Capítulo 4: Melodía para mis Demonios (Parte 2)

4321 Words
Mi hermana reaccionó y se tiró encima de mí. Mis ojos ven a Vilen sacando un arma y un auto oscuro pasó veloz. Los hombres están sentados en las ventanillas y armados hasta los dientes. Las detonaciones iniciaron y el quejido de mi hermana me hace despertar. La sostengo por la cintura y ella tiró de mi cuerpo al suelo. —¡Abajo, te cubriré! —sacó su arma Dunya y apuntó nerviosa, pero los disparos habían cesado. La observé con el rostro contorsionado y me percaté de la sangre en su brazo. —¡Dunya, mierda, te metiste! —Los nervios me hacen alzar la voz y sentirme culpable. Mi hermana guardó el arma y apretó su mandíbula. Se tiró a nuestro lado Vilen y me siento desorientada. —Maika, ¿estás bien? —Su preocupación por mí me hace mirarlo y comprobar que no es imaginación mía. Al conectar nuestros ojos siento una descarga en mi cuerpo. Es algo extraño, debe ser el aturdimiento. —Le dieron a Dunya —logró conseguir la lengua. Torpemente, aprieto la herida del brazo derecho y la sangre se escurre por mis dedos. Vilen se movió y le arrancó rudamente la bufanda del cuello a Dunya. Mi hermana demuestra su mala vibra en sus ojos y eso me da alivio. Es la prueba de que mi amargada hermana se recompondrá y dará guerra a todos. —Tenemos que movernos —su acento es extraño y las veces que hemos hablado son en inglés. Este hombre oscuro no pierde tiempo y le hizo un torniquete en la herida. Ignoró el mal genio de Dunya y la levantó—. Se fueron, pero debemos resguardarnos y las personas están llamando a la policía de Rusia. —¡No iré a ningún lado, soy policía de Rusia! —Dunya comentó altanera y se alejó de Vilen—. ¡Lárguense! —rebuscó en su bolsillo y sacó el celular. Esa actitud es la que nos ha distanciado y mis demonios se enfurecen. —Maika, no me quedaré si viene la policía —la voz de Vilen es un sensor para mis demonios y eso me hace tener muchas dudas. Mis ojos recorren el rostro de Vilen y noté su nuez de Adán moviéndose y su lengua por fuera lamiendo su labio superior, no pasé desapercibido. Un carraspeo me hace desconectar la vista del pecado andante y al seguir el ruido encontré a un enorme hombre con una cicatriz en su rostro—. Te aconsejo que te ocultes, esos hombres vinieron a matar… —¡Apártense de mi hermana! —Dunya nunca sabe cuándo detener su mierda y se atrevió a darle un empujón a Vilen. Sin ningún problema sostuvo mi brazo fuerte y se olvidó de su herida—. No te quiero con gente de Nóvikova —ordenó siendo una completa perra y la veo guardar el celular en su pantalón. —¡Eres increíble, Dunya, despierta de una puta vez! —odiando su trato, le grité y aparté mi brazo disgustada—. Iré con Vilen —dije decidida y caminé hacia el hombre gigante. —No puedo defenderte si entras en ese mundo, te has manchado las manos de sangre e intento salvarte, pero… Nunca he deseado que me salve, simplemente quería su comprensión y no solo hacia mí, para el resto de la familia. Ella se aferró al trabajo y la justicia de la ley. Poco a poco nos dio la espalda y nos fuimos ahogando en la oscuridad. —¡¿De qué vale limpiar la sangre y darme otra identidad?! —Esa pregunta puede hacerla despertar. Espero con mi cuerpo todo crispado su contestación y estoy segura de sus próximas palabras. —Por la familia, Maika —mi hermana se está quebrando, pero no era la respuesta correcta. —Lamento ser un agregado en su armoniosa plática —el hombre enorme interrumpió—, pero debemos mover la discusión —su rostro es fiero y merodeó alrededor. En pocas palabras el hombre enorme quiso decir que mueva mi culo. —Esa familia no existe, te encargaste de hundirla por la ley que tanto admiras —me