Capítulo 2: ¿Salvación o Perdición?

3872 Words
Maika Entré al salón de tatuaje aborrecida del frío y de las llamadas de mi amargada hermana. No responderé, es su culpa. No actuó y mucho menos defendió a su familia. Por eso todo se está jodiendo de nuevo. Nunca llamo para citas, me aparezco y espero si tiene cliente. La chica es alocada y habladora, pero conmigo no encuentra conversación. Es más, ni siquiera recuerdo su nombre. Nada más dar dos pasos y la chica de cabello oscuro levantó la vista de su celular. Al verme me dio una mirada cargada de decepción. —Puedes disimular un poco el descontento —sonreí falsamente y le mostré mis dientes siendo odiosa. Lo bueno de ella es que no le importa lo que piensen sus clientes y si son amables. En el salón solo he visto a otro hombre tatuando y su mirada morbosa me enerva. Una vez él estaba libre y la adorada tatuadora estaba con un cliente. La muy confianzuda se atrevió a pedirle que me tatuara y desaté mi ira con ellos, tanto fue el enojo que me fui pisoteando del salón. Sin embargo, volví al otro día. El trato me gusta y sus dibujos son lindos. Cosa que no me importa, no quiero escoger otro sitio y tener que acoplarme a un extraño. —Te cuento que no estoy de humor para tu sarcasmo —se puso de pie haciendo un ruido con la silla al arrastrarla detrás del mostrador y se dirigió hacia su área de trabajo—. ¿Quieres lo mismo de siempre? —no me mira mientras habla y empezó a prepararse—. Lo que me dé la gana te dibujo —lo da por sentado y la alcancé. —No —se giró de golpe con la boca abierta y ladeé la cabeza sin importarme su escrutinio—, quiero un 10 rublos (moneda rusa) y que sea el borde oscuro —hablé directo mientras me hice una dona y pillé con mi mismo pelo. Con su asombrada mirada me acosté en la cama para tatuar—. Detrás del cuello —me acomodé y esperé a que despierte de su aturdimiento. —Eres increíble, mujer, nunca pides nada y te quieres poner una moneda que casi es inexistente —se burló y mi poca paciencia se agota. —Es inexistente mi cordialidad, te aconsejo que hagas tu trabajo y cierres el pico —respondí siendo agresiva como siempre y ella tiró su equipo de trabajo. —Realmente, te odio y solo te tatúo porque… —Por el simple hecho de que te p**o bien —acabé con su jodida queja—. Además, vengo frecuentemente y tienes un lienzo a tu disposición —la volteé a ver y se ha puesto su rostro más pálido de lo que es—. Un pedido de tu clienta grosera, pero al fin y al cabo soy una, y merezco un trato silencioso. —He conseguido que empiece a reír y se doble sosteniendo sus rodillas. La encaré, seria, al menos una de las dos puede sonreír. La puerta se abrió y entró el otro que tatúa (el susodicho del que apenas les platiqué) y al vislumbrar la risa descontrolada de su compañera entrecerró los ojos. —¿Te encuentras bien, Evelina? —El hombre todo tatuado, casi calvo (tiene una entrada en su cabello que debe rasurarse) dudó en hacer la pregunta y su rostro al mirarme es despectivo. Al fin, sé su nombre y eso que conoce mi cuerpo de arriba abajo con la tinta. —La risa es la nueva tortura que ejerzo —comenté con una ceja alzada hacia el imbécil. No ocultó el odio hacia mi persona y lo ignoré con una sonrisa falsa en mi rostro. Me acomodé poniendo mi mano en mi mejilla y recosté el codo de la cama para tatuar. —No te preocupes —Evelina por fin pudo conseguir la voz en medio de su risa y tocó con su mano abierta su vientre. La observé mientras acercaba la mesa hacia la cama—. Haré un buen trabajo para mi cliente, este personaje me ha sacado el estrés de encima —se sentó en la silla y la veo dibujando. Evelina es tan volátil, la he tratado por el piso y nunca me patea fuera de su local. —No le llamaría clienta, más bien inhumana. —El hombre se cree que me ofende y miré hacia el frente encontrándome una mancha en el suelo de pintura oscura. —Al menos no juzgo la vida de porquería de los demás —susurré y escuché cuando se fue insultando. —¡Perra, puta, odiosa! —Fueron algunos de los lindos cariños del hombre decente. Nos quedamos solas, mis manos las empecé a mover y de pronto siento la necesidad de salir corriendo del salón. —No lo tomes personal, la última vez lo trataste un poco mal y desde esa no te soporta —se excusó por el hombre idiota. Mierda Esa palabra me lleva al oscuro y misterioso Vilen Petrov. Desde que me dejó ese rublo no he dejado de pensar en su oferta, incluso me la tatuaré de por vida. Ni siquiera sé por qué hago este movimiento, mi mente tiene lagunas y no puedo encontrar una buena explicación. Total si mi cuerpo lo forraré de tatuajes porque no escoger ese rublo con la promesa de salvación. —¿Quieres solo un rublo y el borde oscuro? —La voz curiosa me sacó de mi cerebro jodido. —Tal cual, no es mucho pedir. —Esperé por su queja, pero silenció y eso me viene bien. —Es el tercer tatuaje que me pides, debe ser importante para ti —era mucho pedir, Evelina no puede permanecer callada y puso la tableta en mi cara. Al mirar, el dibujo es perfecto—. ¿Te agrada? —Sí, empieza que tengo prisa —le hablé bruscamente y ella maldijo por lo bajo. —Juro que trato de entenderte —murmuró ofendida. El problema es que no quiero que intente entenderme, no puedo permitir que indague y si supiera mi mierda me agradecería por mantenerla apartada. La tatuadora muy molesta preparó el área del cuello. Mi cuerpo está listo para la sensación de dolor y para recibir la calma a mis demonios cuando la tinta toque mi piel. He perdido la cuenta de los tatuajes que me he puesto en mi cuerpo desde hace tres años. El primer tatuaje que pedí no fue el primero, pero sí la representación de lo que perdí y en lo que me convertí. Son dos cuervos en ambos extremos de mi cuello con sus alas abiertas cubriendo la mayor parte desde la espalda hasta el pecho. Los cuervos son la muerte y oscuridad que albergo. El segundo tatuaje es como me siento todos los días de mi vida. Me plasmé un corazón con una navaja incrustada y desangrándose. Vivo con una herida letal sin ningún consuelo en mi puta vida. … Después de media hora me encamino hacia el negocio de peleas clandestinas y todavía no es hora de las peleas. Apenas son las dieciséis y busco a Edmon. Al entrar no me detienen y sigo por delante hasta su puerta. Cada vez que piso este sitio mi cuerpo se crispa completo y los cerdos me silban a mi paso. Los ignoro asqueada y odiando tener que pisar el mugroso sitio. Edmon sale de su cuarto y no tuve que llamar. Sus ojos grisáceos me comen con la vista de arriba abajo y sin ningún gesto lo evadí abriendo la puerta de su cuarto. Una vez dentro me acorraló en el diminuto espacio y me aprisionó en la puerta. Hago acopio de no alejarlo y Edmon aspira mi cuello. —Maika, hueles tan condenadamente bien —mi cabello sigue en una dona permitiendo que el tatuaje coja aire—. Tu cabello amarrado no es normal en ti —su mano tocó el plástico que pusieron en el tatuaje y me giró de golpe—. Otro más a la lista —su voz fuerte me es indiferente—. En serio, que te haces unas mierdas en tu cuerpo —se burló y volteé a mirar su rostro. Es un hombre promedio, ni feo, ni bonito. Sin embargo, al ser luchador y fuerte, atrae a la masa de chicas. Tiene barba con candado abundante. —Es mi cuerpo y puedo poner lo que puta quiera —con su mirada atenta en mi silueta me quité la chaqueta de cuero y la arrojé al suelo—. ¿Qué tienes para mí? —Sin pudor me desvestí empezando por la camisa y tirando del talón me quité los tenis. Edmon corrió hacia mi cuerpo y se ve hambriento. Sin embargo, no siento nada y apretó mis senos. Sus manos se encargan de mimarlos y masajear por encima del sostén. —Eres hermosa así toda témpano —buscó mis labios y se encontró con mi frialdad, no moví los labios—. ¡Maldición, no puedes fingir tan siquiera que te gusto! —alzó la voz y me dio la espalda pateando