alzó las dos manos y se me escapó una carcajada al saber su saludo. Joa nos ha contagiado ese saludo a todos en la banda. Efectivamente, le sacó ambos dedos malos a Lioña y me dirigí hacia Letat’. … Subimos al décimo piso, no he dejado de mirar el celular para ver la hora y apenas son las diecisiete. No tengo ni una llamada y ni un mensaje de Maika. Gregori me da una mirada de escrutinio. El Gigante me conoce bastante y está pendiente de que no haga una locura. Salimos del ascensor, cada uno concentrado en sus mierdas. A la cabeza va Lioña, su postura es recta y se ha puesto en modo jefe. En la oficina caminé despacio y me recosté en la pared del fondo. No tengo problema en ser el centro de atención y en este instante todos se empeñan en darme su dominante mirada. Lentamente, saqué mi caja de cigarrillos y le ofrecí a Gregori. Mi hermano nunca me abandona y eso me da valor para encarar a esta semejante fuerza de hombres poderosos. Dima se aproximó delante de mí y de los socios podrá parecer el más amigable, pero no se engañen, ninguno llegó a la cima siendo unos corderos. Nunca está de más pisar el suelo despacio, no sabes si se rompe de sopetón. —Vilen, siempre es bueno verte —la voz potente de Dima recorre la oficina y su mano me ofreció—. Se me hace raro verlos sin la perversa de Joa. El viejo es locura con ella y su unión para el mundo puede ser vista rara, pero su conexión los hace ver como padre e hija. —A nosotros también —afirmé mientras encendía el cigarrillo. Zachary caminó con seguridad y se arrimó a mi hombro. —Idiota, no te preocupes que te daremos la mano en todo —puso su mano en mi cabello y me despeinó el infeliz—. ¡Bienvenido a Rusia, Vilen Petrov! —su sonrisa típica en su rostro me regaló y su atuendo llamativo de color verde uniforme no pasa desapercibido. —¿No te ibas mañana? —Tenía entendido que volvía a Londres y doy una calada. Le arrojé el encendedor al Gigante y lo cachó. —Quedó en el pasado, Joa quiere que seamos un gran equipo —respondió calmado Zachary y sus rizos de oro brillan como siempre compitiendo con su ropa. Debí suponerlo y busqué los ojos marrones de Gregori. —Es Joa —susurró sonriendo el Gigante y ha conseguido hacerme reír—, si ella no puede estar, mueve su ejército para que respalden a los suyos —se aproximó y guardó el valioso encendedor con el nombre de Sergei en mi bolsillo de mi chaqueta favorita de tigre. —¿Qué han conseguido? —No soy bobo mientras viajaba hacia acá, ellos debieron desempolvar la vida de Maika—. ¿Es complicado o manejable? Timur se acercó con una carpeta en la mano y Andrei se encuentra fumando un porro con los pies trepados en la larga mesa. —Nunca nada en la vida es sencillo, eso lo sabemos todos en esta oficina —bufó Timur y colocó la carpeta en la mesa—. Acércate a mirar estas fotos —salí del lado de Zachary y al echarle una ojeada encontré a Maika con una navaja en la mano y la mantiene arriba ensangrentada—. Se filtraron en las redes ayer en la tarde. Joder En la otra foto mostrando su completa cara y se ve endemoniada. Tiene sangre salpicada por su cuerpo y no percibo miedo. Demonios, ella es una obra de arte y verla en modo asesina ha movido mi lado oscuro. Puedo ver la mierda que desató, en las otras fotos muestra al tipo muerto y eso es una evidencia terrible. —¿Quién era el hombre? —no me importa la ley porque la puedo hacer desaparecer del mapa y proteger—. El problema es el tipo —afirmé seguro y levanté la vista hacia Timur. —Efectivamente, es el primo de Valentín Anisimov —entrecerré los ojos recordando el problema que tuvo Dima con ellos por ir a su club a robar a sus luchadores—. Tiene a