apresuré en ser directa y continué el camino. —¡Maika, detente! —su aullido no me detuvo—. ¡No jodas tu vida! —odio su falsedad—. ¡Si te unes a ellos, te hundirás! —En estos instantes ella ha actuado como ellos y ha mentido a su puesto de trabajo. —No te veo tan feliz en tu mundo —comentó Vilen y su sinceridad me agradó. Llegó a mi lado Vilen y el amigo no ha parado de recorrer con la vista el sitio. —A la camioneta Dartz Kombat —su voz es fuerte, pero a la misma vez amable y asentí. Ni siquiera sé cuál es el vehículo, pero esa monstruosa camioneta al frente nunca la había visto en estos apartamentos y desde luego se nota el lujo. Efectivamente, Vilen todo un caballero oscuro se adelantó y me abrió la puerta de la dorada máquina. Mis ojos se desvían hacia Dunya y estoy segura de que la distancia nos vendrá bien a ambas. Han salido personas a socorrerla y la policía viene de camino. Sin embargo, mi hermana no se rindió y alargó la mano. En sus ojos me suplica que regrese y tomé el valor de negarme. No es fácil, pero el tiempo dará la razón. —Puedes irte con ella y me contactas luego —su cercanía me tomó desprevenida y salté tocando mi pecho—. Calma, no te lastimaré —dijo Vilen firme y su voz es melodía para mis demonios. No soy de confiar, me cuesta, pero los demonios aman sus promesas. —No tengo tiempo para fingir ser una familia feliz —dije con el nudo en la garganta y me trepé en la parte de atrás. Vilen no despega sus ojos de los míos, son como una fuerza sobrenatural que me retiene en su radar. Salimos de prisa, todos permanecemos callados y puedo notar las interrogantes sobre mí. Vilen se puso a jugar con su pistola cambiando las balas. Un ruido me hace voltearme y distingo el auto oscuro. —¡Son ellos! —exclamé con el corazón en la boca. —Son unos imbéciles —murmuró el hombre enorme. Sin ver su semblante y tan solo escucharlo puedo darme cuenta de su descontento. Ese hombre tiene su acento ruso marcado a diferencia de Vilen. La sonrisa de Vilen me sacó de onda y volví a mirar hacia atrás. —¡Sacaron las armas! —nos harán miles de agujeros en plena calle de Rusia y me tiré entre medio de los asientos—. ¡Joder! —el miedo me hace pensar que estoy con dos extraños y no sé si me protegerán. He soltado la mano de Dunya, es histérica, pero siempre me ha cuidado—. ¡¿Dunya estará bien?! —No soportaría que muriera por mi culpa. —Es correcto, son los mismos idiotas que tratan de matarte —mientras estoy tan acelerada, ellos son la personificación de la serenidad—. Esperaron para atraparte —su parsimonia me está sacando mis demonios —¿Por qué mierda están tan tranquilos? —sin ningún pudor les reclamo y vuelvo a mirar hacia la parte de atrás. Joder, el tipo se encuentra en la ventanilla y apuntó hacia nosotros—. ¡Disparó! —dije lo obvio y me cubrí en los asientos. Espero librarla porque estos dos hombres no se ven muy dispuestos a combatir. —Este maquinón es una mezcla de todoterreno y tanque de combate. En otras palabras está blindado —el idiota me encontró escondida como una miedosa y la rabia subió por mi garganta—. ¡Mueve tu culo al asiento! —su voz denota que se gozó el verme toda cagada y no conforme se burló en mi cara con esa puta sonrisa ladina. —Idiota, lo hubieras mencionado antes —me incorporé en el asiento y del coraje me crucé de brazos dándole a entender que odio que jodan conmigo—. Puedo ver que estás disfrutando con mi desgracia —refunfuñé y las ganas de propinarle un puño en esa coqueta cara me surgieron. El idiota es bueno evadiendo y se volvió a mirar a su amigo. —¿Cambiamos la persecución? —El hombre enorme le sugirió y sonrieron psicópatas. —Hermano, hagamos que esos cerdos paguen por atreverse