mis tenis. —Tenemos un trato —dije monótona y saqué mi caja de cigarrillos—. Me follas sin esperar sentimientos y luego me informas. —Encendí el cigarrillo y di una calada. —Tomaré tu cuerpo, algún día puede que te quiebre el hielo —volvió por mí y le di la libre asintiendo. Su m*****o se ha puesto duro y si no lo libera reventará el pantalón. Enojado, me desabrochó el botón y bajó la cremallera del pantalón. Su mano metió en mi sexo y ladeé la cabeza soltando el humo. Edmon con su otra mano deslizó mi pantalón y pudo jugar con mis labios vaginales. —Al menos te mojas a pesar de ser fría —se jactó y levanté una ceja. Su dedo juega con mis fluidos, la fricción me hace palpitar todo mi cuerpo, pero no lo deseo a él—. Te follaré duro, no me importa que sigas muda sin emociones. —El imbécil herido por mi trato me dio un empujón y caí en su colchón pequeño. Sin darle importancia di otra calada y lo vislumbré tirando de mis pantalones. Él no puede follarme sin probar mi v****a y lo miré altivamente. No me defraudó, rompió mi braga y la sensación fue divina. Para tentarlo me abrí de piernas y solté el humo en su cara. —Eres un puto témpano, Maika —susurró metiéndose en mi sexo y su lengua trabajó en mí. Su boca me da placer y mi cuerpo se divierte. No obstante, mi corazón lo quiere apartar y me contengo. Es contradictorio estar mojada, pero no desearlo. Se detuvo cuando estaba por llegar y lo miré ponerse su gorrito de protección. Seguí fumando mientras él desesperado se enterró posesivo en mi interior y trepó mis piernas en sus hombros. Los movimientos fueron como si estuviera en una pelea suya. Estaba ardido con su mandíbula tensa y sus gemidos eran altos. Mi mente volvió a ese terrible día y cerré los ojos. Necesito que termine porque siento mucho asco en este instante y me contuve de quemarlo con el cigarrillo. —¿Te duele? —se burló porque nunca he cerrado los ojos y siempre lo miro sin demostrar nada—. Estoy dispuesto a hacerte revivir —abrí los ojos aburrida y di otra calada. —No quiero —lo fulminé con la vista y tras varias estocadas se corrió, pero no yo—. Listo —dije normal y lo empujé. Extendí mi mano y sostuve su frazada. Sin importar su disgusto me limpié mi sexo y me recosté del espaldar de la cama. Apagué el cigarrillo con su mesita de noche y siento su pesada mirada sobre mí. —No quiero que vuelvas más —susurró herido y sus palabras me hicieron encontrarme con esos ojos grises—. Escuchaste bien, se acabó la mierda que tenía contigo —furioso, botó el preservativo en su cesta de basura y se pasó la mano por el corte militar. No entiendo qué quiere, si desea amor es imposible. —Perfecto… —afirmé y se giró a verme. No esperaba su reacción y me ha dejado impactada al ver sus ojos húmedos—, no te engañé, siempre fui abierta —logré formular y quiero salir huyendo de su drama. Se lanzó como animal y sostuvo con una mano mi cuello, apretando duro. —El culpable soy yo —soltó amortiguado y su mano haciendo presión—, no debí esperar nada de una puta que se abrió de piernas, pero congelada —liberó mi cuello y me dio un empujón chocando con la madera de la cama—. Todor sale de prisión hoy —murmuró y sin tener su mano cortando mi respiración he perdido el aire. Nerviosa me incorporé de la cama y recogí mi pantalón. Tengo que evaluar mis próximos movimientos. Me puse la ropa sin bragas porque están deshechas y todo fue con su atenta mirada. —¿Algún día me vas a contar por qué te importa ese hombre? —Mi mente se encuentra lejos y no le presto atención a su interrogatorio. Desesperada por tomar aire, me puse los tenis y agarré mi chaqueta. Pasé por su lado y apretó mi brazo. Su toque me incomoda y me tensé. —No jodas, tú y yo terminamos el trato —formulé hastiada y miré su mano en mi brazo—. No tendrás que preocuparte por follar a la puta de témpano. —Mis ojos lo evalúan y no se ve feliz, se ve triste. —No busques a nadie en este chiquero, por