cargo un pequeño negocio de peleas clandestinas. Justamente su hermano salió de la cárcel ayer, encontrando a su primo muerto por una embalsamadora. Ella no solo atiende muertos, sino que los ayuda a ir al más allá —aclaró Timur y mi cuerpo se ha llenado de adrenalina. Estoy procesando el lío, cerré mis ojos y estiré mi cuello de lado a lado. Una mano tocó mi hombro y sin abrir los ojos estoy seguro de que es el Gigante. No me importa si ella mató a uno de esos asquerosos, no dejaré que le toquen ni un cabello a Maika Bykova. Sus manos no solo limpiaron a mi hermano, también le dieron el mejor aspecto para su última fiesta antes de partir y eso nunca lo olvidaré. Además, de que esa mujer ha cautivado mi oscuridad. No solo con su sonrisa, súmale esa mirada de asesina. Quiero que sus ojos me vean en medio de la oscuridad. —El vídeo y las fotos han desaparecido por arte de magia —es la voz de Andrei y he abierto los ojos de golpe—. Su hermana es la causante de que no sepamos su pasado y nos hemos dado cuenta de que mueve sus fichas para ocultar todo lo referente a Maika Bykova. —¿Estás seguro de que vale la pena entrar en esa guerra y embarrarse de mierda? —Es la voz de Mikhail y denota altanería. Mis ojos maniacos fijé en él y su semblante es rudo. Se ha posicionado detrás de Andrei con su postura de matón. Al contrario de Lioña no tiene ropa elegante, su vestimenta oscura es de cuero. La cuestión es que sus ojos grises verdosos me desafían y como el demente que soy fui con pasos lentos en su camino. El Gigante no me detuvo y tengo la vía libre. —He aprendido que las personas que te dan la mano en tu peor momento no debes olvidar y esa embalsamadora me permitió una despedida con mi hermano —me detuve a unos pasos de Mikhail y tenemos la misma altura—. Si mis manos se van a embarrar no serán solo de mierda, te aseguro que habrá mucha sangre implicada —no me amilané y tampoco daré un paso atrás—. Maika Bykova tendrá mi ayuda y si deciden darme la mano lo agradecería, pero si me dan la espalda no los juzgaré —solté el humo en su cara y su mandíbula apretó. —Me aseguro que estés consciente de que la ayuda puede llevarte a perder de nuevo —sus palabras sí me han tocado mi hueco en el jodido pecho, pero me quedé en blanco delante de él—. La ayuda la tendrás, eso no está en discusión, pero mi trabajo es cuidar y hacer ver el riesgo que correremos en la sociedad. —Lo tomaré, la vida nunca es sin riesgo —comenté y moví mis cejas morbosas—. Por ahora solo tenemos que la buscan para cobrar la muerte de su primo —le di la espalda a Mikhail y observé a todos en la oficina—. Nada de su pasado y Dunya metiendo su poder con la ley —asentí y di una calada. —Es correcto —por fin tomó la palabra Andrei y apagó el porro en un cenicero—. Nunca he subestimado los negocios pequeños en este mundo y por lo que he oído son unos asquerosos con las mujeres —ha conseguido mi completa atención y ladeé la cabeza endemoniado por tan siquiera la posibilidad de que la hayan tocado—. Tengo entendido que ese hombre murió por manosear su pecho —apreté el puño a mi costado y solté el humo hacia arriba—. Envié unos de mis hombres al local y lo que se rumora es que Maika le advirtió al hombre, pero él insistió —me siento orgulloso que lo haya matado—. Esa chica lo mató directo en su arteria carótida y la mayoría de los testigos dieron a entender que lo disfrutó —se me escapó una sonrisa ladina. —Entonces valió la pena la sangre —caminé hacia la puerta—. Iré a encontrarme con ella y ver que averiguo por mi cuenta —les comuniqué y Gregori me alcanzó dando una calada—. Lioña, el maquinón lo tomaré prestado —salí