Kira
Lo primero que mis ojos detallan es la oscuridad, pero una tenue luz se filtra por el cristal. La cama está pegada a la pared de la ventana y levanto la cabeza curioseando mi paradero. La posición de la cama es vertical y me salva que el colchón es grande. Mi cuerpo se encuentra boca abajo y horizontal. Hubiera sido pequeña y estarían mis pies colgando. El olor a cigarrillo y su impulsiva mirada son la evidencia de que tengo compañía non grata. El señor obvio se comportó a lo patán y sin mi consentimiento me sedó. La rabia recorre desde la punta de los pies hasta mi cabello revuelto.
—¡No jodas, hasta me manoseaste! —Las palmas de la mano apoyo en el colchón y me impulso hacia arriba—. ¡Maldito puerco! —Me fijo que tampoco tengo mis botas, mucho menos mi gorra del trabajo y de rodi