favor. —Su súplica logra penetrar un poco el hielo, pero lo expulsé, no puedo flaquear. —Edmon, aléjate de mí —mis palabras lo hacen tragar fuerte—. Si busco otro en este chiquero es mi asunto, total soy nadie en tu vida —zafé mi brazo y caminé hacia la puerta sintiendo que los nervios me ahogan. —Ese fue mi error abrirte las puertas —su voz está decaída y no doy marcha atrás. Salí de esa habitación cortando todo contacto con Edmon. Se pasó de la línea y el amor no estaba en mis planes. Se cruzan en mi camino dos hombres enormes y los encaré esperando sus comentarios burlones. Sus miradas me desvisten y me coloqué la chaqueta subiendo la cremallera. —La puta del luchador se va —se refiere a Edmon y se dan una mirada cómplice—. Podemos jugar y hacer una tripleta. —Se acarició la panza y arrugué la cara de tan siquiera imaginar esas manos toscas en mi cuerpo. —Tengo náuseas —lo empujé y al pasar por su lado me detiene su agarre en mi moño deshecho —metí mis manos en la chaqueta y acaricié la navaja, lista para cortar su arteria carótida—. Te aconsejo que me sueltes, cerdo —le di una advertencia y no la cogió. Su mano manoseó mis senos y saqué la navaja espetando en su cuello. La sangre salpicó por todos lados y no conforme con matarlo con mi rodilla conecté en sus bolas. El amigo empezó a gritar, el escándalo hizo que todos se asomaran y mi mano ensangrentada sostiene en alto la navaja. Ladeé la cabeza viendo el cuerpo del cerdo en el suelo sin vida y no siento culpa. Es mi primera vida tomada y no tengo miedo, menos culpa. Estoy jodida y nada me logrará sacar del hoyo en el que estoy encajada. —¿Qué has hecho, Maika? —la pregunta sale de la voz de Edmon y volteé a verlo—. Has matado al primo de Valentín —gritó y todos empezaron a reunirse. Si es primo de Valentín, por lo siguiente es de Todor y no me da pena. Sin embargo, la he cagado en grande y esto acarrea lodo una vez más a mi familia. «No seas ridícula, ¿qué familia?», cuestioné mi poca cordura. Los restos de lo que fue mi familia y sonrío por la ironía. Las personas empiezan a señalarme y están llamando a Valentín. Los vi grabarme con sus celulares y sigo sonriendo como lunática. El local tiene cámaras, pero me harán viral, genial. Mi hermana tendrá trabajo en ocultar otro pasado tenebroso. Eso para Dunya es una cruz, no le gusta faltar a la ley. Valentín es el dueño de esta pocilga en lo que se reúne su hermano Todor. Por lo que veo el día de su salida le he dado luto por su pariente. —¡Joder, tenemos que salir de acá! —comentó aterrado Edmon y me llevó de la mano. Justo agarró la mano manchada de sangre, la cual ha asesinado. Las personas nos dan miradas de reproche y una vez fuera el frío nos recibe. Edmon va lo más rápido posible que le permite la nieve y abrió la puerta de su camioneta. —Traje mi auto —hice fuerza para liberarme y apretó mi muñeca de la navaja—, no temo ir a la cárcel —agregué y soy empujada contra su auto. —Es a donde menos irás, te matarán —su miedo palpé y soltó mi mano—. Demonios, tienes que huir —se sostuvo su cabello y me dio la espalda. Guardé la navaja y saqué mi llave. Lo ignoré y con pasos largos me dirigí hacia mi auto que está al cruzar la calle. —¡Maika, joder! —su bramido no me importa y llegué a mi camioneta—. Me matarás en el proceso. —Se plantó al frente mío y se ve bien agitado. —Solo retírate, si te preguntan mi casa guíalos y no corras peligro —dije nerviosa y consciente de que no solo corro peligro yo, sino Dunya. —Intentaré protegerte, solo vete —sus labios posó en los míos y no me moví. Sus ojos cerró y lamió mis labios—. No temo morir por ti, espero que puedas vivir —al mirarme me reciben sus lágrimas y lo empujé furiosa—. Huye, es lo mejor que puedes hacer —suplicó y subí a mi auto. —No les daré el gusto, a esos hijos de puta los enfrentaré —cerré la puerta y salí con mi corazón acelerado. La mierda se desató, mejor dicho