Capítulo 5: Necesita una Mano (Parte 1)

2777 Words
Vilen En el transcurso del viaje mis demonios no me dan descanso, su manera de defenderlo me tiene en una encrucijada. Ese hijo de puta la sostuvo y lo único que pasó por mi jodida mente fue volar sus sesos. Fumar no ha calmado mi estado y menos estar entre medio de estos cerdos. Todo se va complicando y solo quiero derramar sangre. No le he dado casco a las consecuencias de las cámaras y toda esa mierda. Sé que si no se hace el trabajo limpio puedes exponer a la familia. Hemos llegado a la mansión y esperamos que el portón nos dé el paso. No es el sitio que deseaba pisar a mi llegada a Rusia. Tengo muchos recuerdos de Sergei en esta casa y por el momento quería ir a donde tuvo sus mayores días felices. Definitivamente, fueron en la casa de Joa, nos unimos más y la cena familiar fue perfecta. —¡Detente! —La voz nerviosa, pero fuerte de Maika me hace volver a la realidad y ha detenido el brazo del Gigante. Mi hermano se arrancó el pasamontañas y ella no se intimida tan fácilmente. La vislumbré quitarse esas gafas que cubren su identidad. Al menos es lista la chica y no se expuso de nuevo. Gregori desvió la mirada a la unión en el brazo y este espectáculo es digno de ver. Tengo completa confianza en él y no me molesta que interactúen. En cambio, este malnacido que tengo al lado no tolero que le toque ni un mechón de cabello. No comprendo este lado salvaje hacia Maika, pero me esforzaré por descubrirlo. Vilen Petrov está cansado de no mostrarse tal cual es y las ganas de soltar mis demonios sin medidas son grandes. Es hora de que me conozcan y amen o me odien. —Necesito que me den su palabra de que seguiré siendo libre y podré decidir mis pasos. No quiero ser reducida por su poder. —Maika es bonita siendo ruda y nos miró a cada uno. El Gigante empezó a reírse y demonios, que no pude contenerme. Maika se puso brava por la risa incontrolable de nosotros. Mi estado de ánimo es bipolar a su lado, mierda, quiero derramar sangre y al siguiente un lunático sonriente. —Hermano, explícale —dijo el Gigante cediéndome el terreno y lo aprecio. —Oh, por cierto, no les pedí nada que tenga que ver con Ded Moroz (abuelo del Frío). —murmuró a la defensiva y me recuerda su pedido por este cerdo. Es astuta Maika y nos da diversión de la buena. La risa se apoderó de Gregori y este servidor. Me arrimé entre medio de los asientos para apreciar sus facciones toscas, pero exquisitas. Le otorgué una sonrisa ladina y tengo unas ganas irrefrenables de probar esos labios jaquetones. —Maika Bykova, pertenecer a la banda no te quita tus alas, al contrario, te acepta con tus jodidos defectos. Somos una familia —su rostro está lleno de incredulidad—. ¡Oh, sí, lo somos! —es una terca que le gusta llevar la contra—. Te doy mi palabra que podremos ser unos psicópatas, pero a la familia nadie la toca y sale indemne —afirmé. —Todo suena bonito, sin embargo, no soy parte de la banda —murmuró y es válido su punto. —Te estamos ayudando, sigues viva y está en ti pertenecer a la banda —el Gigante aclaró y ella desvió esos ojos azulados hacia él—. La lealtad es el requisito —su desconfianza es normal, la vida es dura para ceder de una—. Ciertamente, no todos son aptos para pertenecer a nuestra familia. —Mi hermano ha sido bastante claro y ella suavemente sacó la mano que lo apresaba. —Bien —habló monótona y se puso derecha en el asiento. —¿Bien? —repetí en forma de pregunta su monosílabo y no me dio la cara. —Bien, es eso, bien —respondió de mal humor y deslizó la capa del abrigo liberando su cabello—. Gigante, mueve la camioneta antes de que me arrepienta de confiar en ustedes —sacudió la mano para apresurar a Gregori. Mi amigo me dio una mirada cómplice en el espejo retrovisor y nos reímos duro. El cuerpo de Maika se ve como un gato a punto de pelear por comida. Por más terquedad ha confiado en nosotros y el tiempo dirá si será una nueva integrante de la banda Paths Meadows. A mi lado me percato de que este infeliz todo barbudo se está haciendo el dormido y espero que no sea tan idiota para intentar una jugada con semejantes personajes en la mansión. Recorremos el camino de la mansión y juego con mi revólver para darle una advertencia. Me recosté del asiento y espero lo peor. Nos esperan los socios, puedo ver a mi padre y retirada con su enorme panza a Kat. Es un buen recibimiento el que nos dan y sonreí de lado sintiendo la adrenalina recorrer por mi cuerpo. Mi padre se acercó como todo un caballero y le abrió la puerta a Maika. Leonid se ha lanzado por la chica que ha llamado la atención de su maníaco hijo. No se me escapa ese detalle y mi padre es un hijo de puta que no podré