a joder el maquinón de la jefa —comentó Vilen pausado, pero sonó mortífero. El giro que dio el asunto me va engatusando y me da cincuenta porciento de vida. —Demonios, ¡¿dónde he venido a caer?! —agregué sazón a sus demonios y conseguí que Vilen posara esos ojos oscuros como el cielo de noche en los míos siendo el día. Desde que mi vida se derrumbó, las noches eran mi peor pesadilla. Sin embargo, deseo sumergirme en sus noches porque esas dos cuencas de oscuridad prometen no soltarte en el abismo. Esos ojos son promesas de noches largas, pero envueltas en su manto y la tentación es grande. Es imposible sacarse de la cabeza esos ojos, me persiguen a todas partes. —No es por ser arrogante, pero has venido a caer en la banda Paths Meadows. —Vilen al mencionar a esa banda se siente el orgullo de pertenecer a ella. Se pasó un mechón del cabello detrás de la oreja mostrando ese aro de navaja colgando. Este hombre oscuro desprende sensualidad sin proponérselo o estoy perdiendo el sentido. Me saca de mi mente cochina el ruido por el lado derecho y ni siquiera nos sacudió. Sin embargo, ese auto oscuro se ha jodido todo. —Repito, son unos imbéciles —dijo el hombre enorme y se empezó a reír. Sin darle tiempo al enemigo de atacar, tiró el maquinón hacia el auto oscuro y lo sacudió. Vilen sacó de la gaveta unos pasamontañas y le lanzó uno al Gigante. —Ponte el pasamontañas —Vilen agarró el volante y sin perder tiempo el Gigante se lo puso. Vilen se puso el suyo y ocultó hasta su cabello. —Gigante, una vez más y los volcamos —murmuró Vilen con pistola en mano y listo para matar. En su postura se ve ansioso por la sangre y eso debería asustarme, pero no lo hace. El hombre del auto, todo lleno de tatuajes, sacó el arma, pero el Gigante (sí que le va el apodo) le dio un empujón que lo volcó. Miro alrededor y el caos se explotó. Sin embargo, Vilen se bajó de un salto de la camioneta. Lo veo dispararle a una cámara cercana de un poste y correr hacia el auto. —¡No te muevas! —ordenó Vilen hacia el hombre intentando salir del auto y el Gigante miró en mi dirección. —Lo acompañaré, si se complica maneja el maquinón —su voz es a toda prisa y no esperó respuesta, se fue detrás de Vilen. Mis ojos escanean todo alrededor y subí la capucha de mi abrigo. Me aseguro de guardar el cabello y me puse mis gafas enormes oscuras. Al bajarme encontré a Vilen palpando el cuerpo del hombre y aparentemente se jodió un brazo. Lo mantiene pegado a su pecho. El Gigante se fue por el otro lado y sacó al tipo que estaba en el asiento de atrás. Me agaché al frente del auto y me percaté que en el asiento del pasajero se encontraba el hombre muerto. El ruido de bocinas y gritos me tiene desenfocada. Me incorporé y pisé los vidrios en el suelo. Mis ojos se fijan en las puertas del maquinón abiertas y Vilen se dio cuenta de mí. —¡Joder, sube a la camioneta! —el pasamontañas no me deja opción que perderme en sus ojos maniacos—. ¡Sube, ahora! —Nunca he sido obediente y menos si es a la mala. Sus órdenes sacan mis demonios y decido ignorarlo. Al girar a ver al Gigante, sostiene a Edmon y le apunta con el arma en su cabeza. Mis pies se movieron solos hacia ellos y el Gigante me dio una mirada dura. —La idea era que condujeras el auto —su voz es lenta y molesta. —¿Querías matarme, Edmon? —cuestioné y no me dio la cara. —¿Conoces a ese infeliz? —Vilen se aproximó con el tipo arrastrado por el cuello. No tengo nada que aclarar en este instante y espero por Edmon. En cambio, no tiene los cojones de darme la cara el luchador. Lo empujé rabiosa por encontrarlo en este auto con los hombres de Valentín y empecé a darle puños en su pecho. Se atrevió a sostener mi