—¿Cómo lo sellamos? —mis cejas se mueven juguetonas y Vilen curvando sus labios me corta la respiración por un segundo—. ¿Con sangre? —insinúo mordiendo mis labios y mi oscuro niega poniéndose serio de cantazo. —No hay mejor sello que la palabra, no necesitamos un ritual, ni unir las sangres —roza su nariz por mi mejilla derecha hasta llegar a mis labios entreabiertos y ansiosos por besarlo—, simplemente nos comprometemos y no fallamos. —Vilen me besa lentamente y quiero más, pero él acaba el beso. —Vilen —ronroneo y él se retira por completo—, vuelve acá —chillo por él y se quita el preservativo. —Tendremos tiempo para amarnos, la promesa nos ata con el premio del placer eterno. —Vilen guiña su ojo y me da la espalda. Se dirige hacia el baño, modelando sus nalgas y piden ser nalguead