con el Gigante detrás y esperamos callados el ascensor. Estamos dentro del ascensor y esperé por el sermón de mi hermano. —Estoy contigo, no esperes un reproche por mi parte —me tomó por sorpresa el Gigante y busqué su rostro—. Esa chica lo dio todo por el Mocoso, merece que la apoyemos en su oscuridad y no tengo nada que sacarte en cara —pasó su brazo por mi hombro atrayéndome a su enorme cuerpo—. Es hora de que averigüemos desde dentro y no por terceros —me golpeó con su puño el pecho y lo empujé con el codo en su costilla—. Algo me grita que si estuviera el Mocoso a nuestro lado sería el primero en correr por la embalsamadora —tosí por su maldita fuerza y tiré el cigarrillo en el suelo aplastando con mi bota. El Gigante pasó el cigarrillo a su otra mano que no sostenía mi cuerpo y siguió fumando. Lo miro fumando y soltando el aire arriba. —No tengo dudas que el Mocoso estaría de cabeza en este mierdero, él nunca se alejaba aun sabiendo que podría morir —afirmé y mis ojos se perdieron en la cicatriz del Gigante—. Quien diría que el recto de Gregori estuviera de mi parte —le saqué la lengua. El Gigante tiene una enorme marca en su cara desde su ceja izquierda hasta su mandíbula, producto por salvar a unas niñas rusas de las manos de Alexei. El tío de Joa que está pudriéndose en el puto infierno de la mano de la banda. —No eres un idiota como le muestras al mundo y ya sabes que yo fingía ser recto, pero esta es la prueba de que siempre voy hacia la justicia —se señala la cicatriz enorme que le dejó Alexei. —Eso me jodió saber que te dejaron esa marca… —Es el recordatorio de que salvamos a esas niñas —me cortó las palabras Gregori y las puertas del ascensor se abrieron. Salimos del ascensor con pasos grandes. Tener al Gigante en este viaje se siente correcto. Estamos fuera del edificio, Gregori sigue pegado a mi cuerpo y tiró el cigarrillo aplastando con su bota. —Lo bonito que se siente al mirar a esas rusas reír en la casa de seguridad —susurré y nos encaminamos hacia el auto. Esas niñas podrán tener un futuro mejor del que les tenía planeado Alexei y por eso la banda se arriesga. Esas niñas las buscaban sin hogar o de orfanatos y las vendía como si fueran pedazos de carne en el mercado. No somos unos santos y para algunos nuestra justicia no es la correcta. Están en lo cierto, la banda Paths Meadows tiene una justicia exigente y si lastimas a inocentes estás preparado para el peso que te otorgamos. —Te pediré que antes de visitar a la chica me lleves a comer. —Gregori se sobó el estómago. —Podemos comer una pizza extra grande —propuse. —Es la mejor propuesta, el Mocoso estaría feliz con la decisión —agregó Gregori y llegamos al maquinón—. Es mi turno de manejar esta belleza —su palma abierta espera por la llave y se la di. —Todo me lo recuerda —susurré sin miedo. Lo bueno que tenemos es que expresamos el dolor o la frustración en familia. —Eso es normal, la idea no es olvidarlo —comentó Gregori y se apartó oprimiendo la tecla del seguro de las puertas—. Tenemos que llamar a la jefa —agregó y mi celular sonó. Nos miramos cómplices porque lo más seguro es Joa. En el bolsillo del pantalón tenía el celular y lo tomé. Los socios debieron llamar a Joa e informarle mis pasos. —Videollamada de la jefa —le mostré la pantalla y sonreímos. Subimos a la camioneta y respondí. Se encuentra a Joa en el futón dando teta al Diablillo y a su lado su hombre. Detrás del sofá está Jacob con mi hermana. Yeli es una copia de mi padre y mía, pero en mujer. Solo que es de huesos gruesos y con una sonrisa de infarto como la de su hermano.
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