puño y al fin me dio la cara. —¡Infeliz, suéltala! —la orden de Vilen es letal y los ojos grises de Edmon se desvían a verlo—. Te volaré la cabeza desde esta distancia —la amenaza me asustó y me hizo girarme hacia él. —No lo matarás —lo reté sin miedo y con todo pasamontañas percibo sus demonios—. Necesito que hable primero —aclaré y Vilen soltó una sonora carcajada. —No será posible, nos tenemos que mover —su voz es de burla y llevó al tipo hacia la parte de atrás—. ¡Sube, hijo de puta! —empujó al tipo y subió con dificultad—. La hora de morir te llegará pronto. —No tuve opción —dijo Edmon y lo volví a vislumbrar. La culpa se lee en sus ojos grises y me piden que le crea—. Te rescataría, no iba a permitir que te disparará —su voz es desquiciada—. Quería llevarte conmigo. No entiendo, en medio de una balacera, como impediría que no me tocara una bala. Las personas empezaron a aglomerarse alrededor y los nervios se intensificaron. —¡Mujer, muévete y sube al asiento del pasajero! —el Gigante ha conseguido que reaccione—. No vuelvas a llevar la contra —el tono de voz es mortal y al mirar sus ojos marrones sientes la urgencia—. Hay muchas personas presentes y pronto vendrán los policías —se inclinó sin soltar a Edmon y habló bajito—. Hemos arriesgado mucho. Este Gigante me ha hecho caer en cuenta del peligro que los estoy exponiendo y zafé mi mano del toque de Edmond. Las cámaras de las carreteras nos han captado y es cuestión de tiempo que seamos perseguidos. Al menos estamos tapados y eso nos ayudará algo. Mi mente vuelve a Dunya, ella se encargaba de esos asuntos y en estos momentos no creo que me ayude. Me retiré con la invasora mirada de Vilen y subí hacia el asiento del pasajero. Apreté el puño y miré mientras subían a la camioneta. Una vez el Gigante dentro del auto miró por el espejo retrovisor. —No jodan y permanezcan quietos —murmuró el Gigante y arrancó la camioneta. Vilen se encuentra entre medio de ellos y con su arma se rasca el cabello. Se ve muy maniaco y se dio cuenta de mi escrutinio. Su pecho sube baja de prisa y en su mandíbula apretada veo la batalla interna que tiene. Me enderecé en el asiento y al ver lo rápido que íbamos me puse el cinturón de seguridad. El gigante es un loco al volante. Realizó unas maniobras de suicidio y se trepó en una cera para salir del caos. Hemos logrado apartarnos y sus nudillos blancos son la prueba de su molestia. —Se han metido y el jefe los cazará —ha dicho el tipo que manejaba el auto oscuro y tiene su barba larga asquerosa. —¡Te ordené que no abrieras tu puta boca! —rugió Vilen y le dio con la culata en la cabeza haciendo que quedara inconsciente el hombre. —Maika, debes huir —Edmon habla azorado y volteé a verlo—. No se ven buenos hombres y te veo muy confiada. Es increíble, él es culpable del atentado dirigido hacia mi cabeza y me cuestiona el tipo de gente que me acompaña. —He dicho que quiero silencio —Vilen enfrentó a Edmond y temo que lo asesine. —Eres una psicópata —Edmond saca su lado de luchador a pasear y lo veo poner sus puños en alto—. Luchemos, hombre a hombre y suelta el arma —retó a Vilen y sus ojos maníacos son más oscuros. —¡Cállate! —le dio con la culata en la cabeza y Edmon cayó en la ventanilla, achocado—. Mucho mejor —dijo con ironía y sacó un cigarrillo. Sin importarle que lo observo, se tiró en el asiento de atrás y encendió el cigarrillo. —Vilen, necesitamos limpieza y es ya —le habló el Gigante. —Maneja hasta que estemos seguros, sin que nadie nos siga y luego llegas a casa —sacó su celular expulsando el humo arriba—. Llamaré a Lioña —puso el celular en la oreja. —Por favor, no mates a Edmon —este hombre logra trabarme y turbar