la he jodido. Los ojos oscuros de Vilen Petrov vienen con intensidad y aunque no quieras es el momento para hacer la llamada. Le había pedido los datos a Basil, el esposo de mi hermana, y eso fue otro problema más. Mi hermana empezó jodiendo porque no quiere que hable con personas de los Nóvikov. Ella y sus prejuicios. Siempre pendiente de la ley y no sirve. Es hora de que tome la sangre en mis manos. No se sintió equivocado la sangre de ese cerdo en mis manos. Al contrario, su muerte desató en mí a mis demonios y los escucharé. Al mirar el espejo retrovisor no hay nadie siguiéndome y he llegado a mi apartamento. Me bajé corriendo y entré a mi nido. Queda en el primer piso y cerré con llave. El celular saqué y marqué sin darle más vueltas. —¿Quién mierda habla? —El imbécil me saludó de esa jodida forma. —No hay un saludo, qué mal servicio de tu parte Vilen Petrov. —No puedo estarme quieta y caminé por la sala. —No se puede confiar en números desconocidos —su voz hace estragos en mi cuerpo y eso me asusta más que la situación que me encuentro—. ¿En qué puedo ayudarle? Miré mis manos, la sangre es la prueba del lío que causé y no me arrepiento. —Me has dejado hace diez meses para ser exactos un rublo (moneda rusa) ofreciendo tu ayuda en lo que sea. —La ira me consume al recordar la salida de prisión de ese malnacido. —No recuerdo tu nombre, me haces el favor de refrescar la memoria. —Es un idiota, no recuerda a la puta embalsamadora. Es un arrogante jugando con mi tiempo. Tal vez muera antes de que cuelgue la llamada. —¡Eres un grandísimo idiota! —tenía que hacérselo saber por si muero antes de tener una reunión con él—. No creo que puedas borrar cinta, lo que hicimos esa noche… —estoy chiflada, pensará otra cosa y me atraganté con mis palabras—, es imborrable, podré ser un borrón en tu vida ocupada, pero tú y yo sabemos que… Esa noche lo vi vulnerable y su toque en mi pecho me hizo sentir algo en mi oscuridad. —Súmate a la lista de llamarme idiota, ese es el privilegio de mi jefa —dijo burlón—. Tengo patentizado la palabra idiota en Vilen Petrov —una voz de mujer me habló y maldije apretando el celular. Mi vida corre peligro y él se dedica a joderme con su mujer. «Eres una tonta, Maika, cuelga», me insté enfurecida. —Olvídalo, llamarte fue un error… —Maika, no lo fue —interrumpió mis palabras y callé echa un lío—. Te di mi palabra y no me echo para atrás —mi corazón late de prisa y no tengo opción—. Solo habla y te daré mi mano —su voz me da esperanza y seguridad. —¿Podemos reunirnos esta noche? —susurré agitada y mirando para todos lados. Siento que pronto esa puerta la romperán y vendrán por mí. —No estoy en Rusia —dijo Vilen y casi lloro. —¡Joder, estoy perdida! —murmuré angustiada y segura que de esta no sobrevivo—. Insisto que metí las patas en llamarte, seguiré… —No te fallaré… —cortó mi parloteo y no sé porque, pero le creo—, mañana te encuentro —no puedo confiar en nadie, sin embargo, mi corazón me grita que me arriesgue con Vilen—. Envíame la dirección por mensaje, llegaré en la noche a Rusia. —¡Gracias! —comenté con ganas de llorar y aturdida por las emociones que desató este hombre oscuro—. Realmente no sabía a quién acudir —admití y desconecté la llamada. Lágrimas se desbordan en mi rostro y me deslicé por la pared. Me protegí con mis rodillas en el pecho y lloré desconsolada por todo. No he llorado desde hace tiempo y su voz reactivó mi lado emotivo. Ese hombre puede ser mi salvación y mi perdición. No tengo más opción, mi vida se jodió desde que supe que estaría libre y sin pagar por sus actos. Si tengo que morir siendo una pecadora lo haré, ese hombre me debe una vida y su primo no es suficiente para mis demonios. Si tengo que acabar con su chiquero y de último él puede que sea libre o aprenda a vivir con mis demonios. Tomaré el camino del mal y allanaré su vida.
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