engañar. Él sabe que si su hijo ha viajado por Maika, hay algo surgiendo y le ofreció la mano. Espero ver el desplante por parte de ella, pero me ha dejado mal parado. —¡Bienvenida Maika Bykova! —efusivamente la recibió y Maika colocó la mano en la de mi padre. Mi papá la ayudó a bajar del maquinón y levanté una ceja por lo absurdo de la situación. El Gigante se había bajado y por el rabillo del ojo veo al tipo. Es hora de saber si es inteligente y mi hermano abrió la puerta. El hombre no me decepcionó, salió disparado y de un salto con el arma en mano lo perseguí. No llegó lejos y tampoco lo haría, se ha caído. Reduje la marcha y con mi respiración agitada di pasos lentos. Alcé la mano y apunté a su tembloroso cuerpo. Ha dado un mal paso, no lo puedo criticar del todo. A veces, cuando sabes que vas directo al infierno no importa si es imposible, tu alocada mente te grita: inténtalo. Si fallas al menos luchaste y no te rendiste. Le aplaudo su gallardía, no tenía éxito, vieras por donde lo vieras, pero dio su último esfuerzo. —No aprendes —solté plomo en su pierna y su quejido es una caricia para mi lado maníaco. Tomaré mi tiempo con este tipejo, por ahora me conformo con su rostro contorsionado. El Gigante se aproximó y lo levantó por su chaqueta. Al mirar a Gregori me indicó con la barbilla detrás de mi cuerpo y me volteé. Joder, Maika enfrenta a Lioña y no me detuve a pensar. Le puse el seguro a la pistola y la guardé en la chaqueta. Llegué hacia la camioneta dando grandes zancadas. Las miradas invasivas me persiguen y desconecté a mi alrededor. —¡No lo toques! —exige agresivamente Maika y mis demonios bailan rabiosos en mi oscuridad. Maika no me ha visto y estoy a unos pasos de ellos. —¿Quién mierda te crees para darme órdenes? —Lioña le hizo una ruda pregunta y por más celos no me gustó su manera de hablarle. Maika se atrevió a darle un fuerte empujón a Lioña y todo para proteger al hombre que intentó cazarla. Las ganas de borrar la cara de ese malnacido son intensas, sus ojos se han envalentonado por el acto heroico de Maika. —Para llegar a él me tendrás que matar. —Maika se arriesga por él y tiene su barbilla en alto. Caminé despacio y me dio su atención. Lo peor es que sus ojos son una plegaria por ese hijo de puta y eso es un duro golpe. Me pregunto si siempre seré invisible. Odio ser desplazado por cualquier lacra. Debo cumplir su deseo, si ella quiere liberar a ese hombre afortunado me haré a un lado y me detendré de aniquilarlo. La frustración me consume y resoplé ladeando la cabeza. Intento entender y ver que tiene ese malnacido que no tenga yo. —Matar es fácil —la voz lenta de Lioña me hace salir de mi autodestrucción y pierdo la compostura al ver como le sostiene un mechón de su cabello. Maika le dio una dura mirada y sus garras por luchar resurgen—. No tientes a los demonios de los locos. —¡Lioña, apártate! —hablé alto y claro. Se volvió hacia mí y soltó una sonrisa burlona. Mantengo mi rostro inexpresivo y se aproximó pavoneándose. —Vilen, solo quería una respuesta —metió sus manos en los bolsillos del pantalón de vestir y hundió los hombros. —La recibiste —añadió Maika sarcástica y él la encaró. —Eres muy arisca, mujer —el cambio en la voz de Lioña me pareció prudente y dio un paso atrás dejándome el camino libre—. Te cedo a la fiera —se inclinó y con una mano la indicó burlón. Callado, pero con mis demonios danzando corté nuestra distancia. Ella se veía ansiosa y movió el peso de su cuerpo de un pie a otro. —Muévete —murmuré y metí el mechón de mi cabello detrás de la oreja. —Me diste tu palabra que no perdería… —No la he roto —interrumpí su monólogo de la lealtad. —Maika, puedo con ese tipo —Edmon ha puesto la mano suya en la cintura de Maika y su cercanía no es una buena combinación—. Puedo manejar el asunto —se bajó de la camioneta y mis ojos se han encendido viendo su intimidad. Fijé mis ojos maniacos en la mano y en dos pasos llegué al frente de Maika. Ella se ha quedado paralizada y no rechazó el toque de este hijo de puta. Lo cual ha jodido mi calma y agarré la mano del tipo. Me hizo fuerza, pero la torcí para atrás, apreciando el ruido de sus huesos al romperse y el aullido del imbécil. —¡Ohhhhhh! —su quejido me excita. Lo solté habiendo hecho mi trabajo y él se cayó de rodillas sosteniendo su mano. —¡Maldita sea! —se preocupó Maika y lo sostuvo por los hombros—. Le has… eres un… —se trabó y no consiguió las palabras. —Le dejé un recuerdo a tu amigo —dije con arrogancia—. Sigue vivo, es lo que deseas —unos aplausos me hacen girarme y los gritos del hombre me inspiran. Dima se acerca con el resto de los socios. Mi padre tiene agarrada de la mano a Kat y se detienen al frente