mis palabras. Tomé aire—. Es mi única exigencia —estoy de lado en el asiento y los ojos de Vilen son invasivos al visualizarme—. Quiero hablar con él y liberarlo. —No me importa que sus ojos me vean con ganas de arrancarme la cabeza. —Lamento informarte que Ded Moroz (abuelo del Frío) ya pasó —dijo con ironía. Para ser inglés sabe la cultura de Rusia, a papá Noel se le llama Ded Moroz y nosotros nos regimos por el calendario gregoriano. El día que trae los regalos es en año nuevo, esto es, la noche del doce de enero. —Eres un grandísimo… —con mis manos simulé un gran espacio—, gran idiota —me giré hacia el frente rabiosa. La sonora carcajada del Gigante me hace mirarlo de reojo y Vilen maldijo por lo bajo. —Hermano, la chica te conoce bastante —se burló el Gigante. —Lioña, joder, las noticias volaron… —Vilen habla por el celular y por el espejo retrovisor de la puerta, observé a Edmon. Me carcome la duda, será que todo este tiempo fui su presa y quería joderme. Edmon nunca me trató mal y siempre que salía de su habitación me iba con la certeza de que lo hería. Eso me convertía en una perra malvada, pero este cambio radical no me lo esperaba. Incluso, la última conversación rogaba que lo amara y no supero el hecho de que haya estado involucrado con las personas que querían matarme. —Calma, dile a Dima que no es para tanto… —parece que a Vilen lo están sermoneando por mi culpa, lo he metido en un lío—. Al bajarme pude darle a una cámara y estamos con pasamontañas… No creo que nos hayamos expuesto tanto… Iremos… —¿La cagamos? —le preguntó el Gigante a Vilen y conectan sus ojos por el espejo retrovisor. —Dima no está contento y nos espera en la mansión de los Nóvikov —dijo contrariado Vilen. La necesidad de verlo me consume, giré por encima de mi hombro y en ese justo momento se arrancó de mala manera el pasamontañas. Levantó una ceja arrogante y entrecerré los ojos. El silencio nos acompañó y lo abracé. Lo que sé del imperio Nóvikov es por mi hermana. Siempre me ha advertido que permanezca lejos y por loco que sea voy de cabeza. Los nervios me consumen y he movido la pierna. Tras varias vueltas por Moscú, nos apartamos y vamos por una zona exclusiva. Las verjas enormes excluyendo las mansiones y seguimos por la carretera estrecha. El mundo está mal dividido y algunos tienen más que otros. La prueba la tengo al frente y da pena por la situación. Estamos al frente de un imponente portón y el Gigante le dio a un sensor para abrirlo. El temor de ser prisionera y no poder salir de esta mansión me asfixia. —¡Detente! —sostuve el brazo del Gigante por encima de su chaqueta y me doy cuenta de que este hombre es una mole. El Gigante con su otra mano se quitó el pasamontañas y lo seguí quitando mis gafas. Los ojos marrones son curiosos y desvió la vista hacia mi toque. No me importa si le molesta mi atrevimiento y mis ojos sin nada de por medio lo enfrentan. No agacharé la cabeza por más miedo y le daré pelea a quién sea. Si he pasado por todo esto no es para que nadie me hunda más de lo que ya estoy. —Necesito que me den su palabra de que seguiré siendo libre y podré decidir mis pasos. No quiero ser reducida por su poder —hablé fuerte y alterné la mirada entre ambos. Los imbéciles se rieron en mi cara y fruncí el ceño. —Hermano, explícale —ha dicho el Gigante. —Oh, por cierto, no les pedí nada que tenga que ver con Ded Moroz (abuelo del Frío). —Fui sarcástica y aumenté sus ganas de reír. Vilen se acercó entre medio de los asientos y su sonrisa no desapareció. Al menos no se ve con ganas de matarme. A pesar de que su cuerpo desprende peligro, verlo con sus labios plegados te hace ver su oscura belleza. —Maika Bykova, pertenecer a la banda no te quita tus alas, al contrario, te acepta con tus jodidos defectos. Somos una familia —esa palabra en este mundo me cuesta creerlo—. ¡Oh, sí, lo somos! —ha usado mi expresión y me mantuve con cara de póker—. Te doy mi palabra que podremos ser unos psicópatas, pero a la familia nadie la toca y sale indemne. —Todo suena bonito, sin embargo, no soy parte de la banda —agregué sarcástica y mi mano sigue en el brazo del Gigante. —Te estamos ayudando, sigues viva y está en ti pertenecer a la banda —añadió el Gigante y me hace mirarlo curiosa—. La lealtad es el requisito —no considero que sea tan fácil entrar y en mi rostro se puede notar la duda—. Ciertamente, no todos son aptos para pertenecer a nuestra familia. —El Gigante me retó con los ojos y lentamente deslicé la mano hasta dejarla caer. —Bien —me acomodé en el asiento y mi espalda está recta. —¿Bien? —interrogó Vilen y me contengo de verlo. —Bien, es eso, bien —rebatí y bajé la capa de mi cabeza—. Gigante, mueve la camioneta antes de que me arrepienta de confiar en ustedes —con la mano lo insté y la sonora carcajada de ambos me enerva. Han disfrutado este par conmigo y soy la comedia. No me engaño, estos dos hombres son tan oscuros que tiene la palabra de advertencia en su piel grabada. Sin embargo, no me sentía segura desde hace años y por el momento quiero disfrutar la sensación. Entramos y el camino cubierto de nieve nos lleva hasta una imponente mansión. Los autos lujosos al frente son lo de menos, al ver semejantes hombres irradiando poder esperándonos te asombras. Ladeé la cabeza con mi corazón tronando y no pude evitar asustarme. Estoy entrando a un completo mundo, el cual es oscuro y muy peligroso. La puerta de mi lado fue abierta por un hombre mayor con su cabello y ojos oscuros, al igual que Vilen. Es su padre, no tengo duda y me ofreció la mano. —¡Bienvenida Maika Bykova! —movió las cejas morbosas y posé la mano en la suya. Realmente evito el contacto con los extraños y más si son hombres. No obstante, la sonrisa del hombre, herencia de Vilen, te hace sucumbir y me ayudó a bajar de esta enorme camioneta. El Gigante abrió la puerta de la parte de atrás y el hombre que manejaba el auto oscuro salió corriendo. Vilen saltó del vehículo y mi corazón dio brincos del susto. Los demás solo miran y solté la mano del señor para ver mejor. Edmon sigue inconsciente y el que escapó se cayó al suelo por la nieve. Vilen redujo el paso y con arma en mano apuntó al tipo. —No aprendes —le disparó en la pierna y el hombre se retorció por el dolor. Por el rabillo del ojo veo como un hombre bastante alto de piel caramelo, abrió la puerta del lado de Edmon y le dio fuerte en la mejilla. No me importa quien sea, pero corrí desesperada hacia él. Estoy a su espalda y tiré de su chaqueta elegante, logrando que sus ojos miel me dieran su completa atención. —¡No lo toques! —alcé la voz y puedo darme cuenta de que despertó Edmon. —¿Quién mierda te crees para darme órdenes? —cuestionó con la voz amortiguada y lo empujé bloqueando el cuerpo de Edmon. —Para llegar a él me tendrás que matar —dije decidida y alcé el mentón. Lentamente, se aproximó Vilen y sus ojos maniacos se ven de terror. Le suplico con mis ojos que cumplan mi deseo y deje partir a Edmond. No pido más, solo quiero resarcir algo de la culpa que tengo por dentro. Vilen resopló y ladeó la cabeza. Mi cuerpo reacciona a este ser tan oscuro y admito que todo lo que siento me aterra. Quiero cambiar ese semblante por la sonrisa ladina y no quiero que su oscuridad reine en él. Vilen Petrov se ve decepcionado y no logro entender el motivo.
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