mío. —Hijo, has sido un poquito rudo —papá simuló con la mano un círculo pequeño y me dio un abrazo—. Calma tu oscuridad —susurró en mi oído. Le di un beso a Kat y luego a la panza. —Bonita forma de llegar a Rusia —comentó Kat con su imponente presencia y deslizó sus enormes gafas que siempre usa por el tabique para darme una guiñada. —¡Joder, me duele, necesito un médico! —bramó el tal Edmon. —No te preocupes —le presté mi maníaca atención a sus ruegos—, Maika es embalsamadora y te puede dar la mano —me giré moviendo las cejas morbosamente hacia ella. —Idiota… —Maika escupió con sus ojos abiertos casi por salir de sus cuencas y la encaré pegándome a su cuerpo inclinado. Me puse a su nivel y pegué nuestros rostros consiguiendo que silencie la chica arisca. —Te cedo el deseo —dije amortiguado y sonreí sarcástico—, pero te recuerdo que ese hombre por el que tanto das la cara estaba en el auto que atentó contra tu vida —expuse la verdad de lo obvio y sé que sembré la duda en su rostro. Mis ojos se desvían hacia su pequeña luna creciente justo al nivel del ojo que se tatuó en el lado derecho de la cara. —No le creas… —habló con dificultad Edmon (ese nombre es espantoso) y apretó su mandíbula— tuve que hacerlo… —mordió sus labios y hasta reunió sudor por el dolor—. Recuerda… cada vez que te tuve te adoré… —el infeliz ha dado a entender que se la comió en mi rostro y apreté su cráneo haciendo que me vea. —¡Suéltalo, joder, basta! —Su grito por él me desconcierta y eso saca lo peor de mí. —Eres libre, piensa tus próximos movimientos —murmuré con dagas en cada palabra hacia Edmon y solté su cabeza. Sintiendo las ganas de derramar su sangre, me incorporé mirando hacia el cielo nublado y les di la espalda a ese par. —¡Vilen, espera! —me tensé por su pedido, la voz de Maika hace con mis demonios lo que se le antoja y apreté los puños. —Necesito fumar —me aparté de todos y nadie me detuvo. Mis pies me llevaron hacia la casa que era de los matones de Alexei (incluido yo, por supuesto) ese sitio fue mi cueva y saqué el cigarrillo. Estoy consciente de que me siguen y no le doy importancia. —¡Detente, Vilen! —es la voz de Maika y giré por encima del hombro—. Si estoy en esta mansión es por ti —prendí el cigarrillo y la ignoré. —Has dejado solo a tu hombre, corre a defender su culo —imité su voz arisca y di una calada, su empujón en la espalda por poco me hace soltar el cigarrillo—. Mierda, no jodas, he sido tu Ded Moroz (abuelo del Frío) —dije sarcástico y la miré con ese ceño fruncido. —El Gigante me dio su palabra que lo va a acompañar mientras seguía tu idiota culo —hizo muecas y desvió sus ojos a esa parte del cuerpo. —Teniendo en cuenta que te gustan los traidores es una gran diferencia, perseguir culos idiotas —sonreí maníaco y continué caminando. La escucho hablar entre dientes por lo bajo y al entrar a la casa me saludan los chicos. La casa tiene la misma función, alberga a los hombres que pertenecen al imperio de Nóvikova y mi cuarto ha permanecido intacto. —¡Vilen, idiota, has vuelto! —sueltan demasiado alegres por verme y se han quedado lelos viendo a Maika. Mierda, me detuve y la observé en el medio de la sala pasmada al ver tanto hombre. Ella es un festín para estos malnacidos y dando grandes zancadas la alcancé. —No te quedes ahí paralizada —la regañé y tiré de su muñeca—. Acompáñame, ¡no te dejaré sola con estos puercos! —alcé la voz y me tiran insultos sonriendo los burlones. La llevé a rastras y se ha quedado sin voz Maika. En el pasillo decidió salir de su letargo y se frenó. La encaré por encima del hombro. —¿A dónde me llevas? —Se ha puesto a la defensiva y solté su mano. —Maika, tú me perseguiste —la señalé—, no te obligué —la ignoré, me tiene cansado de su juego y doy una calada. —Me llevas de la muñeca, no te hagas el desligado —abrí la puerta de mi habitación, no la dejo con llave porque no tengo nada de valor—. Eres un… —se calló de sopetón la chica agresiva. Entré a la habitación y me tiré en mi cama soltando el humo arriba. Estoy acostado mirando el techo y ella se plantó al frente. Los demonios a su lado danzan y doy una calada con su atenta mirada. —Entraste por tu cuenta —moví las cejas juguetonas y se rascó el cabello agresivamente. —Teníamos un encuentro y… —agitó sus manos y se ve desorientada examinando cada parte de mi cuerpo. —Fui por ti, disparé por ti y me enfrenté a ese idiota de pésimo nombre por ti —dije pausadamente y ella me dio una mirada incrédula. —Te pedí que lo dejaras libre, no, con la mano rota —aumentó su voz y me senté endemoniado. —¿Disfrutaste su toque? —He ido lejos, pero tengo la urgencia de saber.
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